Soy una persona de la tercera edad y también, como usted  lo es hoy, yo he sido figura pública.  Soy enteramente producto de la educación pública y participé activamente en las luchas estudiantiles universitarias contra la venta de la isla del Caño, ALCOA o el Código de Minería y luego en el combo del ICE y otras recientes.  No sé si usted las recuerda.  Como persona adulta mayor comprendo bien su situación  pero no su reacción pues también vuelvo a sentir la angustia que teníamos  cuando jóvenes por las medidas que se estaban tomando para afectar el ambiente o la educación y por ello también comprendo la desazón estudiantil.  ¡Diálogo es lo que necesitamos! Mi campo es la educación y ahí me desarrollé como profesional y compartí diversos espacios para fortalecerla, no para debilitarla como está ocurriendo actualmente.  

El presupuesto asignado por ustedes ha disminuido significativamente y nos lleva  a  un retroceso de casi 20 años para la educación y también para la condición humana de las familias,  pues los más afectados han sido  los programas de equidad.  Un país que desea prosperar no puede debilitar su educación ni su inversión social como se hace hoy, porque esa inversión es su futuro y el de esta juventud que hoy protesta.  

La merma en el presupuesto en educación afecta directamente a los hogares de más escasos recursos,  si se dan recortes en  transporte estudiantil, becas,  programas de vida estudiantil, arte, cultura, deportes , y sobre todo en la atención de comedores escolares.  Todo esto incide directamente en el bienestar de las personas.  Estamos ante una discusión fiscalista contra una de desarrollo humano y Costa Rica no puede perder el camino andado.

Yo me pregunto, ¿cómo estarán haciendo las familias que deben enviar a  sus hijos a escuelas cada vez más inadecuadas,  con ambientes de aprendizaje deteriorados, con recortes severos en apoyo social, sin adecuada alimentación, con necesidades económicas urgentes, de salud, de vivienda…? 

Sé que el personal docente del MEP hace, en las instituciones educativas y desde las diferentes direcciones nacionales y regionales, lo que puede.  Busca resolver los problemas y dan lo mejor de sí.  Siguen a como pueden (sin adecuada capacitación) los programas aprobados recientemente por el Consejo Superior de Educación, a falta de una ruta para la educación.  También hay apoyo de las familias y de las comunidades.  Pero la responsabilidad de lo que ocurre en educación, a nivel nacional, es del Gobierno y eso no parece estar siendo asumido adecuadamente ni es  justo.

Ojalá usted logre poner, en la adecuada  dimensión, la gravedad de lo que sucede.  Estamos ante un retroceso de casi 20 años que limitan las posibilidades de avance del país, en un momento crucial en donde las habilidades para saber hacer, conocer y (con)vivir son la base para avanzar.  

Señora ministra, para gobernar es necesario tener dos  cosas:  conocimiento y corazón.  Y especialmente en educación, porque incidimos directamente en el futuro de mucha gente.

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