Quienes me conocen saben que un tema que realmente me apasiona y me hace feliz es hablar sobre las mujeres rurales y el sector agropecuario. El año pasado para estas fechas escribí la columna “No es congruente hablar de progreso ni de un futuro sostenible sin las mujeres rurales” y como una vez más estamos a las puertas del Día Internacional de la Mujer Rural creo que es pertinente mencionar que sostengo este pensamiento.
La cosa no ha cambiado mucho, es más, tal vez podríamos decir que nos encontramos en un escenario aún peor que el año anterior, al menos respecto al sector agropecuario. El agro, como ya sabemos, está prácticamente en un estado de recesión y las mujeres rurales en Costa Rica siguen esperando acciones concretas para la protección de sus derechos y la reivindicación de su rol en el sector.
Hay que reconocer que la problemática de las mujeres rurales no es una cosa exclusiva de Costa Rica, es un tema que cada vez acapara más discursos a nivel internacional. Sin embargo, a pesar de esto, la mujer rural se enfrenta a una dicotomía. Digamos que es “visible desde su invisibilidad”. Las principales barreras y desigualdades identificadas no son nuevas para las personas investigadoras. El acceso al crédito, la tenencia y el control de la tierra, los programas de capacitación técnica, los recursos productivos, la tecnología y siempre, siempre la desigualdad de género.
Mucho se ha hablado de que las mujeres rurales constituyen la columna vertebral de las comunidades que se sostienen a través de modelos agroalimentarios. Desde la participan en la producción agrícola, la gestión y protección de recursos naturales, la contribución a la diversidad biológica y la protección al conocimiento empírico. Esto sin dejar de lado las labores de cuido y el hogar. Entonces, sabemos que la mujer tiene un papel fundamental en todos estos y otros aspectos, pero muchas de estas contribuciones —especialmente las que no generan ingresos monetarios directos— siguen siendo invisibles en las estadísticas oficiales, en los programas públicos y en los discursos políticos.
Recientemente, estuve leyendo el artículo titulado “La brecha de género en el acceso a la tierra: Una mirada desde la política agropecuaria dirigida a las mujeres rurales en Costa Rica”. Esta publicación del año 2020 hace un señalamiento que me parece particularmente importante de destacar de cara al nuevo Censo Agropecuario Nacional (CENAGRO). La autora señala que, en América Latina, los censos agropecuarios han profundizado poco sobre esta brecha, debido a la carencia de enfoque de género en la formulación, aplicación y análisis de los instrumentos estadísticos.
Honestamente, comparto este planteamiento. Hacer una búsqueda sobre información actualizada respecto al rol y los aportes de las mujeres rurales en Costa Rica es realmente complejo. En el artículo se señala que el interés del último CENAGRO (2014) tenía un enfoque dirigido hacia la recolección de información sobre la agroindustria y los agronegocios en las unidades productivas. Lo que provoca que no necesariamente se ahonde en las condiciones de las familias productoras o la participación de las mujeres en las fincas u otros espacios productivos. Quizá sea pertinente, para contextualizar de una manera integral a la mujer rural involucrada en el sector agropecuario, contemplar aspectos como el control de la tierra, aportes no remunerados, participación en cooperativas u otras estructuras organizativas, la influencia en la toma de decisiones de siembra y comercialización, entre otras.
La voz de esta población, muchas veces se pierde en medio del ruido urbano y el desinterés político, pero estamos hablando de un grupo fundamental para que la tierra siga dando frutos, la base de la seguridad y soberanía alimentaria. El reconocimiento no puede quedarse en los discursos. La igualdad de género en el mundo rural no es un favor que se le concede a las mujeres, sino una deuda histórica que urge saldar. Garantizar los derechos y visibilizar a las mujeres rurales es una cuestión de justicia y sostenibilidad. Una vez más, no hay desarrollo sin las mujeres rurales. Que esta idea se fortalezca en el pensamiento colectivo.
Este artículo representa el criterio de quien lo firma. Los artículos de opinión publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de este medio.