Estamos en la oficina sin internet, sin acceso a correos, con computadoras apagadas y básicamente como en 1985, pero sin gente que sepa usar bien máquinas de escribir, que de todos modos, hace mucho están en bodega. Todos impacientes, aburridos, con celulares en mano, revisando redes, esperando a que la cosa se normalice.
Finalmente, los muchachos de cómputo nos explican qué pasó:
Como ustedes saben, la empresa tiene políticas de IT y una de las cosas que está estrictamente prohibida es instalar software no autorizado en las compus de aquí. Por algo es. Pero evidentemente, alguien aquí no hizo caso y como resultado, se infectó toda la red con virus y nos hackearon. Ahora nos están pidiendo un rescate carísimo para devolvernos toda la información que tienen nuestra y que podamos volver a operar".
Parece una película de mundo distópico, pero no lo es. Lo estamos viviendo y no podemos hacer nada al respecto. Le tocará a corporación decidir cómo manejar esto. Cómputo nos pide ayuda, entre la desesperación y el cansancio:
Ya para este momento, no se trata de despedir ni sancionar a nadie, pero necesitamos saber —sin consecuencias, de verdad— si alguno de ustedes recientemente instaló algo en algún equipo".
Hay un silencio tenso. Nos volvemos a ver desde el rabillo del ojo y mentalmente repasamos si habremos hecho algo de eso sin querer.
Vean, si nadie habla vamos a durar en esto más de la cuenta. Y esto ya está saliéndole muy caro a la empresa…
Fulanito lentamente levanta la mano, primero. Y luego los ojos.
Fui yo. No me imaginé semejante tortón. Yo solo quería bajar un jueguito de esos nuevos que usan los chiquillos y solo le di “download” y como paso tanto tiempo en la oficina, me puse a jugar pero aclaro que solo lo hago en la hora de almuerzo o del café. No uso NI UN MINUTO del tiempo de trabajo en el juego, aunque sí me tiene enganchado, casi adicto. Tanto, que estoy pensando en que me revise el doctor de la empresa a ver si me da algo porque me pongo ansioso de las ganas de jugarlo.
Le preguntan dónde encontró el juego, de dónde lo bajó.
No sé. Es uno de esos anuncios que a uno le salen, como cuando estás pensando en algo y no le has dicho a nadie y de repente te empiezan a salir anuncios justamente de eso. Yo había buscado el juego en las aplicaciones de instalación, pero me cobraban noventa y nueve centavos al mes y en el anuncio me decía que era gratis por un año, solo tenía que darles los datos de mi tarjeta, pero ya me puse un reminder para suspender el periodo de prueba antes de que me carguen la anualidad".
Que si revisó los términos y condiciones de lo que bajó.
Obvio que NO. Nadie tiene tiempo para eso. No me salgan ahora con que ustedes siempre leen eso. NADIE LO LEE. Simplemente le di click y ya".
Al menos los de cómputo ya saben cuál fue el usuario cero y se retiran a ver qué pueden hacer o rescatar. Ninguno de nosotros puede ayudar. No sabemos cómo. Fulanito está claramente apachurrado, compungido y valorando las implicaciones de lo que ocurrió.
Bueno, yo no sé qué esperan. Uno aprendió a usar las compus sobre la marcha. A mí nadie me enseñó pero ni cómo prenderlas. Yo aprendí echando a perder y ahora me la juego a punta de tutoriales de you tube ¿Cómo me iba a imaginar que algo así iba a pasar?
¿Cómo consolar a Fulanito? Como él mismo dijo, es un tortón. Hay políticas que él recibió y firmó y claramente incumplió. Solo queda asumir la pérdida y aprender de ella, para que no suceda otra vez.
Este artículo representa el criterio de quien lo firma. Los artículos de opinión publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de este medio.