La consulta comunitaria es una herramienta que puede ayudar a transformar la oleada de violencia e inseguridad. Las fiestas patronales, las asociaciones de desarrollo, los grupos organizados en América Latina son una expresión viva de articulación y liderazgo, son ese gran puño de lucha y transformación a lo interno de los territorios y de las comunidades. Las iglesias conocen muy bien este brazo articulado de fuerza viva, lo han usado históricamente como medio para mantener vivo el fervor de su fe o doctrina e igualmente los partidos políticos.

La comunidad es un organismo vivo, por ende, en constante interacción con el medio, una mirada bien acertada puede ayudar a responder esa gran pregunta del ¿cómo resolver este conflicto? Inquietarse, movilizarse, concientizarse, tener una mirada interdisciplinaria y transdiciplinaria. La consulta debe ser sistémica, se podría decir que los grupos focales comunitarios están en Limón, Puntarenas y San José.

Los asesinatos, los ajusticiamientos, el narcomenudeo, las disputas de territorio, las mordidas, surgen a lo interno de la comunidad y el tráfico internacional de drogas tiene rutas que pasan por el contexto comunitario también.  Como es posible entonces proponer un plan de seguridad, sin incluir a la comunidad como organismo vivo y activo en la solución del problema, no se les involucra, no se les escucha, por lo tanto, será solamente una política, un plan represivo, esa es la sencilla solución que propone el modelo tradicional y sus “pensadores”.

Por cierto, no se trata de implementar una medida represiva como lo ha hecho El Salvador, mientras los problemas estructurales siguen estando presentes en su contexto, mientras la exclusión no es atendida. La mirada vertical del problema en Costa Rica no llevara sino a más violencia, en cambio en la horizontalidad se construyen conexiones, sinergias, procesos certeros y sutiles que solamente surgen del contacto con el contexto sociocultural de las regiones.

Por otra parte, la forma de investigar las estructuras criminales debe cambiar, la observación debe ser una observación participante e involucrada, las estructuras criminales han evolucionado y conocen el modus operandi de las fuerzas policiales. Además, en lo local estas estructuras pagan gavilanes que están alerta a todo lo que les parezca raro, al menor movimiento del ratón, tienen un conocimiento profundo de las relaciones y vínculos comunitarios, conocen las problemáticas del territorio, tienen gente trabajado para ellos que han estado de frente con todas estas exclusiones, poniendo el cuerpo y la psique ante la embestida estructural de violencia.

Por consiguiente, entender el lazo social comunitario local de las zonas de mayor tensión, dará datos vivos del modo operar de las estructuras en varios grados de estratificación, obteniéndose una dimensión geográfica y sistémica bien puntualizada del problema. Las fuerzas policiales tienen una noción general del cómo operan, pero no una visión sutil y cercana de la verdadera interacción, de sus códigos de conducta y comportamiento, sus reglas a lo interno de la comunidad ect.

En consecuencia, el dispositivo comunitario se vuelve un ente activo en el proceso de darle forma a la problemática, de conocerla desde adentro, de conocer la memoria colectiva comunitaria y sus dialécticas.  La consulta comunitaria debe ser genuina, como bien lo dice René de Calle Trece “que va a explotar como fiesta patronal”, la fuerza de lo comunitario está en su propia capacidad de articulación y concientización, en nuestro país lo comunitario ha sido puesto a prueba constantemente a la hora de forjar pueblos, crear identidad, organizarse y luchar.

Entienda el lector a la comunidad en este caso, como un organismo vivo, un ecosistema con capacidad de proponer soluciones integrales a la inseguridad ciudadana que se vive al interior de sus territorios, pues sencillamente le conocen y el conocimiento es poder. La fiesta patronal es el más claro ejemplo de motor de cambio en una comunidad, la misma se organiza con la finalidad de resolver las necesidades sentidas, como ente activo comparte, entiende, transforma, construye y reconstruye sus dialécticas.

En suma, se hace urgente en Costa Rica avivar lo comunal, conocer su fuerza de lucha, su inteligencia organizativa. Por otro lado, esta situación debe llevar a una reflexión y a un análisis profundo desideologizado visibilizando las políticas públicas que han contribuido en la exclusión y olvido de estas regiones, especialmente en Puntarenas y Limón, los síntomas reflejan una enfermedad que ya no soporta los cuidados paliativos.

Es un buen momento para que las instituciones, organizaciones y personas hagan un análisis de las resonancias directas de las políticas públicas implementadas a la fecha, muchas de ellas salen de forma verticalizada y los daños directos se ven reflejados años después, que hicieron años atrás y que siguen haciendo con Puntarenas y Limón hoy en día.

En contraste con lo anterior, expresidentes hablan de más recursos al Ministerio de Justicia y al Ministerio de Seguridad como política represiva, diputaciones han expuesto estar de acuerdo con este tipo de respuesta represiva por parte de los tres poderes de la República. La mirada sigue siendo la misma, la del odio, la de la indiferencia, la de los intereses, la de los beneficios, la del servicio a los grandes intereses que estos escenarios construyen, la miopía política no logra tener una visión y planificación prospectiva.

Concluyo diciendo lo siguiente a la ola de violencia no es con más represión como se le disuelve, se le confronta. La solución a la misma es una propuesta política integrada y de consensos partidarios, un ejemplo de esto fue la rebaja al marchamo con acuerdo de mayoría de los partidos políticos. Siempre se deben escuchar las voces que lidian día a día con la problemática desde la horizontalidad, desde sus corporalidades, desde la primera línea y estas no son mayoritariamente el Ministerio de Seguridad Pública y el Ministerio de Justicia, sino es la gente que vive al interior de las comunidades y necesita ser participe de una gran propuesta política de cambio de corte sistémico.

La gran pulsión de muerte creada por la política partidista y extractivista debe parar, debe haber inversión social para fortalecer la pulsión de vida.

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