Parece una utopía tener sentado a un equipo municipal junto con un grupo diverso de actores clave representativos del cantón, sin permiso de hablar en nombre del interés propio, sino el del cantón completo.
Imagínese a ese grupo alrededor de un mapa del cantón y sus colindancias, preguntándose qué fortalezas son únicas de su geografía, historia, demografía, experiencia. Y cómo potenciar esas cualidades de manera sostenible para impulsar su desarrollo a lo largo de los próximos 30 años.
Cómo aprovechar las oportunidades del entorno, y a la vez proteger lo mejor de sus valores, cultura e idiosincrasia. Y qué proyectos demuestran la mayor evidencia de generar este impulso, con impacto positivo para la mayor cantidad de ciudadanos de sus distintos distritos.
Cuánto cuestan esos proyectos, qué retorno social y económico, sobre la inversión, aportan, y quién se apunta a invertir a ese desarrollo, bajo el lema de “no hay gobiernos ni empresas exitosas en sociedades fracasadas”.
Imagínese a los empresarios de esa mesa levantando el teléfono para mover voluntades del sector privado, a los alcaldes y sus equipos alineando y eficientizando procesos y acciones para impulsar estos proyectos visionarios, y a sus equipos técnicos asegurando la calidad e solidez técnica de las obras.
Esto se vive hace muchos años en el Reino Unido, cuando después de 4 décadas y 25 intentos fracasados por aprobar proyectos planteados por uno y otro gobierno local en el poder, decidieron mejor sentar a todos a la mesa, incluyendo al sector privado, para entrarle a un objetivo común; sólo entonces y entre todos pudieron aprobar uno de los proyectos de infraestructura más grandes de su historia moderna. Y lo hicieron de esta manera.
El modelo se replicó luego a otros países, tanto desarrollados como en vías de desarrollo: sentar actores clave diversos a la mesa, bajo un interés superior, impulsando proyectos estratégicos de beneficio colectivo, sostenibles en el largo plazo, con el apoyo financiero, humano y técnico que se requiere, buscando retorno social y económico colectivo (lo cual reduce objeciones mayores).
La buena noticia es que, en Costa Rica, que siempre se ha atrevido a innovar como los grandes, varios cantones ya han adoptado este modelo, y están ocurriendo estas “mesas de diseño”. No se llega a negociar, se llega a diseñar futuro.
El reto siguiente: sumar actores de instituciones públicas como AYA, Incofer, otros, en función de estos proyectos visionarios, con visión estratégica y enfoque a resultados, y desentrabar amarras al desarrollo.
El lunes 17 de 10 a 2:30 en el Colegio Federado de Ingenieros y Arquitectos, varias de ellas compartirán los proyectos que están logrando impulsar bajo este modelo, proyectos que estaban “guardados en gavetas”, hasta que la magia de gobernar en red, con mentalidad de propósito superior, empezó a sentarse también a la mesa.
Este es un programa financiado por el BID, adjudicado al MOPT, liderado por actores clave por cantón, impulsando el desarrollo “de abajo hacia arriba”. Interesante versión de democracia, para mí necesaria, en esta época de modelos desgastados.
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