Minor Cooper Keith era bueno para los negocios. Venía en su sangre, al ser su familia de comerciantes. El segundo mejor contrato de su vida lo firmó en 1884, cuando el Gobierno de Costa Rica le dio en concesión por casi 100 años el Ferrocarril y trescientas veinticinco mil hectáreas alrededor de la vía férrea.
Su primer gran acuerdo fue casarse un año antes con la hija de un expresidente, emparentada por matrimonio con quien le firmó el acuerdo. Pero no piense que estoy insinuando nada. En aquel entonces Costa Rica estaba quebrada, y si la deuda no quedaba en casa, no había tren, y los financistas ingleses con los que el señor Keith arregló de seguro habrían pedido más.
Con sus nuevas tierras, el señor Keith decidió sembrar banano, y sería de este emprendimiento que surgiría un nuevo término para describir los países de nuestra región centroamericana: “Repúblicas Bananeras”.
Definiendo el término
¿Pero qué engloba el término? Es que todos sabemos que es una República Bananera cuando la vemos, pero a la hora de describirla, se complica. Para la Real Academia Española (RAE), se trata de un país: “(…) que presenta escaso desarrollo económico, social y político, principalmente por su sometimiento a intereses extranjeros.”
Algunos dirán que bajo esta definición Costa Rica jamás puede ser considerada. Que acá siempre hemos tenido posturas independientes frente a las grandes potencias mundiales.
Bueno, cada quien se engaña como quiere. Las veces que nuestro país ha tenido voz disidente son menos que las que ha sido uno más del montón. ¿No me cree, verdad?
Breve repaso histórico
Empecemos por las dos veces en que hemos estado en guerra con Alemania.
La primera, en 1917, fue la estrategia del dictador Federico Tinoco, intentando buscar reconocimiento por parte de los Estados Unidos de América. No le sirvió de mucho, y el apoyo nunca llegó.
La segunda, fue cuando el presidente Calderón Guardia declara la guerra contra el Eje en 1941. Esta vez la colaboración sí fue bien recibida, persiguiéndose alemanes e italianos, abriéndose un campo de concentración y hasta deportando extranjeros sospechosos hacia los Estados Unidos.
Este gusto bélico del Dr. Calderón Guardia parece haber calado en su acólito, el Dr. Pacheco de la Espriella, cuyo gobierno en el 2003 decide declarar la guerra contra Irak; gesto muy apreciado por el entonces presidente Bush, quien andaba necesitado de miembros en su “Coalición de la Voluntad”.
Y sí, apoyar con gusto lo que los Estados Unidos de América apoya suele ser la postura diplomática de Costa Rica. Esto no debería sorprender a nadie. Viendo nuestro lugar en el mapa y la dependencia que tenemos con dicha nación en cuanto a importaciones y exportaciones, sería raro que fuera distinto.
Pero bueno, ¿y qué de las veces que hemos actuado diferente? —usted dirá—.
¿Está seguro de que existen ?
Tenemos a don Pepe, el de los años setenta, con una postura neutral en plena Guerra Fría. Él salió mencionado en los archivos de la KGB, recibiendo grandes sumas durante sus años de gobierno por parte de la Unión Soviética. Aparentemente, la CIA también le daba sus ayudas.
La plata lograba grandes cosas en esa administración: “(…) ellos le han comprado de arriba abajo”, dijo Richard Nixon al hablar de la relación de don Pepe con el acusado de fraude, Robert Lee Vesco.
Por estos años quizás sale el presidente más contestatario, don Rodrigo Carazo Odio, a quien se le pueden criticar muchas cosas, menos el haber sido un pusilánime. Con sus posturas pro soberanía o pro soviéticas, depende a quién se le pregunte, tomó decisiones que ayudaron a hundir en una terrible crisis económica a Costa Rica, de la cual todavía se pagan consecuencias.
Después de ese episodio, Costa Rica vuelve con fuerza a la aparente neutralidad, la cual fue rescatada como política estatal durante la administración de Monge Álvarez. Acá, con el país convertido en Casablanca, la Unión Soviética y los Estados Unidos de América jugaban a la guerra en Nicaragua.
El primer Óscar Arias Sánchez, el laureado, fue el más inteligente de todos. Él mantuvo una actitud más contestataria, pero tanto los unos como los otros eran malos. No tenía favoritos.
Tenemos también que hablar del Premio Nobel, muy merecido, sí. Pero también es cierto que, después del escándalo Irán-Contras, hasta los EE. UU. buscan paz.
El segundo don Oscar es el del CAFTA-DR. Ya eso nos dice bastante. Bueno, también se terminaron relaciones con Taiwán para comenzar a negociar con la República Popular China. Acá tampoco se hizo muy distinto a lo que hacían en el norte del continente en ese momento.
Guerra entre Rusia y Ucrania
Sí, Rusia atacó primero a Ucrania. Ellos empezaron la guerra. Salvo que insistan en cambiar la historia, ya tienen práctica. En la época de Stalin, sus fotos oficiales se volvían más solitarias cada vez que algún compañero era purgado y, de seguido, borrado.
Antes, Occidente señalaba este tipo de cosas, pero ahora que algunos saludan a multitudes de forma sospechosa y ambigua con la mano derecha, la verdad parece estar tomando un descanso.
¿En este contexto, debe sorprender el cambio de postura que Costa Rica tiene respecto a esta guerra? Como vimos, de los 200 y más años de independencia, llevamos casi 150 acomodándonos como nación al vaivén de las grandes potencias.
Valores históricos han sido cambiados por estadios, la soberanía ha sido cedida para pagar deuda, decisiones de Estado han sido tomadas para beneficiar intereses de quien gobernaba… Lo que pasó en la ONU es solo un día de trabajo más en una República Bananera.
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