Costa Rica vive una transición demográfica profunda. El envejecimiento de la población, sumado a la creciente desconfianza de las generaciones jóvenes respecto a la sostenibilidad del sistema de pensiones, ha provocado una relación cada vez más distante entre las personas cotizantes y el Régimen de Invalidez, Vejez y Muerte (IVM) de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS). Aunque se reconoce que mensualmente se aportan cuotas al sistema, la mayoría de las interacciones con la institución se centran en el seguro de salud, dejando a un lado la función previsional.

En este contexto, la Gerencia de Pensiones ha apostado por una herramienta que muchas veces se subestima en la política pública: la educación previsional. A través del programa Vive Bien, se han desarrollado espacios formativos que permiten a las personas comprender mejor el sistema al que cotizan, anticiparse a decisiones clave a lo largo de su vida laboral y preparar una transición más consciente hacia la jubilación.

Lo interesante es que esta estrategia educativa está inspirada en un principio japonés de más de un siglo de antigüedad: el Sanpo Yoshi, que promueve que toda acción institucional debe generar beneficios para tres partes al mismo tiempo: quien ofrece, quien recibe y la sociedad en su conjunto. Esta filosofía, nacida en el ámbito comercial, ha sido adaptada por organizaciones alrededor del mundo en áreas como sostenibilidad, innovación social y economía regenerativa.

En el caso de la CCSS, aplicar el Sanpo Yoshi a la educación previsional ha permitido transformar el rol de la institución en su vínculo con la ciudadanía. A través de los talleres gratuitos “Inducción a la pensión para el nuevo cotizante”, “Hablemos de su pensión” y “Preparación para la jubilación”, el programa Vive Bien se convierte en un vehículo para generar confianza, esclarecer dudas y fortalecer el compromiso colectivo con el régimen solidario.

Desde la perspectiva institucional, estos espacios no solo contribuyen a reducir la presión sobre los canales de atención presenciales y digitales —al anticipar consultas frecuentes—, sino que también refuerzan el mandato de formar ciudadanía en seguridad social. Más allá de administrar recursos, la Gerencia de Pensiones asume un rol pedagógico, alineado con valores de transparencia, orientación al usuario y corresponsabilidad. De esta manera, se contribuye a contrarrestar la desinformación que circula ampliamente en redes sociales, muchas veces sin sustento técnico.

Para las personas cotizantes y pensionadas, el valor de estos espacios es tangible. Quienes participan adquieren conocimientos fundamentales sobre cómo opera el régimen, los requisitos para pensionarse, las alternativas disponibles y los derechos que les asisten. Además, los talleres promueven un cambio de actitud: en lugar de ver la pensión como un resultado automático al final de la vida laboral, se empieza a construir desde antes, con información y herramientas claras.

El componente emocional también es relevante. En la medida en que se acerca la jubilación, muchas personas enfrentan temores relacionados con su propósito de vida, identidad laboral o situación financiera. La preparación no solo debe ser técnica, sino también psicosocial. Por eso, el enfoque del programa va más allá de lo informativo y se convierte en una herramienta de acompañamiento integral.

A nivel social, el impacto también es significativo. La educación previsional mejora la comprensión del modelo solidario que sustenta el IVM, genera un mayor sentido de corresponsabilidad entre generaciones y contribuye a la cohesión social. Una población que conoce cómo funciona su sistema de pensiones está menos expuesta a rumores y teorías alarmistas, y más dispuesta a participar activamente en su sostenibilidad.

Incluso existen beneficios indirectos para el sistema económico. Una persona que se retira con planificación y conocimiento tiene menor riesgo de empobrecimiento en la vejez, lo que alivia las cargas familiares y reduce presiones sobre la salud pública y los programas de asistencia. La previsión no solo protege a individuos, sino que también aporta estabilidad al entorno social.

La educación previsional del programa Vive Bien también puede leerse desde el lente de los criterios ESG, cada vez más relevantes para evaluar el desempeño sostenible de organizaciones públicas y privadas. En el plano social, fortalece la equidad, el acceso a la información y la autonomía. En gobernanza, promueve transparencia, participación informada y mejora las prácticas institucionales. Aunque su impacto ambiental es indirecto, el enfoque intergeneracional fomenta una cultura de decisiones conscientes y de largo plazo.

La incorporación del Sanpo Yoshi como principio guía permite visualizar esta política pública no como una acción aislada, sino como parte de una transformación cultural. La educación previsional deja de ser un complemento y se convierte en un pilar fundamental para la gobernanza del sistema de pensiones. En lugar de comunicarse solo cuando hay reformas o crisis, la CCSS se posiciona como una entidad que educa, dialoga y acompaña.

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