Durante los últimos meses, algunos embusteros han reflotado la idea de que el movimiento nacionalista judío (sionismo) es equivalente a racismo, apartheid, y colonialismo; entre otras etiquetas absurdas y sin fundamento. Esta práctica es recurrente y recordamos, por ejemplo, lo ocurrido en 1975 (en plena Guerra Fría), cuando algunos quisieron poner al sionismo, al mismo nivel de los movimientos fascistas, que sembraron el horror y la muerte durante la Segunda Guerra Mundial.
Podríamos creer que este intento pérfido, de ensuciar un movimiento patriótico y de profundas raíces históricas como es el sionismo y sus legítimas aspiraciones, es cosa del pasado; pero lamentablemente esto no es así. En la actualidad varios movimientos políticos, tienen como prioridad en su agenda; cubrir de calumnias y difamaciones a todo lo relacionado con Israel, su pueblo y su gobierno.
Aquí, en nuestra amada Costa Rica, un partido político practicante y defensor de las fracasadas ideas neo-marxistas, ha invertido gran presupuesto, tiempo y espacios, en atacar y demonizar, no solo las políticas del gobierno de Israel sino a cada ciudadano de ese país, como si ellos fueran los autores de acciones despreciables y no provocadas.
Guerra informativa
Estos comunistas trasnochados, han utilizado el delirante reclamo a favor de un Estado palestino (destruyendo a Israel y a su pueblo), como la forma única y correcta, para acabar con el conflicto actual entre Israel y Hamas.
Con sus ridículas mentiras promueven el boicot a Israel, acusan de genocida al Primer ministro Benjamín Netanyahu y tratan de confundir a los incautos, mezclando este conflicto en Medio Oriente con problemáticas nacionales, que incluyen, la “gentrificación”, abusos contra las mujeres, recortes a la educación - pagada con recursos públicos-, o el maltrato animal.
No les da ninguna vergüenza, mientras difunden sus enredos mentales, utilizando todos los espacios que encuentren, tales como: las universidades estatales, manifestaciones callejeras de algunos sindicatos, reuniones partidarias -usando banderas palestinas- e incluso en medio de marchas del colectivo LGBTIQ+.
Además, han echado mano de las redes sociales, utilizando a ciertos “influencers”, que no paran de manipular al hablar de este tema, enredándolo con sus temáticas acostumbradas, que incluyen la venta de productos de belleza y lecturas del Tarot.
Nos llama la atención el caso de una chica que tiene muchos seguidores en Instagram y en el famoso TIK TOK; ella combina vender y contar anécdotas personales, con estar hablando, sobre Israel y “Amas” (Sic). La falta de rigor y fundamento histórico en su discurso, refuerza la idea de que las RRSS le han dado voz a gente que no necesita conocer sobre un tema para poder opinar, incitando la confusión y el odio, en las mentes menos avispadas.
Consecuencia de todo esto, es la polarización que estamos observando; donde bandos hostiles y antagónicos, se resisten al diálogo y al entendimiento, mientras caen en un grave simplismo conceptual, que nos priva a todos de la información balanceada y veraz, que tanto necesitamos en nuestra sociedad, hambrienta de acercamiento y comprensión
Pero ante este monólogo ideológico, (por miedo a ser confrontados con hechos y datos) en relación a un conflicto doloroso y complejo, demuestran que solamente están “tokenizando”, y sirviendo a sus siniestros intereses, sin compasión por el costo humano y el sufrimiento de todos los involucrados.
Unidos por la diversidad
Ante tantas mentiras y desinformación, bien valen algunas aclaraciones:
Para empezar, el sionismo en su definición histórica y política es el movimiento que promueve la autodeterminación y el derecho de habitar la tierra histórica de Israel, por parte del pueblo judío; cuya aceptación como estado de pleno derecho, se hizo realidad desde 1948. Esta aspiración se reconoce en el derecho internacional, bajo el principio de autodeterminación de los pueblos, tal como establece la Carta de las Naciones Unidas.
Por otra parte, utilizar el término sionista para asociarlo con racismo, imperialismo o colonialismo; no solamente es incorrecto desde el punto de vista conceptual, sino que perpetúa la narrativa, que pone en duda el derecho a existir del estado de Israel. En ese sentido, vale la pena recordar, que antes de 1948 el territorio de Israel estuvo bajo control de diferentes imperios o mandatos, incluyendo el Mandato Británico de Palestina, hasta el 14 de mayo de 1948, fecha de la fundación del estado de Israel.
Otro concepto descontextualizado y tergiversado, es la idea del “Pueblo Elegido”, con la cual ya no se ataca solamente a los sionistas, sino también a los judíos, acusándolos de creerse superiores. Esto es una interpretación errada, por cuanto este concepto religioso, se refiere a una responsabilidad moral para vivir conforme a ciertos principios y preceptos y no se trata de condiciones de un pueblo, por encima de otros.
La acusación de racismo se descarta por completo, cuando se entiende que el Estado moderno de Israel, es multiétnico y diverso - abierto para todos y todas - sin importar su condición económica, su color de piel, su religión, su preferencia sexual o nivel educativo. Se debe entender que el pueblo judío a lo largo de su historia ha incorporado a diferentes etnias como parte de la suya, compartiendo la identidad espiritual y su interpretación en la vida cotidiana, con profundo respeto por las diferencias.
Por otra parte, el mito del apartheid no solo desconoce la importancia de las minorías en la sociedad israelí, que viven en igualdad de condiciones, sino que insulta la memoria de los millones de sudafricanos que hasta hoy sufren los resultados de años de segregación y racismo, donde a pesar de ser ciudadanos de un mismo Estado, no tenían igualdad de condiciones
Hablemos claro; el anti-sionismo, no es una simple crítica a las políticas del Estado de Israel, es antisemitismo y judeofobia de la más baja ralea, que son formas de ignorancia y odio irracional, que enferman a la humanidad desde hace muchos siglos.
Criticar las políticas de cualquier Estado es un ejercicio legítimo y que debería de ser garantizado en todas las democracias; pero rechazar el derecho del pueblo judío a tener un Estado libre y soberano, o clamar por la destrucción de Israel, es fomentar el renacimiento de los monstruos destructores y asesinos, que fueron derrotados por nuestros abuelos durante la Segunda Guerra Mundial. Estamos avisados.
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