Se trata de dos embarcaciones que traían esclavos africanos al Caribe y naufragaron.

Este 27 de abril en Cahuita, Caribe Sur de Costa Rica, se dieron a conocer los resultados científicos de una investigación que verifica la identidad de dos embarcaciones hundidas en las aguas del Parque Nacional Cahuita.

Se trata de una investigación realizada por líderes buceadores juveniles del Centro Comunitario de Buceo “Embajadores y Embajadoras del Mar” (CCBEM), la Universidad de Costa Rica (UCR) sede Caribe y las autoridades comunitarias y del gobierno local de Cahuita con el Sistema Nacional de Áreas de Conservación (Sinac), acompañados por vía telefónica por equipo científico danés del Museo Nacional de Dinamarca.

Los resultados fueron dados a conocer en medio de un Youtube Live de ONDA UNED presentando historias orales, trabajos científicos y reacciones de la comunidad y sus visitantes especiales.

Tras nueve años de investigaciones arqueológicas subacuáticas y documentales, los expertos informaron que se trata de los barcos esclavistas daneses Fredericus IV y Christianus V. que llegaron por equivocación a la costa atlántica de Costa Rica el 2 de marzo de 1710.

La identidad de estos navíos estuvo en controversia durante más de 200 años desde que los pescadores de tortuga y sus familias los vieron cuando pescaban en la zona, sugiriendo que podrían ser barcos piratas.

Archivos históricos en Dinamarca, Costa Rica, España, así como un libro publicado en 2014 por el estadounidense Russel Lohse, señalaban que se podía tratar de barcos esclavistas que pudieron haber naufragado en el Caribe costarricense. Esto, sin embargo, seguía sin comprobarse por cuanto la información documental era insuficiente y contradictoria.

Una gestión cultural comunitaria de ciencia ciudadana

Desde 2016, la investigación de estos naufragios fue liderada por jóvenes afrodescendientes y bribris del CCBEM con el aporte de sus comunidades, de las autoridades de Cahuita, del Parque Nacional y de la UCR.

También colaboraron arqueólogos subacuáticos de Estados Unidos, Japón, Dinamarca, Croacia y Jamaica, quienes fueron invitados por el CCBEM para capacitar al grupo de jóvenes y realizar investigaciones con el enfoque de ciencia holística ciudadana.

Este enfoque integra la arqueología científica, el buceo scuba especializado, la historia oral y el conocimiento ancestral de la comunidad.

Desde 2016 a la fecha, la expedición se propuso identificar los restos de los naufragios, siguiendo pistas arqueológicas subacuáticas como anclas, cañones y ladrillos, considerando las hipótesis transmitidas por las familias pescadoras que se establecieron en Punta Cahuita a inicios del siglo XIX.

Estos primeros pobladores observaron los restos y los incorporaron en sus relatos orales, como bien rescata el libro de Paula Pamer Whappin Man, publicado en 1985. El conocimiento tradicional permitió que, generaciones después, sus descendientes profundizaron el estudio que reveló la identidad de los barcos por parte de la juventud buceadora local que lideró la investigación.

Una historia de tráfico esclavista y liberación

De acuerdo con los hallazgos, ambos barcos, propiedad de la Compañía Indias Occidentales y Guinea de Dinamarca, llegaron a las costas caribeñas por un error de navegación y tras varias tormentas, cuando se dirigían hacia la colonia danesa de la isla St. Thomas, cerca de Puerto Rico.

La travesía de los dos barcos inició en Copenhague en 1708 y los llevó por diversos puertos de África Occidental, donde adquirieron cerca de 800 hombres, mujeres, niñas y niños africanos para ser esclavizados en América. Zarparon hacia el continente americano desde el puerto de Accra en Ghana, el 14 de septiembre de ese mismo año. En el momento de su partida tuvo lugar un motín de africanos y africanas que fue sofocado.

Los dos barcos viajaron juntos como medida de seguridad, frente a otro eventual motín de las personas esclavizadas y por temor a los ataques de piratas o de otros barcos de las potencias coloniales.

Los registros históricos dan cuenta de que el 4 de marzo de 1710, tuvo lugar un enfrentamiento entre los marineros y las personas esclavizadas que se rebelaron contra los capitanes por no querer detenerse a buscar alimentos. Como resultado, un barco fue quemado y el otro, dejado a la deriva, se estrelló contra el arrecife.

Una vez en tierra, 650 personas africanas fueron liberadas, mientras que los marineros contrataron una barcaza inglesa para que los llevara a ellos y 22 africanos a Portobelo en Panamá. Más de cien africanos fueron recapturados en Matina  por misquitos y el resto incursionó en el bosque hacia alta Talamanca.

Entre nosotros

De ellos se tiene el registro completo de Miguel Maroto desde su arribo en marzo de 1710, su captura en junio de ese año, su re-esclavización en Cartago y el resto de su vida, hasta llegar a su descendencia actual viviendo en Cartago ocho generaciones después, gracias al trabajo del profesor e investigador etnográfico Mauricio Meléndez.

Procedente de África Occidental, Miguel Maroto tenía 16 años de edad cuando llegó a la costa de Cahuita, internándose en la selva hasta ser capturado en junio. Vivió la esclavitud en manos de miembros de la familia Calvo en Cartago hasta lograr su libertad, ya casado y con hijos e hijas. No se sabe cuándo murió, pero Petronila Calvo, su viuda, vivió hasta el 16 de enero de 1765 y está enterrada en la iglesia de Los Ángeles en Cartago. Una descendiente de apellido Navarro vive a escasas cuadras del lugar y es una mujer de 103 años de edad que declaró a la prensa danesa sentirse contenta de conocer una historia personal que le era absolutamente desconocida hasta ahora.

Cuatro hijos de ella llegaron el 27 de abril a compartir su emoción de conocer a los jóvenes cuyo proyecto les ha permitido descubrir por primera vez su herencia afrodescendiente.