La empresa genuinamente se interesa por el bienestar de su personal, sobre el ambiente de trabajo, las preocupaciones de sus trabajadores y las cosas que pueden mejorar.
Cada cierto tiempo, recursos humanos pasa encuestas que se responden de forma anónima para medir cómo van las cosas y tomar decisiones sobre beneficios, condiciones, áreas de mejora, etc.
Esta vez, los resultados apuntan a la necesidad de revisar los esquemas de compensación, a mejorar la comunicación entre los departamentos y, curiosamente, se solicita intervención para hacer algo con un sujeto no identificado que se refiere a sus compañeras como “Mi confitico de mora”. Se toma nota de la importancia de repasar la política contra el hostigamiento sexual.
Ante la solicitud que muchos trabajadores hacen, se plantea la posibilidad de iniciar programas de capacitaciones, eso sí, en áreas de interés para la empresa y que conlleve el pago de parte del costo del programa de educación. La intención es que eso genere compromiso y no pase como con las clases de inglés, que más de uno dejó botadas.
Hay algunos señalamientos válidos, pero respecto a los cuales no es posible hacer nada, por ejemplo, la posibilidad de un crecimiento profesional mayor. La empresa ha crecido, pero no da para tanto. O de créditos blandos para comprar todos un carro nuevo de agencia. La intermediación financiera no es, ni de cerca, el negocio central de la empresa.
En general, realizar la encuesta fue una buena idea y que de ella se derivan muchas cosas positivas, temas por aclarar, proyectos por iniciar.
Pero hay dos casos que llaman la atención y que reproducimos para efectos de análisis:
¿Cómo se siente trabajando aquí?
Mal. Estoy con depresión, ansiedad y todos los días ando de chicha y cuando no, me encierro en el baño a llorar".
¿Cuáles son las cosas positivas de su trabajo en la empresa?
Ninguna. Es un martirio diario".
¿Qué podemos mejorar?
Nada. Todo apesta".
¿Cómo describiría su ambiente de trabajo?
Lo odio. Preferiría estar encadenado en el infierno".
¿Cómo se lleva con sus compañeros de trabajo?
Pésimo. No he conocido nunca un grupo de gente más insoportable, hachera e hipócrita, siempre listos a clavar el puñal o serruchar el piso".
¿Tiene sugerencias para la empresa?
Ninguna. No me importa, no es asunto mío".
Si se trató de una broma, fue de muy mal gusto. Además de que no es el lugar ni el momento.
Si aprovechó la anonimidad y respondió sinceramente, uno entiende que la necesidad obliga a muchas cosas, pero definitivamente, la empresa no es el lugar adecuado para esta persona y que lo mejor sería que busque vida en otra parte.
En un mundo ideal —porque se vale soñar— esa persona se acercaría a la gerencia y expondría que se quiere ir pero sin perder su cesantía. Tal vez algo se pueda hacer.
Pero, mientras tanto, qué difícil saber que convivimos en el día a día con alguien así.
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