Antes de desmenuzar este tema quisiera aclarar el concepto de igualdad entre mujeres y hombres y el de empoderamiento femenino.
La igualdad de género es un principio que establece que mujeres y hombres deben tener los mismos derechos, recursos, oportunidades y protecciones en todos los aspectos de la vida.
El empoderamiento femenino es el proceso mediante el cual las mujeres ganan mayor autonomía, control sobre sus vidas y se incrementa su visibilidad y participación en todas las esferas sociales, económicas y políticas. En palabras simples las mujeres deben tener ingresos propios, participación política o al menos participación ciudadana informada, control sobre su propio cuerpo y tiempo.
En Costa Rica se han logrado muchos avances normativos y contamos con políticas públicas, pero cuando pasamos al tema de los recursos, oportunidades y protecciones, estamos en deuda.
Para ello analizaré los temas de educación, mercado laboral, participación política, salud sexual y reproductiva, violencia, tiempo y trabajo no remunerado.
En materia educativa la situación es bastante pareja. De acuerdo a datos del INEC el 95,5% de las mujeres y el 94.7% de los hombres asisten a la educación formal. Incluso las mujeres están accediendo más a la educación superior o universitaria con un 56.4% para las mujeres y un 43.6% para los hombres.
El panorama cambia cuando miramos el mercado laboral. Las mujeres tienen más dificultad para insertarse en el mercado laboral, enfrentan más dificultades para encontrar trabajo y siguen sin tener igualdad salarial en puestos similares. Según análisis del Estado de la Nación, 2024, sólo el 40% de las mujeres en edad de trabajar participaron en el mercado laboral frente a un 67% de los hombres. Quiere decir que las oportunidades educativas no se trasladan al mercado del trabajo.
Esta brecha tan grande en el mercado laboral nos lleva a un tema medular que es la carga que tienen las mujeres con el trabajo no remunerado y el derecho al tiempo. La distribución del tiempo es profundamente desigual. Uno de los principales obstáculos que tienen las mujeres que son madres, es que tienen la mayor carga del trabajo doméstico no remunerado. Dedican más del doble del tiempo que los hombres a estas tareas. Si además trabajan fuera de casa su carga de trabajo es mucho mayor y si son jefas de hogar en hogares monoparentales la carga es muy pesada.
La participación política de las mujeres en Costa Rica se ha fortalecido con la aprobación en 2009 del nuevo Código Electoral, que introdujo el principio de paridad de género y el mecanismo de alternancia para garantizar la igualdad en la representación política. De acuerdo a la Unión Interparlamentaria, Costa Rica está entre los primeros diez países con mayor representación de mujeres en el Parlamento. Esto sin duda es un logro importante, pero también debemos aspirar a una participación política y ciudadana de las mujeres de mayor relevancia que muchas veces se ve impedida por su falta de tiempo debido a la carga de trabajo no remunerado y también a incidentes de violencia política.
La salud sexual y reproductiva de las mujeres en Costa Rica presenta desafíos importantes, especialmente en la prevención de embarazos en adolescentes y en la violencia sexual, que afectan desproporcionadamente a las menores de edad. En 2022, se registraron 211 nacimientos en niñas de 14 años o menos, y 4.934 en niñas y adolescentes de 19 años o menos, indicando una persistente deuda en materia de prevención y protección. Más de 80% de los casos de violencia sexual ocurren dentro de la familia y son perpetrados por personas de confianza de las víctimas, lo que subraya la necesidad de mayor protección para niñas y adolescentes.
Por otro lado, El Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) reporta que desde el 2021 Costa Rica presenta niveles de “ultra baja fecundidad”. Esto significa que las mujeres costarricenses están teniendo, en promedio, menos de 1,5 hijos en su etapa fértil. Las mujeres no cuentas con suficientes apoyos como sistemas de cuidado para poder conciliar sus responsabilidades productivas y reproductivas.
En materia de violencia contra las mujeres los femicidios han ido en aumento. Tal como lo documenta El Estado de la Nación en 2024 hubo 30 femicidios es decir, asesinadas por un hombre que en la mayoría de los casos era su pareja o expareja sentimental.
En síntesis, Costa Rica es una democracia donde se han acordado avances normativos y políticas públicas para las mujeres, pero la evidencia empírica nos muestra que aunque las mujeres están tan educadas o más educadas que los hombres hay una brecha en el mercado laboral que se traduce en menores ingresos, mayor carga de trabajo no remunerado y menos tiempo. Además, hay deudas en el control sobre su propio cuerpo e integridad física como lo revelan los datos de salud sexual y reproductiva y violencia contra las mujeres. Y finalmente, no tenemos sistemas de cuidado que se traducirían en más igualdad, empleo, crecimiento y bienestar.
Es necesario fortalecer un mercado laboral más inclusivo, el crédito para mujeres, capacitación para el emprendimiento, educación en sexualidad responsable y apoyo para las jóvenes embarazadas, mayor protección para los casos de violencia contra las mujeres y un sistema de cuidado que permita a las mujeres trabajar y asumir el cuidado de sus hijos e hijas en colaboración con sus compañeros.
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