Costa Rica no puede seguir permitiendo que se invierta dinero público en obras que no cumplen con lo prometido. El proyecto vial Taras–La Lima, en Cartago, es un claro ejemplo de ello.
Nadie duda de la urgencia de esta obra, pero dicha urgencia no era justificación para mal lograrla. El informe final de auditoría técnica EIC-Lanamme-INF-0248-2025, de julio del presente año, elaborado por el Laboratorio Nacional de Materiales y Modelos Estructurales (Lanamme) de la UCR, fiscalizó la construcción de los intercambios entre las intersecciones de las rutas nacionales en el tramo Taras–La Lima. Los resultados son, a todas luces, desastrosos y reflejan un alto nivel de irresponsabilidad y negligencia.
La extensión de plazos y los pagos compensatorios al contratista por imprevistos han sido una constante. El monto original de esta obra fue calculado en casi 58 millones de dólares; no obstante, para noviembre del 2024 ascendió a más de 71 millones de dólares. En otras palabras, el proyecto registró aumentos injustificados por incumplimientos superiores al 22,8% del monto original, lo cual evidencia serios errores de planificación.
En cuanto a los tiempos, la fecha original de finalización estaba prevista para el primero de abril de 2023; pese a ello, y después de múltiples órdenes de servicio y prórrogas, fue postergada hasta el 31 de octubre de este año. Es decir, las obras debieron haberse inaugurado hace más de dos años.
El proyecto Taras–La Lima no solo ha resultado más caro y tardío, sino que quedará incompleto en relación con su diseño original. Prueba de lo anterior es que, sin respaldo técnico, se cercenó su alcance, pasando de cuatro a tres niveles. Esta modificación afectará directamente las obras complementarias necesarias para el nuevo hospital y limitará el crecimiento inmobiliario, industrial y comercial de El Guarco y Cartago.
Asimismo, el informe señala peligrosas deficiencias de ingeniería:
- Precarios estudios hidráulicos e hidrológicos.
- Materiales de baja calidad utilizados en el concreto, la mezcla asfáltica y el acero de refuerzo.
- Deterioro prematuro de las estructuras.
- Malas prácticas constructivas.
- Problemas recurrentes que comprometen la seguridad de las personas usuarias de la vía, entre otros.
Como si esto no fuera suficiente, se evidencian carencias en los controles normativos y de calidad. Lo más preocupante es que, pese a este caos documentado minuciosamente, ¡no se aplican medidas correctivas ni sanciones!
Lanamme señala la impostergable necesidad de:
- Evaluar rigurosamente la calidad de los materiales.
- Aplicar sanciones contractuales por los incumplimientos.
- Fortalecer la supervisión técnica.
- Verificar la capacidad de drenaje de aguas.
- Garantizar la seguridad de las personas usuarias, entre otras.
Coincidimos en que esta obra es necesaria. Y muchos podrían pensar, como dice el refrán, que “peor es nada”; pero la realidad es que lo que se está entregando es una chambonada indigna de los y las cartaginesas que pagan sus impuestos: una obra insegura, con menor vida útil y que se deteriorará mucho más rápido de lo esperado.
Nuestro país merece proyectos que satisfagan las necesidades actuales y futuras de la población: proyectos bien construidos desde el inicio, con materiales de calidad, con una supervisión real y con sanciones firmes tanto para las empresas que incumplen como para los políticos que no cumplen.
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