El sector privado costarricense se encuentra hoy ante una oportunidad única: acelerar el crecimiento empresarial mientras contribuye al bienestar del país.
En una economía donde las empresas generan el 85% del empleo (INEC, 2025), su liderazgo es esencial. Apostar por prácticas más inclusivas y sostenibles no es únicamente una cuestión ética; es una decisión estratégica inteligente que impacta positivamente en la rentabilidad, en la productividad y en la capacidad de competir en mercados cada vez más exigentes.
Dos áreas clave concentran un alto potencial de transformación y beneficio mutuo: la inclusión de mujeres en el mercado laboral y la innovación en sostenibilidad ambiental.
Por un lado, incorporar más mujeres a la fuerza laboral no solo mejora la equidad social, sino que expande el talento disponible, mejora el clima organizacional y aumenta la productividad. A pesar de su alta preparación académica, las mujeres siguen enfrentando barreras estructurales: menor participación, brechas salariales y tasas de desempleo más elevadas. Superar estas barreras no solo es tarea del Estado.
Las empresas pueden beneficiarse directamente de programas de formación, reclutamiento inclusivo, liderazgo femenino y políticas de conciliación. Según la CEPAL, eliminar esas brechas podría traducirse en un aumento de 0,6 puntos porcentuales en el crecimiento del PIB per cápita en América Latina. Además, las empresas con al menos un 30% de mujeres en puestos de alta dirección presentan mejores indicadores de rentabilidad (UN Women, 2011). La evidencia demuestra que avanzar hacia la equidad es a la vez un objetivo necesario y una inversión rentable.
Existen también herramientas y estándares internacionales que pueden guiar a las empresas en este camino. Iniciativas como la certificación Gender Equality Seal del PNUD, los Principios de Empoderamiento de las Mujeres (WEPs) promovidos por ONU Mujeres, el Pacto Global de las Naciones Unidas y los Principios de Banca Responsable del UNEP-FI ofrecen marcos concretos para evaluar, mejorar y comunicar el compromiso empresarial con la igualdad de género, la sostenibilidad y los derechos humanos. Adoptar estas herramientas no solo aporta valor reputacional, sino que facilita el acceso a oportunidades de financiamiento y alianzas estratégicas.
Por otro lado, en el ámbito ambiental, invertir en innovación y sostenibilidad no es un costo, es una ventaja competitiva. La transición hacia energías renovables, la eficiencia energética y la economía circular reduce costos operativos, protege la cadena de valor frente a crisis climáticas y abre puertas a mercados internacionales que exigen cada vez más criterios ambientales.
El Informe de Financiamiento para el Desarrollo (2024) destaca que las personas consumidoras, inversionistas y entidades reguladoras priorizan productos sostenibles. Integrar prácticas ambientales sólidas no es solo una acción responsable es una apuesta por la viabilidad a largo plazo.
La adopción de prácticas empresariales inclusivas y sostenibles es decisiva para el progreso de Costa Rica en esta etapa clave de su historia. Haber alcanzado la categoría de país de ingreso alto plantea un reto adicional: que el crecimiento económico vaya de la mano de mayor equidad, sostenibilidad ambiental y resiliencia social.
El sector empresarial tiene todo el potencial para liderar este proceso de transformación y no está solo: el Sistema de Naciones Unidas promueve alianzas con empresas, instituciones públicas y sociedad civil, ofreciendo herramientas concretas que faciliten la incorporación de modelos de negocio responsables, innovadores y alineados con los objetivos del desarrollo sostenible.
Costa Rica participó en la Cuarta Conferencia Internacional sobre Financiamiento para el Desarrollo, celebrada en Sevilla, España, donde el país destacó el potencial de instrumentos financieros innovadores—como los bonos sostenibles y las inversiones de impacto—que permiten al sector empresarial alinear sus operaciones con metas sociales y ambientales y, al mismo tiempo, acceder a mayor capital para crecer con propósito.
El sector empresarial costarricense tiene la invitación puesta sobre la mesa para explorar estas oportunidades, para incorporar prácticas inclusivas y sostenibles en sus modelos de negocio, y para formar parte activa de las alianzas estratégicas que están marcando el rumbo del desarrollo. Lo que está en juego no es solo el cumplimiento de metas globales, sino la posibilidad concreta de fortalecer sus propias capacidades, diversificar mercados y generar valor compartido.
Construir una economía más resiliente, más humana e innovadora requiere tanto visión como determinación. Pocas decisiones empresariales son tan acertadas como aquellas que permiten impulsar el crecimiento mientras generan valor y bienestar de manera responsable. Ahora es el momento de emprender ese camino con convicción, dinamizando al sector empresarial y asegurando que nadie se quede atrás.
Este artículo representa el criterio de quien lo firma. Los artículos de opinión publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de este medio. Delfino.CR es un medio independiente, abierto a la opinión de sus lectores. Si desea publicar en Teclado Abierto, consulte nuestra guía para averiguar cómo hacerlo.