Ikigai es un concepto japonés que se podría traducir como “la razón de ser” para las personas. En Occidente se popularizó el término en años recientes en la práctica del coaching ejecutivo. Lo que se busca es respuesta a estas cuatro preguntas:
- ¿Para qué soy bueno?
- ¿Qué me gusta hacer?
- ¿Qué necesita el planeta?
- ¿Qué me pueden pagar por hacer?
Dichas preguntas ofrecen estructura en el proceso de facilitación de descubrimiento de propósito para las personas que buscan su misión en la vida. No existe una única respuesta y, quizás, el proceso sea más importante que el resultado. Tener estos niveles de introspección nos ayuda a darle enfoque al conocimiento de nosotros mismos y al alineamiento entre lo que somos y lo que aspiramos ser y hacer.
Según hemos comentado en entregas recientes, el sentido de propósito debe guardar coherencia con las dimensiones del bienestar. Además, este proceso de búsqueda inicia en el plano individual y luego debe escalar al nivel colectivo. Echamos mano al concepto de prosperidad para definir el estado de bienestar de una comunidad o nación.
Hoy, más que en el pasado, vivimos condicionados por la información que consumimos. Estamos expuestos a una enorme cantidad de datos verdaderos o falsos que despiertan todo tipo de anhelos, emociones y creencias en las personas. Algún material audiovisual o textual al que estamos expuestos nos inspira y nos despierta un deseo aspiracional de convertirnos en una determinada persona.
También existe la información que resulta inspiradora y que nos conecta con algo placentero que hemos hecho bien desde que éramos más jóvenes. Esas sensaciones son edificantes en la búsqueda del propósito, pues no se trata de identificar una nueva misión para perseguir el resto de la vida ni identificar ese avatar mercadológico en el que querríamos transformarnos como entidades dentro de la economía digital. Más bien, nuestro sentido de propósito es más probable que ya se haya estado manifestando en nuestra vida desde años atrás.
En este contexto, explorar y buscar respuesta a las cuatro preguntas iniciales es una invitación a realizar un recorrido introspectivo a través de quiénes somos en el presente y quiénes hemos sido en épocas pasadas. Los sueños de infancia, los intereses de adolescencia, las aspiraciones de adulto, incluso las frustraciones por lo que no pudimos ser. Toda esa experiencia nutre de contenido el descubrimiento de propósito y el ikigai es una herramienta sencilla y poderosa para incursionar en esa búsqueda. Que sea de provecho.
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