En el dinámico entorno laboral de hoy, marcado por avances tecnológicos y la creciente presencia de la inteligencia artificial, la clave para la empleabilidad no reside únicamente en el dominio de estas herramientas por más modernas que sean.
Más bien, se enfoca en desarrollar una serie de habilidades esenciales, cuyo proceso no se puede forzar ni precipitar: inicia desde la infancia.
Las habilidades blandas, también conocidas como competencias transferibles, son esenciales para adaptarse y prosperar en el mercado laboral actual. Estas incluyen la capacidad de aprendizaje continuo, responsabilidad, trabajo en equipo y otras competencias que influyen en los criterios que utilizan los departamentos reclutadores actualmente para tomar una decisión.
Muchas veces se puede pensar que esas habilidades se desarrollan en el proceso de elección de carrera o incluso en situaciones apremiantes como encontrarse sin empleo. Sin embargo, se deben fomentar desde la infancia guiados por el apoyo profesional de un orientador o una orientadora.
Estar consciente de lo que esto significa es importante pues por un lado, se fomenta un enfoque de aprendizaje continuo que permite a los individuos adaptarse a nuevas circunstancias y tecnologías, manteniendo su relevancia y competitividad y por otro, habilidades como la responsabilidad, el trabajo en equipo, la comunicación efectiva y la resolución de problemas se forman y refinan a través de experiencias y reflexiones desde la niñez. Estas competencias no pueden ser sustituidas por la tecnología y son críticas para el éxito profesional.
Desde la adolescencia, es vital que las y los estudiantes tengan experiencias que les permitan explorar diferentes campos y roles profesionales. Esto no solo les ayuda a identificar sus intereses y fortalezas, sino que también les proporciona una base sólida para tomar decisiones informadas sobre su futura carrera.
En este sentido, las y los profesionales en Orientación juegan un rol esencial pues, su preparación técnica y su enfoque hacia lo humano, hace que tengan la capacidad para crear espacios de aprendizaje que promuevan el desarrollo integral de las personas estudiantes, tanto en competencias técnicas como en habilidades blandas
Mediante la Orientación, las y los estudiantes aprenden a reflexionar sobre sus experiencias, identificar sus áreas de mejora y plantear nuevos objetivos. Este proceso es fundamental para el aprendizaje continuo y el desarrollo personal y profesional.
Los individuos con un perfil bien desarrollado son más propensos a encontrar satisfacción en su trabajo. Tienen las habilidades para enfrentar desafíos, adaptarse a cambios y buscar oportunidades de crecimiento, lo que contribuye a su bienestar y realización personal.
Y un mercado laboral compuesto por personas con habilidades blandas y técnicas bien desarrolladas es más dinámico y competitivo. Las empresas se benefician de empleados capaces de innovar, colaborar y resolver problemas de manera efectiva, lo que a su vez impulsa el crecimiento económico del país.
En conclusión, construir un perfil empleable es un proceso que debe iniciarse desde la niñez y la adolescencia, integrando tanto la adquisición de conocimientos técnicos como el desarrollo de habilidades blandas.
Las y los profesionales en Orientación tienen un papel crucial en este proceso, guiando a las personas estudiantes y ayudándoles a prepararse para el mundo laboral. Invertir en esta preparación temprana no solo beneficia a los individuos, sino que también fortalece la calidad del mercado laboral en Costa Rica, contribuyendo al bienestar y desarrollo del país en su conjunto.
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