Una juventud económicamente capaz pero existencialmente inestable navega las elecciones con una apatía crítica, atrapada entre la indiferencia y la imposibilidad de cambiar un sistema que siente ajeno.
En el paisaje político costarricense, un grupo demográfico se perfila como el enigma más complejo para analistas y partidos: la generación de los menores de 40 años. No son apáticos por convicción, ni rebeldes por definición. Su postura ante la democracia, especialmente en épocas electorales, es un laberinto de contradicciones silenciosas y una disonancia cognitiva colectiva.
Para ellos, la democracia no es ni buena ni mala; es, simplemente, un ruido de fondo en una vida cuyo proyecto se mide en semanas, no en décadas. Esta actitud se refleja en los datos de las encuestas del CIEP (desde el 2023 hasta el 2025) revela que la desconfianza en los partidos políticos se mantiene en un 77%, una cifra abrumadora que explica el escepticismo de fondo.
Esta generación, la primera nativa digital, consume la realidad política a través de los mismos formatos que su ocio: la noticia en un hilo de WhatsApp, el análisis en un reel de 45 segundos, la crítica mordaz en un meme y la propaganda en un TikTok con audio viral. Esta dieta de información fragmentada y efímera no fomenta la ideología, sino la evasión social como estrategia principal de supervivencia mental.
El "sí, pero no": la parálisis de la doble conciencia
La "democracia dual" que experimentan en redes es un fenómeno ansioso y contradictorio. Por un lado, reconocen intelectualmente la importancia del sistema. Por el otro, sienten visceralmente que ese sistema no les ofrece soluciones tangibles. Esta contradicción los paraliza y se manifiesta en una clara desconexión partidaria.
Los datos del CIEP son contundentes: el 46% del electorado no se identifica con ningún partido político, una condición que se concentra y amplifica entre los votantes jóvenes, quienes muestran la menor intención de afiliación.
Usando una metáfora más emotiva, es como ver un partido de la selección de fútbol donde sabes que debemos clasificar, pero el equipo no te convence. ¿Para qué apoyar por un director técnico si el problema son los mismos resultados? Esto nos preguntamos mientras desplazamos reels políticos entre videos de mascotas y memes sarcásticos. Este sentimiento captura la esencia de los datos: un masivo 45% de los costarricenses se declaraba indeciso no iría a votar, según el mismo estudio, un limbo perfecto para esta generación.
Para esta generación, su proyecto de vida es de cortísimo plazo. La idea de comprar una vivienda, el pilar del "sueño costarricense" de sus padres, les parece una fantasía arcaica. Son económicamente capaces y autoeficaces para generar ingresos, pero estructuralmente incapaces de alcanzar la independencia económica plena. El estudio de Condición de las personas jóvenes en Costa Rica 2023 ha destacado que para 7 de cada 10 jóvenes, la "inestabilidad económica" es la principal barrera para independizarse, prefiriendo modelos de vida flexibles como el alquiler.
La economía de la evasión: el alquiler existencial
Esta imposibilidad de echar raíces materiales se traduce en una incapacidad para echar raíces cívicas. Si no puedes proyectarte en un país a 30 años, ¿para qué comprometerte con su futuro político? Su lucha no es por un crédito hipotecario, sino por encontrar un alquiler que no consuma el 60% de su salario.
Esta percepción está ligada a la economía: el CIEP consistentemente señala que el desempleo (18%), el alto costo de vida (17%) y la situación económica del país (9%) son los tres principales problemas, problemas que afectan desproporcionadamente a los jóvenes y alimentan su desencanto.
"Me siento capaz de hacer mil cosas, de generar dinero. Pero al final del mes, todo se va en el alquiler. La política habla de puentes y macroeconomía, pero no de cómo bajar el precio del WiFi", comenta Javier Mora, un estudiante mío de 32 años.
El meme como arma y escudo
Frente a esta parálisis, su lenguaje político predominante es el meme y la ironía. Permite comentar y criticar desde la distancia segura de lo irónico. Es la forma de participar sin comprometerse, de quejarse sin ofrecer una solución, un reflejo digital de su desapego formal que coincide con la histórica abstención joven que ronda el 40%, según análisis del voto joven del TSE.
El gran desafío para el sistema costarricense no es que esta generación lo rechace abiertamente, sino que sea indiferente de una manera tan crítica. La encuesta del CIEP revela que solo un 28% de la población confía en las elecciones como institución, una cifra que ilustra el profundo desapego.
No creen que su voto no cuente, simplemente dudan que cuente para algo que realmente importe en su día a día inmediato. Son la generación del "autoalquiler": alquilan su vivienda, alquilan su atención en las redes y, metafóricamente, alquilan una participación esporádica en la democracia. Convencerlos de que hay algo estable y tangible será el mayor reto para una clase política que, según el CIEP, es vista como el tercer problema más grave del país (8%), por encima de la misma delincuencia.
¿Cómo superar una encuesta? ¿Cuál es el síntoma mas grave de esta evasión política? ¿Esto es endémico o somos una generación asintomática que no cree en el sistema democrático?
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