Este es el resultado de una investigación internacional que dató 74 sitios arqueológicos de arte rupestre en Guanacaste.
Guanacaste está lleno de arte rupestre y así nos lo demuestra la exposición "Un pasado entre líneas: manifestaciones rupestres en la Cordillera Volcánica de Guanacaste" que Museos del Banco Central tiene habilitada en este momento y cuyo acceso es abierto a todo público.
La obra se basa en una investigación sobre esta manifestación rupestres en la Cordillera de Guanacaste, la cual se realizó entre 2017 y 2022 y se trabajó en conjunto con arqueólogos de Alemania y Francia, con el fin de estudiar, relocalizar y registrar los sitios arqueológicos con motivos en roca de la zona, para tratar de conocer, en la medida de lo posible, quiénes, cuándo, cómo y por qué se elaboraron.
La iniciativa, llamada Proyecto Arqueológico Guanacaste (PRAG), fue liderada por los arqueólogos Philippe Costa, del Centro Francés de Estudios Mexicanos y Centroamericanos; Priscilla Molina Muñoz, de Museos del Banco Central; Martin Künne, de la Universidad de Bonn y especialista en arte rupestre de Costa Rica y Panamá; y Eric Gelliot, del Instituto Nacional de Investigaciones Arqueológicas Preventivas de Francia.
En esta ocasión, y para profundizar en los descubrimientos principales de la investigación, desde Delfino.cr conversamos con Costa y con Molina, quienes nos ampliaron sobre los descubrimientos realizados en este periodo y a los que ahora se puede acceder en la exposición del museo.
Según Costa:
Guanacaste está lleno de arte rupestre, como probablemente lo esté todo Costa Rica. Cuando nosotros empezamos la investigación ya habían sitios registrados pero esos prácticamente solo los conocían los que trabajan en el Museo Nacional y algunos arqueólogos especializados. Es verdad que no se ha enfatizado en difundir estos sitios, aunque son muchos y cuando nosotros empezamos, había unos 50 sitios registrados y nosotros logramos registrar unos veinte".
El PRAG es un proyecto multinacional en el que trabajaron los Museos del Banco Central, el Área de Conservación Guanacaste (ACG), la Rheinische Friedrich-Wilhelms-Universität Bonn, la Deutsche Altamerika Stiftung (DAS), el Laboratoire d’Archéologie des Amériques y el Centro Francés de Estudios Mexicanos y Centroamericanos (CEMCA), así como el Servicio de Cooperación y de Acción Cultural para América Central (SCAC).
Según nos explicó Costa:
El proyecto nació de una iniciativa francesa. Yo ya había estudiado el arte rupestre en El Salvador y en otros países más al norte de Centroamérica y bueno, desde esa perspectiva, me interesaba mucho la conexión con Costa Rica en el punto de visto arqueológico y cultural, por lo que se propuso la idea de realizar un proyecto de investigación regional en Guanacaste, en la cordillera, para el estudio que sería enfatizado específicamente en el arte rupestre. En ese momento contacté al Museo de Oro, así se unió Priscilla al proyecto y también se unió Martin Künne".
74 sitios que ahora están al alcance de todos
Esta investigación, cuya idea empezó en 2017 y tomó más de cinco años de trabajo, accedió a 74 sitios donde hay presencia de arte rupestre y de los cuales 27 fueron registrados por primera vez en la base de datos “Orígenes” del Museo Nacional de Costa Rica.
La siguiente imagen muestra la ubicación de los sitios estudiados por el PRAG:
Los resultados completos del proyecto se recopilaron, además, en el libro Un pasado entre líneas: manifestaciones rupestres en la Cordillera Volcánica de Guanacaste, el cual compila la investigación realizada y hace una revisión conceptual de arte rupestre para luego recorrer los sitios más representativos del estudio.
Esta obra se complementa con otras publicaciones científicas que se han publicado en revistas mexicanas, francesas, españolas y estadounidenses, además de una nota amplia al respecto en Wikipedia.
A estas publicaciones también les acompaña El dibujo de Curimé, una historieta gráfica que busca ser una forma lúdica para acercarse al arte rupestre. En ella la protagonista, Curimé, relata la historia familiar y como trascurre entre de peregrinajes, rituales y el paso por lugares con rocas grabadas.
Según comentó Priscilla Molina, esta obra se repartió en las escuelas de la zona, a partir de una alianza con el Ministerio de Educación Pública (MEP), pues el interés de los investigadores también es sensibilizar a las nuevas generaciones sobre la importancia de cuidar estos sitios:
Nuestro interés también fue que la propia gente de Guanacaste conociera qué tiene ahí, por lo que la historieta gráfica está basada en los sitios rupestres de Costa Rica y por eso ahí se ve el Farallón de Sandillal y otros sitios, si bien es una historia ficticia, tiene una base científica que nos permite sensibilizar a los niños y a esas poblaciones que son las que van a cuidar estos sitios de mayores".
Y es que la necesidad de que las nuevas generaciones cuiden esta obra, surgió justo de la realidad con la que se encontraron los investigadores al inicio del proceso, pues fue ahí donde quedó evidenciado que ha sido el desconocimiento sobre lo que tenemos adelante, lo que ha generado los principales problemas de conservación de estas obras que, de fijo, fueron muchísimas más que las encontradas ahora.
Según Molina y Costa, la mayoría de los sitios están en fincas privadas o hay que caminar varios kilómetros para llegar a ellos. Los que están en áreas públicas sí están relativamente cerca pero al no ser tan visibles, "la gente no para a ver sino que tiene que saber exactamente dónde está el sitio para poder ir o que alguien lo lleve y conocerlo".
Todo ello ha influido en acciones que históricamente han afectado a estos grabados, según señala Molina:
Muchas de los puntos que nos encontramos están en territorios privados que antes eran bosques cerrados, lo que generó que muchas de estas rocas se removieran para limpiar el terreno, porque no se tenía conocimiento y así se varió su contexto arqueológico. Algunas sí se preservaron, por dicha, pero bueno, el ganado pasa por ahí todos los días y las ha dañado; además, hacen quemas en los terrenos para bajar la maleza, entonces los petroglifos van adquiriendo restos que evidencian esa falta de conocimiento".
De ahí también surge la importancia de trabajos como el realizado por este proyecto, el cual ha permitido que desde que sus resultados empezaron a salir a la luz, cada vez haya más gente que se acerque para que los investigadores vayan a sus fincas y se inicie el proceso de registro de más sitios.
Esa es la labor que Molina y Costa recuerdan haber empezado en sodas, restaurantes y calles de Guanacaste, en búsqueda de personas que supieran cómo llegar al oro histórico que estaban buscando.
Según la investigadora costarricense:
Nosotros ya teníamos los puntos aproximados, así que empezamos a buscar los pueblos más cercanos, sondeábamos a ver si habían visto algo, si se conocían a alguien y a partir de esos contactos en las mismas sodas, en los restaurantes y en la calle, conseguíamos el contacto de personas que conocían muchos sitios, caminando por la montaña. El trabajo fue literalmente así, tocando puertas y por dicha, la mayor parte de las personas nos dejaron entrar a su finca".
Además, Molina agregó que:
La gente está muy abierta y tiene muchas ganas de conocer esa parte cultural y es muy importante que el proyecto haya culminado de esa forma, con tantas amistades y con tanta gente interesada en la protección de estos sitios. Lo que hicimos fue engancharnos de la gente que sabía y que conoce. Buscamos baquianos, dueños de fincas... y por eso nuestros resultados son el producto de ese conocimiento que tienen esas personas y eso generó que el proyecto sea un proyecto de todos".