Desde el calor extremo y la subida del nivel del mar hasta la pérdida de biodiversidad y la contaminación, la Madre Tierra está en peligro y hace una clara llamada a la acción: la necesidad de cambiar a una economía más sostenible que funcione tanto para las personas como para el planeta”. Naciones Unidas.
Cada 22 de abril, el mundo conmemora el Día de la Tierra, una fecha que nos invita a reflexionar sobre nuestra relación con el planeta que habitamos. En este día, recordamos la fragilidad de nuestro ecosistema y la urgencia de tomar acciones para preservar la Tierra.
Más allá de las palabras y los gestos simbólicos, el Día de la Tierra debe ser un llamado a la acción concreta. La Tierra se encuentra en un estado crítico, amenazada por el cambio climático, la contaminación, la deforestación y la pérdida de biodiversidad. Las consecuencias de estas crisis ambientales ya no son solo una idea en el colectivo, esas consecuencias se han materializado en todo el mundo con eventos climáticos extremos, escasez de agua, inseguridad alimentaria y desplazamiento de poblaciones.
Para detener este peligroso curso, debemos actuar con urgencia y determinación. Esto implica reducir drásticamente nuestras emisiones de gases de efecto invernadero, transitar hacia energías renovables, detener la proliferación de la actividad petrolera, proteger los ecosistemas naturales y adaptarnos a los cambios que ya están en marcha. La ciencia es clara: si no tomamos medidas significativas ahora, las consecuencias serán catastróficas para las generaciones presentes y futuras.
Aunque nos parezca difícil de digerir, en pleno 2024 todavía existen grupos de personas que siguen sin creer en la realidad del cambio climático. Si bien es cierto después de décadas de evidencias científicas, los negacionistas climáticos puros han perdido visibilidad e influencia, ahora proliferan otros discursos más sutiles de desinformación de cambio climático, donde el objetivo es retrasar la acción.
Según la Organización Meteorológica Mundial (OMM) la temperatura media mundial cerca de la superficie en 2023 fue 1,45 ± 0,12 °C superior al promedio preindustrial de 1850-1900. El año 2023 fue el más caliente de los 174 años de registros de observaciones, batiendo el récord alcanzado en los años más cálidos anteriores: 1,29 ± 0,12 °C por encima del promedio de 1850-1900 en 2016, y 1,27 ± 0,13 °C en 2020. ¿Es posible sostener que el calentamiento global no afecta el desarrollo y crecimiento económico?
Como lo indicó la OMM en su informe sobre el estado del clima mundial 2023, “las olas de calor, las crecidas, las sequías, los incendios forestales y la rápida intensificación de los ciclones tropicales provocaron desdicha y caos, trastornando la vida cotidiana de millones de personas y ocasionando pérdidas económicas valoradas en miles de millones de dólares”.
En la lucha contra el calentamiento global, se ha vuelto imperativo reconocer y aprovechar el papel fundamental de la naturaleza en el desarrollo económico sostenible. Es urgente desmentir los argumentos que fortalecen la dicotomía entre la conservación del medio ambiente y el progreso económico. Este planteamiento erróneo está siendo desafiado por una comprensión más profunda de cómo la preservación de los ecosistemas naturales puede ser un motor para el crecimiento económico y la estabilidad a largo plazo.
Entonces cuando hablamos de cambiar el curso y saldar nuestras deudas con el planeta tierra, no hablamos de ocurrencias ideológicas ni de ideas “del corazón”, hablamos de promover modelos sostenibles como la economía circular y promover la resiliencia climática de nuestros sistemas. El tema es que, aunque muchos quieran disfrazar a las personas que creemos en el desarrollo sostenible y la importancia de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de conservacionistas radicales, el calentamiento global y el cambio climático afectan realmente el funcionamiento de nuestros modelos económicos y de producción. ¿La producción agropecuaria es sostenible en el tiempo a pesar de la escasez de agua? ¿Será que las industrias son inmunes a las inundaciones? ¿Las materias primas de cientos de actividades siguen estando presentes a demanda?
El capital natural, que comprende los recursos naturales y los servicios ecosistémicos que proporciona nuestro entorno, es un activo invaluable para el desarrollo económico. Desde la provisión de alimentos y agua hasta la regulación del clima y la mitigación de desastres naturales, los servicios ecosistémicos son fundamentales para el bienestar humano y el funcionamiento de la economía global. No es de recibo que sigamos maquillando prácticas irresponsables a nivel ambiental bajo el concepto de “extractivismo sostenible”, decir que “es momento del desarrollo sostenible” tampoco es correcto, el momento nos pasó de lejos hace años.
Esto ahora es un tema de supervivencia y hay que tomar las medidas pertinentes al entenderlo de esa manera. Es hora de dejar de lado las excusas y las falsas dicotomías. La protección del medio ambiente no es incompatible con el desarrollo económico, por lo contrario, es esencial para el mismo.
Este artículo representa el criterio de quien lo firma. Los artículos de opinión publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de este medio.