La actividad económica creció un 4,3% en el 2024.

El Banco Central de Costa Rica (BCCR) dio a conocer el Informe de Política Monetaria (IPM) de enero del 2025, en el cual proyecta un crecimiento promedio de la producción en el bienio 2025-2026 de 4%, lo cual representa una desaceleración con respecto al 2024, que cerró con un crecimiento interanual del 4,3%.

En cuanto a la inflación, general y subyacente, el BCCR prevé que retornen en el tercer trimestre del 2025 al rango de tolerancia (±1 punto porcentual) alrededor de la meta del 3%, es decir que se ubique entre un 2 y un 4%.

Dato D+: La inflación al cierre del 2024 acumula 20 meses consecutivos por debajo de la meta de inflación definida por el BCCR.

El Central adelantó que mantendrá una política monetaria prudente, basada en un análisis prospectivo de la inflación y de sus determinantes, así como de los riesgos, cuya materialización podrían desviar la inflación de su trayectoria central.

Mientras que, en el mercado de divisas, participará para atender los requerimientos del sector público no bancario, lo mismo que para mitigar fluctuaciones violentas en el tipo de cambio.

Sobre el desempeño de la economía el año anterior, el BCCR destacó que la tasa de desempleo permaneció relativamente estable en los últimos meses del 2024 (7,3% en el trimestre finalizado en noviembre), lapso en el que simultáneamente se observa una tendencia creciente en la ocupación y participación en el mercado laboral. Los datos de la Encuesta Continua de Empleo a noviembre 2024, muestran que el año pasado la población ocupada se recuperó, luego de haber experimentado una caída en 2023.

En lo que respecta a las finanzas públicas, el Central aseguró que la generación de superávits primarios a lo largo del año contribuyó a que la razón de deuda del Gobierno Central frente al PIB se ubicara por debajo del 60% al término del 2024, según las estimaciones del Ministerio de Hacienda.

Acciones de política del BCCR

Durante el 2024 la Junta Directiva del BCCR redujo la Tasa de Política Monetaria (TPM) en cinco ocasiones, por un acumulado de 200 puntos base (p.b.), como parte del proceso de flexibilización de su política monetaria, iniciado el 15 de marzo del 2023. Entre esta última fecha y octubre del 2024, la disminución acumulada de la TPM fue de 500 puntos base, para ubicarla en 4% anual, donde permanece todavía, tras su primera revisión de política económica de este año.

La Tasa de Política Monetaria es la tasa de interés que el Banco Central usa como referencia cuando inyecta o recoge recursos en el Mercado Integrado de Liquidez (MIL). Se trata del principal instrumento de política monetaria que tiene el Central en su esquema de metas de inflación, y es el que define el corredor de tasas de crédito y depósitos que tiene la institución.

Cuando los bancos piden préstamos al Central, una rebaja en la TPM hace que los bancos tengan que pagar menos por recibir recursos del Banco Central, y por ende trasladan esa reducción a las tasas que cobran a los préstamos de sus clientes.

Mientras que, cuando hay exceso de liquidez y se da una rebaja en la TPM los bancos que colocan recursos a un día en el Mercado Integrado de Liquidez (MIL) reciben menos intereses por esos dineros, lo que incentiva que traten de colocar más recursos en créditos y préstamos y bajen sus tasas de interés para este fin.

De este modo, con una TPM más alta es más caro para las personas adquirir préstamos, desistirán de hacerlo y sus bancos también dejarán de pedirle recursos al Central, limitando la circulación de dinero y por ende la inflación. Los ajustes en la TPM suelen verse reflejados en la Tasa Básica Pasiva unos seis meses después de aplicados.

Desde el BCCR aseguraron en el 2024 el sistema financiero nacional mantuvo una condición amplia de liquidez que, si bien continuó en enero del presente año, ha disminuido. Esto debido, en buena medida, a la cancelación de una parte significativa del crédito concedido por el BCCR a los intermediarios financieros para atender los efectos económicos adversos de la pandemia por el COVID-19.

Aunado a lo anterior, el comportamiento de la liquidez en el periodo en comentario fue explicado, mayormente, por el efecto monetario resultante de la compra neta de divisas del BCCR en el mercado cambiario, compras que se han dado en una situación de abundancia relativa de divisas.

Proyecciones y acciones futuras de política monetaria

Los organismos financieros internacionales estiman que la economía mundial crecerá a tasas modestas y similares a las del 2024. Particularmente el Fondo Monetario Internacional considera que en el bienio 2025-2026, la economía mundial crecería 3,3%. Lo anterior en un contexto de inflación decreciente y de flexibilización monetaria gradual.

Información preliminar proporcionada por el Ministerio de Hacienda indica que en el bienio en comentario se generarían superávits primarios coherentes con el proceso de consolidación fiscal. Los resultados primario y financiero, como proporción del PIB, se ubicarían en 1,5% y -3,1% en el 2025, en ese orden, y en 1,7% y -2,7% en el 2026 (1,3% y -3,5% en el 2024). Con ello, la razón de deuda de Gobierno Central a PIB continuaría por debajo de 60% (59,8% estimado por el Ministerio de Hacienda para el 2024).

Sobre los potenciales riesgos que podrían afectar el desempeño de la economía, el BCCR destacó la permanencia de tasas de interés internacionales elevadas por más tiempo, lo que podría reducir el crecimiento de los principales socios comerciales del país, por tanto, afectar negativamente la demanda externa del país, con el consecuente impacto a la baja en el crecimiento económico local y la inflación.

Además, las posibles restricciones comerciales ante las tensiones entre los países del G7 y China, así como un escalamiento de los conflictos geopolíticos actuales podrían generar disrupciones adicionales en las cadenas de suministro y aumentaría la volatilidad de los precios de las materias primas, lo que presionaría al alza los costos de producción.

Finalmente, el informe señala que las condiciones climáticas extremas no solo podrían propiciar choques de oferta, sino también generar mayores costos en las cadenas de suministro y, con ello, ampliar las presiones inflacionarias.