Esta última semana el BCCR presentó su Informe de Política Monetaria que contiene una evaluación de los resultados obtenidos en ese campo por el país en 2024 y las perspectivas para este año y el siguiente.

Los resultados y previsiones son buenos dado el pobre desempeño de nuestro mundo en estos años. Pero es insuficiente.

Con un crecimiento de la producción de 4,1 y 4 % para 2025 y 2026 lograría el país una de las tasas mejores entre los países de OCDE, y un resultado muy superior a los de nuestra región, pues el Banco Mundial estima que América Latina y el Caribe apenas crecerán 2,5 y 2,6% en esos años, y volverá a ser la zona en desarrollo con menor crecimiento.

Ese crecimiento es ligeramente inferior al estimado ahora para 2024 de 4,3% que se generó con un importante crecimiento de las exportaciones, del consumo privado y de la inversión.

Como ha sido en los últimos años, el crecimiento de la producción del régimen de comercio especial en 2024 fue unas tres veces superior al del régimen definitivo, según el IMAE de noviembre. Pero el BCCR estima que el régimen especial significa un 14% del PIB por lo que la contribución al crecimiento es mayor por parte del régimen definitivo.

Para el año recién pasado, el crecimiento acumulado de los últimos años permitió casi recuperar el nivel de ocupación previo a la pandemia. En el trimestre terminado en febrero de 2020 había 2.227.240 personas ocupadas, los datos a noviembre de 2024 de la Encuesta Continua de Empleo del INEC indican que estaban ocupadas 2.218.696. De manera que el nivel de ocupados era menor en solo 8.544 personas, es decir, un 0,38%. Ese pequeño menor nivel de ocupación se da tanto en hombres como en mujeres.

Claro que en el transcurso de estos casi cinco años la población ha crecido un 6,25%. Lo que ha disminuido es la proporción de la población que está ocupada o que busca trabajo. La Tasa de ocupación ha bajado de 56,1% en febrero de 2020 a 52,6% en noviembre del año pasado.

La caída en la ocupación se da en el empleo informal. Mientras el empleo formal es un 15,4% superior al que se daba antes de la pandemia, el informal ha disminuido en 17,9%.

El aumento en el empleo es también mayor para trabajadores más calificados.

Ese crecimiento en la proporción de empleos formales y de empleos más calificados sugiere un aumento en la productividad del trabajo. Ese aumento se refleja en poder producir en 2024 un 18% más que en 2019 con prácticamente la misma cantidad de personas empleadas.

Los ingresos de los trabajadores del sector privado han crecido respecto a su nivel anterior a la pandemia, y han crecido más los que se retribuyen a los trabajadores con menos calificaciones. Como resultado del esfuerzo para controlar el gasto por medio de la regla fiscal y dados los altos niveles de la deuda respecto al PIB que ha prevalecido desde antes de la legislación para controlar la situación fiscal de 2018, los ingresos de los trabajadores del sector público son menores a los que prevalecían antes de la pandemia, lo que ha m-as a los trabajadores con altas calificaciones.

Al cierre de 2024 la inflación interanual fue de un 0,8%, muy por debajo de la banda inferior de la meta inflacionaria del BCCR (2%). Incluso durante la mayor parte del año la inflación interanual fue negativa. Para este año el BCCR estima que la inflación estará dentro de la banda de su meta inflacionaria para el tercer trimestre.

Los datos referentes a las finanzas públicas los toma el BCCR de las estimaciones de Hacienda de diciembre recién pasado.

Con base en ellas considera que el superávit primario disminuirá por segundo año consecutivo en 2024, y que el déficit financiero aumentará, también por segundo año consecutivo. Pero aún con esos cambios ambos valores contribuyen a mejorar la situación fiscal de manera que se estima que la relación deuda pública a PIB al cierre del año 2024 es de 59,8% y por primera vez desde 2019 disminuirá de 60%. Esto permitiría una mayor tasa de crecimiento del gasto para 2026, y no afectaría para ese año la regla fiscal a la inversión pública.

Las estimaciones de Hacienda consideran que el superávit primario aumentará y el déficit financiero disminuirá en este año y el siguiente, con lo que la relación deuda a PIB bajaría a 58,8 a fines de 2026.

Estas son condiciones muy favorables que permitirían aumentar el gasto público para atender de mejor manera las tareas esenciales para el bienestar y el progreso nacional, que se ha visto afectadas por la imperiosa necesidad de poner en orden las finanzas públicas, cuyo ajuste se pospuso por tantos años.

Pero dado el atraso en la atención de estas necesidades en educación, seguridad, salud, programas sociales e infraestructura y el perjuicio para la población de esos atrasos tanto en bienestar presente como en posibilidades de futuro, es necesario no contentarse con estos avances que son limitados y que están en el borde de caer de nuevo en la necesidad de mayores restricciones que se pueden originar por riesgos externos o locales.

La venta del Banco de Costa Rica y la concesión de activos ya en servicio para que empresas privadas paguen por el derecho de cobrar por su uso y se comprometan a dar mantenimiento de primer orden, pueden generar recursos adicionales sin necesidad de aumento de impuestos.

La concesión de obras públicas de envergadura puede acelerar el desarrollo de infraestructura que estamos requiriendo para mejorar el transporte público y disminuir costos de producción.

La apertura del monopolio eléctrico puede generar los mayores volúmenes de electricidad requeridos y bajar los costos, sin necesidad de tanto endeudamiento del sector público, evitar la quema de petróleo que se ha venido dando y se obtendrían los beneficios de energías limpias y de mayor competencia en su generación.

La redirección del gasto mediante restructuración del estado puede transferir recursos hacia los rubros de gasto prioritarios.

Claro que hacia adelante será necesario reconfigurar la estructura tributaria para enfrentar las grandes transformaciones que nos esperan con el cambio en la composición por edades de la población, con el calentamiento global y la necesidad de adaptarnos a él, y con la necesidad de lograr niveles de capacitación cada vez mayores para nuestros ciudadanos.

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