La inversión extranjera directa (IED) es crucial para el crecimiento económico, la innovación y la creación de empleos. Sin embargo, para maximizar su impacto, debe beneficiar a todos. Las mujeres están subrepresentadas en sectores clave como la energía y la economía digital, tanto en países desarrollados como en desarrollo. Aumentar su participación puede generar beneficios económicos significativos. Además, las brechas salariales persisten, con mujeres ganando menos que los hombres y un liderazgo predominantemente masculino en grandes corporaciones. Reducir estas disparidades podría impulsar el crecimiento económico global, pero se necesitan políticas y reformas específicas.
El caso empresarial a favor de la inclusión
Investigaciones de la Unctad muestran que las empresas con más mujeres en liderazgo son más innovadoras y rentables. La IED puede impulsar la igualdad de género si se aprovecha bien. En algunos mercados, las empresas extranjeras contratan más mujeres en puestos calificados y ofrecen mejores salarios que las locales. En Costa Rica, el 55,5% del empleo neto creado por las empresas extranjeras atraídas por CINDE corresponde a mujeres. Este avance ha permitido que más del 45% de los 200.000 empleos directos en el año 2024 sean ocupados por mujeres, superando en 6 puntos porcentuales el promedio nacional. Las multinacionales provenientes de países con alta igualdad de género pueden transferir prácticas inclusivas, mejorando así la retención de talento y la eficiencia laboral en los países anfitriones. La inversión extranjera directa (IED) puede elevar la participación económica de las mujeres: donde aumenta la inversión extranjera, más mujeres inician negocios y participan activamente en la economía. Las multinacionales tienen la capacidad de invertir en capacitación, mentoría y redes para fortalecer a las empresarias y trabajadoras.
Para los gobiernos, integrar la perspectiva de género en las estrategias de inversión constituye una ventaja competitiva significativa. Los países con una alta participación femenina en la fuerza laboral y en el ámbito empresarial tienden a atraer más inversión extranjera directa (IED) debido a que reflejan un entorno empresarial progresivo y estable. Por ejemplo, la Unctad ha demostrado que las agencias de promoción de inversiones pueden fomentar la igualdad de género al conectar empresas lideradas por mujeres con cadenas de suministro globales, apoyar a empresarias y atraer inversiones que generen mejores oportunidades para las mujeres.
Además, una mayor participación femenina puede incrementar la atracción de IED. Los países que invierten más en la educación y el desarrollo de habilidades de las mujeres crean una fuerza laboral más atractiva para los inversionistas extranjeros. Aunque las mujeres han avanzado en su ingreso a campos de la ciencia, la tecnología y la ingeniería (STEM) en los últimos años, todavía están significativamente subrepresentadas en estos sectores. Esto sugiere una reserva de talento sin explotar que podría ser desbloqueada mediante políticas de inversión más inteligentes. Las empresas multinacionales también pueden contribuir a cerrar las brechas de habilidades e impulsar la innovación promoviendo la educación STEM y las oportunidades profesionales para las mujeres.
Más allá del capital
Para fortalecer las economías a través de la IED, los gobiernos pueden tomar medidas específicas para ayudar a las empresas y a los inversionistas a aprovechar las oportunidades existentes.
En primer lugar, ampliar el acceso a la inversión para las empresas subrepresentadas, incluidas las dirigidas por mujeres, puede fomentar un mercado más competitivo. Muchas empresas de alto potencial no se aprovechan como oportunidades de inversión debido a barreras estructurales, no a la falta de viabilidad económica.
En segundo lugar, los gobiernos deben utilizar el talento de todos los grupos demográficos para lograr un crecimiento a largo plazo. Las habilidades y la educación de la fuerza laboral siguen siendo factores clave de la IED. A medida que las economías invierten en ciencia, tecnología e ingeniería, deben garantizar una participación amplia e inclusiva en estas áreas para ayudar a satisfacer la creciente demanda de mano de obra calificada de los inversionistas.
En tercer lugar, los formuladores de políticas y las empresas pueden mejorar las estrategias de inversión utilizando datos para rastrear y analizar las tendencias de la fuerza laboral, garantizar que el capital se dirija hacia las oportunidades más productivas e identificar las brechas que deben abordarse. En muchos países, los datos sobre las empresas propiedad de mujeres siguen siendo escasos, lo que dificulta evaluar plenamente su contribución económica y desbloquear su potencial. Las multinacionales pueden contribuir compartiendo las mejores prácticas y datos sobre diversidad de género, mientras que organizaciones como la Unctad pueden desempeñar un papel vital en la recopilación, análisis y difusión de datos desglosados por género, para evaluar mejor el impacto económico de la participación de las mujeres.
La inversión futura no se trata sólo de capital. Se trata de maximizar el potencial económico y humano. Garantizar que las estrategias de inversión gubernamentales reconozcan toda la gama de talentos, innovación y potencial empresarial conduce a economías más fuertes y empresas más resilientes.
Ampliar la participación en la inversión es una estrategia económica comprobada que fortalece los retornos, mejora los resultados comerciales y mejora la competitividad global. La cuestión ya no es por qué esto importa, sino cuán rápidamente las economías pueden capitalizar las oportunidades disponibles.
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