El liderazgo auténtico se manifiesta desde y a través del amor. De esa manera, se tiene claro para qué invertir disciplina en la creación de hábitos y en el cultivo del talento propio y de los demás. Es la combinación entre tener influencia y coherencia.

Cultivar el talento es el camino para generar bienestar. Es como decir que la práctica del deporte se realiza por medio de los músculos. Hay quienes los han desarrollado más que otros, pero todos podemos ejercitarlos y mejorar en todo momento.

Imaginamos al menos siete dimensiones de bienestar que podemos cultivar a través de nuestros hábitos. Enfocarse en ellas permite aspirar a los mejores niveles de presencia, autenticidad y salud personal y colectiva. Las siete dimensiones son:

  • Física: es la materialidad del cuerpo y sus órganos, lo que percibimos a través de los sentidos y de la piel, así como la función de los órganos vitales. Podemos sobrevivir 40 días sin comer, 10 días sin beber agua, pero es difícil sobrevivir más de tres minutos sin respirar. Es la función vital más importante para la vida y el bienestar. Podemos mejorar nuestra capacidad y conciencia sobre el aire que ingresa a nuestro cuerpo en cada inhalación.
  • Mental: es la capacidad de imaginar, generar ideas y comunicarlas. Hay quienes piensan que todo se origina en la mente. Puedo levantar el brazo por encima de mi cabeza. Pero no puedo hacerlo si no existe una orden de mi cerebro a través de su esencia consciente, que es la mente. No basta imaginar la construcción de un barco para navegar los mares. Pero es indispensable imaginarlo primero como una idea antes de convertirse en una embarcación para surcar las aguas.
  • Emocional: es la sensibilidad para percibir emociones y sensaciones desde el corazón. No nos referimos a la función cardíaca de bombear sangre por todas las venas del cuerpo. Nos referimos a nuestra inmensa e inagotable capacidad de amar. Todo lo que se necesita es amor, dirían Los Beatles. Es posible que cultivando el amor podamos resolver todos los problemas de la humanidad y de la biósfera. No cuesta nada intentarlo.
  • Espiritual: es la voluntad de hacer, las ganas de vivir, la capacidad de emprender. Es el vínculo con la divinidad, para quienes han cultivado esa experiencia. En términos industriales, es el espíritu emprendedor. También es la transformación entre una intención y una acción, que puede ser tan rudimentaria como lavarse los dientes para mantener la higiene bucal.
  • Energética: es la relación con todas las formas de energía que convergen aquí y ahora en nosotros. Del campo energético aprendemos cada vez más. La física cuántica explica el espacio tan vasto que existe entre un átomo y otro, distanciados y a la vez atraídos por una fuerza magnética que conforma y sostiene toda la materia del universo. A nivel microscópico, ese espacio pareciera estar vacío, pero es el espacio el que da sostén, fuerza, contenido, a todos los objetos que existen.
  • Ancestral: es la manifestación de quien soy en función de quienes fueron mis antepasados. Saber de dónde venimos es fundamental si queremos honrar nuestra presencia a través de quienes vinieron antes que nosotros. Hay culturas, como la japonesa, donde hay registros documentales de decenas de generaciones de ascendientes, las personas que hicieron posible que estuviéramos hoy aquí. En México se celebra el día de los muertos para honrar a los antepasados y para crear un portal con las almas que ya florecieron.
  • Cósmica: es nuestra ubicación en el universo a partir de la complejidad de velocidades a las que se mueve la Tierra, el sistema solar y la galaxia en la vasta expansión del espacio-tiempo que habitamos. Para ponerlo en perspectiva, la Tierra gira sobre su propio eje a 1600 kilómetros por hora (km/h). A esa velocidad, le toma 24 horas dar una vuelta completa. Mientras tanto, rota alrededor del sol a una velocidad de 108.000 km/h y dura 365.25 días completando una vuelta. El sistema solar, a su vez, viaja alrededor de la Vía Láctea, nuestra galaxia, a una impresionante velocidad de 720.000 km/h. Le tomará 20 millones de años completar una órbita galáctica al sol y sus planetas. La Vía Láctea misma viaja atraída por Andrómeda, la galaxia más próxima, a una estrepitosa velocidad de 2.100.000 km/h. Todas estas velocidades están sucediendo en este momento, mientras el universo continúa expandiéndose en todas direcciones, a una velocidad que algunos creen ser equivalente a la velocidad de la luz. Percibirnos en ese contexto cósmico ayuda a poner en perspectiva quiénes somos, adónde estamos, para qué estamos aquí, y por qué cultivar un propósito colectivo de preservar la vida en la Tierra, el único lugar del que tenemos conocimiento que hospeda vida en el universo.

Descubrir nuestro propósito es encontrar esa misión que convoca nuestro liderazgo amoroso en procura del bienestar individual y colectivo.

Escuche el más reciente episodio de Diálogos con Álvaro Cedeño en el enlace en el primer comentario abajo.

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