Costa Rica se enorgullece de su alta cobertura de servicios de electricidad y telecomunicaciones, un logro que ha impulsado el desarrollo en cada rincón del país. Sin embargo, esta extensa red de postes y cables, que ha sido el pilar de nuestro progreso, también conlleva un costo que va más allá de lo económico. Esta infraestructura, a menudo está descuidada esto no solo afecta la estética de nuestros pueblos y barrios, sino que representa un peligro real para la vida de animales  y la seguridad de las personas.

El constante crecimiento en la demanda de servicios de televisión e internet ha saturado nuestros postes con una maraña de conductores. Esta proliferación de cables no solo genera un impacto visual negativo, que para muchos se traduce en contaminación visual,  sino que aumenta la posibilidad de accidentes. Los incidentes con camiones, la caída de ramas por fuertes vientos y otros fenómenos pueden causar daños en esta densa red, dejando tras de sí cables rotos y sueltos. Los conductores abandonados son más que una molestia; a menudo cuelgan del tendido o, peor aún, llegan hasta el suelo, creando condiciones inseguras para quienes transitan por las aceras.  En un mismo poste coexisten líneas de diferentes niveles de voltaje, desde niveles muy bajos hasta de miles de voltios.

El peligro  con los cables sueltos, aunque aparentemente inofensivos, pueden convertirse en trampas peligrosas. La mayoría de los cables, aún la fibra óptica, cuentan con alambres de acero y aluminio que permiten su instalación en los postes,  existe el riesgo  de que entren en contacto las partes metálicas de los cables sueltos con líneas "vivas", poniendo en riesgo a personas y animales por igual en caso de un contacto accidental, adicionalmente , la gran cantidad conductores contribuye a los accidentes de fauna que han afectado gravemente a especies como monos y perezosos en zonas rurales, pero que también afecta a otras especies en zonas urbanas como ardillas y aves.

Así como se están implementando medidas de mitigación en áreas cercanas a parques naturales, es urgente que adoptemos buenas prácticas para prevenir accidentes en las zonas urbanas. La solución no es simple ni barata, pero es necesaria. Eliminar los cables en desuso, continuar con los programas de electrificación subterránea —a pesar de su alto costo— y promover la instalación de cobertores aislantes y mecanismos que impidan el acceso de animales a los postes son pasos cruciales. Solo a través de una acción coordinada de las empresas proveedoras de servicios y gobiernos locales podremos asegurar que el progreso de nuestra red eléctrica no ponga en riesgo la seguridad de los peatones ni de la  vida silvestre, que vive junto a nosotros.

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