La semana pasada conmemoramos el Día Internacional de la Mujer, una fecha con profundas raíces en los movimientos laborales y de lucha por los derechos femeninos del siglo XIX y principios del XX. Recordamos con tristeza el trágico evento de 1908, cuando 129 mujeres perdieron la vida en un incendio en una fábrica de textiles en Nueva York, donde protestaban contra las injustas condiciones laborales.

El impacto de esta tragedia y las posteriores luchas laborales y feministas han dejado un legado duradero, sirviendo como un poderoso recordatorio de la necesidad de promover la igualdad de género y los derechos humanos en todo el mundo. Sin embargo, a pesar de los avances logrados, aún enfrentamos desafíos significativos en la búsqueda de la igualdad de género.

El informe Global Gender Gap Report del 2023 del Foro Económico Mundial estima que se necesitarán 131 años para cerrar la brecha de género. Este informe, que evalúa las brechas de género en diferentes países, destaca la persistencia de desigualdades en áreas como la igualdad económica, la participación política, la educación y la salud. Aunque hemos avanzado, queda claro que aún hay mucho por hacer.

Es vital reconocer que aumentar la participación femenina en todos los ámbitos es necesario, pero no suficiente. Los líderes de las organizaciones deben formar equipos diversos para promover una cultura inclusiva, pero esto por sí solo no basta. Es crucial que los colaboradores se sientan seguros y capacitados para aportar sus ideas, ya que escuchar a todos y crear un entorno propicio para la innovación son elementos clave para impulsar el progreso.

Gestionar la diversidad e inclusión en las empresas es esencial para cultivar entornos laborales equitativos y productivos. Esto implica un compromiso firme desde la alta dirección, que debe liderar con el ejemplo y establecer políticas concretas que fomenten la diversidad y la inclusión en todos los niveles de la organización. Los líderes necesitan reconocer la importancia de la diversidad, no sólo de género, sino también de etnia, edad, orientación sexual y otras dimensiones de la identidad, enriqueciendo así la fuerza laboral y promoviendo la innovación. Además, es fundamental contar con programas de capacitación y sensibilización sobre diversidad e inclusión para aprender a aprovechar al máximo los beneficios de la diversidad.

Para disminuir la brecha de género, es fundamental revisar y modificar las políticas de contratación y promoción dentro de las empresas. Esto incluye implementar prácticas de contratación y promoción inclusivas que eliminen sesgos y discriminaciones en el proceso de selección, así como promover activamente la equidad salarial y las oportunidades de desarrollo profesional para mujeres. Además, la creación de grupos de afinidad dentro de la empresa, donde las personas puedan compartir experiencias y apoyarse mutuamente, puede contribuir a un sentido de pertenencia y comunidad en el lugar de trabajo, promoviendo así la igualdad de género y la inclusión.

Para impulsar y ejecutar estas iniciativas dentro de la organización, los departamentos de recursos humanos desempeñan un papel clave en la creación de un entorno de trabajo diverso e inclusivo mediante la implementación de políticas, programas y prácticas que promuevan la equidad y el respeto en toda la organización.  También, juegan un rol relevante en el monitoreo y medición del impacto de las iniciativas de igualdad de género, lo que implica establecer indicadores claros para evaluar la participación de mujeres en roles y niveles, así como la equidad salarial y la inclusión en la toma de decisiones. Al hacerlo, se pueden identificar áreas de mejora, ajustar estrategias y demostrar el compromiso con la igualdad y la transparencia. El monitoreo constante permite convertir las palabras en acciones tangibles y generar un cambio real en la organización y la sociedad.

El Día Internacional de la Mujer nos brinda la oportunidad de reflexionar sobre los avances logrados y los desafíos que aún enfrentamos en la lucha por la igualdad de género. Esta lucha trasciende la mera justicia social, ya que está intrínsecamente ligada al desarrollo económico y social. Al empoderar a las mujeres y garantizar su plena participación en todos los aspectos de la sociedad, no solo estamos promoviendo la equidad, sino también impulsando el crecimiento económico y la prosperidad para todos. ¡Sigamos uniendo esfuerzos y trabajando juntos para construir un mundo más inclusivo, equitativo y próspero para cada individuo!

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