Ocho científicas y científicos participaron del estudio que se publicó en la revista Frontiers in Cellular and Infection Microbiology.

Científicos costarricenses participaron en estudio que revela dificultades para diagnosticar dengue, zika y chikunguña solo por valoración clínica.

Durante el 2017 y el 2018, un total de 246 muestras de pacientes recibieron diagnóstico presuntivo de dengue cuando no tenían esta enfermedad. A ese resultado llegó un nuevo estudio científico publicado en junio del 2024 en la revista Frontiers in Cellular and Infection Microbiology.

El estudio fue realizado por un total de ocho científicas y científicos, entre ellos, del Centro de Investigación en Enfermedades Tropicales (CIET) de la Universidad de Costa Rica (UCR), así como el Instituto de Virología de Berlín (Alemania), la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) y del Instituto Costarricense de Investigación y Enseñanza en Nutrición y Salud (Inciensa).

La investigación destaca que la semejanza de los síntomas es tan elevada entre el dengue, el zika y el chikunguña, que se hace altamente complejo diagnosticar de manera certera los casos solo por valoración clínica.

La viróloga de la UCR e integrante del equipo investigador, Eugenia Corrales Aguilar, comentó que desde la CCSS mandaban las muestras de personas que clínicamente estaban como sospechosas de tener dengue, zika o chikunguña, y hacían los análisis moleculares específicos, se dieron cuenta que  muchas muestras que no correspondían a ninguna de esas tres enfermedades.

El documento expone que se analizaron un total de 399 muestras que, a nivel clínico, eran presuntivas de dengue. Dichas muestras recolectadas fueron de suero en sangre y de orina de pacientes en fase aguda, provenientes de dos centros de salud de Costa Rica durante el 2017 y el 2018.

Eugenia Corrales Aguilar, Coordinadora de la Virología en el Centro de Investigación en Enfermedades Tropicales. Eugenia Corrales Aguilar, Coordinadora de la Virología en el Centro de Investigación en Enfermedades Tropicales.

Como resultado, solo el 10.3 % de las muestras, fueron confirmadas positivamente para dengue mediante prueba PCR. El 27.3 % fue confirmado para zika y solo el 0.2 % para chikunguña. El resto de los casos que creían ser de dengue (60.6 %), no lo eran.

Sin claridad de qué eran, los científicos sospechan que podría deberse a otros virus (incluso subtipos aún no identificados en el país), que circulan en el ambiente y que interfieren para proporcionar un diagnóstico certero.

Corrales Aguilar indicó:

En este momento, nosotros estamos investigando a qué podría deberse estos otros casos. El problema es que identificar otros virus es muy difícil porque, cuando una persona ya presenta síntomas, el virus en la muestra ya está en muy baja concentración y el PCR no lo capta, o bien, el virus ya no está en el organismo del paciente".

Y continuó:

La respuesta inmunológica que vemos en el paciente es una posinfección viral. Entonces, lo que nosotros estamos haciendo en este momento es serología; es decir, ver la presencia de anticuerpos contra otros virus, de la familia de los arbovirus, con el fin de analizar si hay otros circulando en el país que no se están identificando, ya sea porque son virus nuevos o por cualquier otra razón”.

La especialista explicó que otra de las principales razones del porqué se dificulta confirmar los casos de dengue, zika o chikunguña en Costa Rica, es una decisión que tomó la Organización Mundial de la Salud (OMS) en el 2009 debido a que estableció una clasificación clínica.

Imagen de las larvas del mosquito del dengue.

Esa clasificación clínica consistió en que toda persona con fiebre, proveniente de una zona endémica y que presentara leucocitos, así como plaquetas bajas, se diagnosticara automáticamente como sospechosa de dengue, explicó la UCR en un comunicado.

El problema, comentó la experta, es que eso se siguió manteniendo en el tiempo y llegó un momento en que dicha definición tan simplificada no era suficiente para una confirmación certera de los casos.

¿Qué es lo que pasa? Que esas 246 muestras se diagnosticaron erróneamente bajo la sombrilla de dengue. Esta sombrilla es la que considera que toda persona que está en una una zona endémica de dengue, que viene con fiebre y con trombocitopenia, disminución de plaquetas, tiene esa enfermedad".

La investigadora dijo que con este estudio se deja ver que es muy difícil diferenciar si una persona tiene dengue, zika o chikunguña solo por esa valoración clínica, por el hemograma (para saber si hay o no disminución de plaquetas), por sarpullido o por el dolor retroorbital, dolor detrás del ojo, un síntoma bastante frecuente en dengue. "Estos criterios no son suficientes para un diagnóstico concluyente”, agregó.

Por lo tanto, aunque todos los indicios clínicos apunten que un paciente podría tener dengue, zika o chikunguña, es posible que la persona no presente ninguna de esas tres enfermedades.

El estudio concluye que es crucial fortalecer los programas de capacitación para profesionales de la salud y aumentar la investigación basada en evidencia científica a fin de mejorar la precisión diagnóstica.

Corrales Guilar explicó que los diagnósticos certeros permiten la vigilancia epidemiológica lo que, a su vez, previene la circulación o expansión de los virus. También evita que las personas se compliquen por dengue hemorrágico y mejora el cuadro del paciente.

Añadió que antes, los diagnósticos moleculares eran muy caros. Pero, debido a la pandemia y a todo el desarrollo tecnológico que hubo, se han aminorado los costos y el mismo país se armó de equipo y de personal profesional capacitado que sabe hacer este diagnóstico molecular.

No podemos asumir que el diagnóstico es mágico y que todas las técnicas me van a permitir darle nombre y apellido a las enfermedades o cuadros que hay. Por eso, es importante el abordaje integral”.

Este trabajo proporciona una visión valiosa sobre los desafíos y las necesidades en la gestión de brotes de arbovirus en regiones tropicales y subtropicales, compartieron desde la UCR. Asimismo, subrayaron la importancia de estrategias de salud pública basadas en evidencia para abordar estas amenazas.

Además de Corrales Aguilar, las personas científicas participantes son: Claudio Soto Garita, Tatiana Murillo, Ileana Chávez Peraza, Josué Campos Ávila, Grace Prado Hidalgo, Jan Feliz Drexler y Andrés Morera Soto.