Esta es la primera vez en mi vida como persona electoral, que no sé el nombre del partido del presidente Chaves —ni ahora ni en tiempos de campaña— ni sé los nombres de sus ministros. Resalta Joselyn Chacón: ¡esa sí se quedó en neocorteza, no por alguna buena gestión, sino por su show grotesco! Y por supuesto, Pilar Cisneros: una señora que antes parecía respetable y que de repente las apariencias engañan.

En la parte municipal, sé de un partido que lleva años haciendo mal y deshaciendo también. Otro partido inscrito bajo una cierta filosofía, pero en la práctica tiene una filosofía diferente. Otro partido que nunca va a ganar, porque es de frente angosto. Otro partido que es de Chaves, o sea, nadie sabe qué es, pero no es ni progreso, ni social, ni democrático. Y la lista de fracasos incluye partidos religiosos que chocan con el grito de “Estado laico ya”.

Hablando municipalmente, la apatía de muchos años ha dejado que Hacienda se meta de lobo a administrar el rebaño. No estaría mal que todos paguemos lo justo, pero este sistema de valoración subjetiva en yunta, está perjudicando a miles de munícipes. Y nuestro último recurso de tener que acudir al Tribunal Fiscal de Hacienda, equivale a correr a reclamarle al lobo por comerse las ovejas.

En cuanto al problema de desidia por parte del público, habría que ir pensando en una campaña sobre la importancia de estar presentes en las sesiones del concejo municipal, para que sus altezas regidores recuerden que también son funcionarios públicos.

No importa si nadie entiende nada. Lo que importa es que ir a sesión del concejo es más barato que Netflix o ir al cine, además de que uno puede llevar empanadas y palomitas de maíz. Con suerte hay zafarrancho y salimos por tele.

A un alcalde casi lo ahorcan durante el zafarrancho al que llegaron todas las policías: municipal, de proximidad y OIJ. Y en otro zafarrancho vimos a otro alcalde arrollándose las mangas y a una señora en posición de carterazo, y ya sabemos que las señoras grandes andamos cualquier cantidad de latas en la cartera y el sopapo es multisensorial. Las sesiones del gobierno municipal a veces dan vergüenza ajena, pero otras veces son un vacilón y ¿qué más hay, si no reírnos para no llorar?

Por lo que he podido observar, el régimen municipal está siendo convertido en un sistema feudal con atribuciones de película, mientras que los “contribuyentes” no tenemos escapatoria ni recursos de apelación. En palacio al cual contribuyo bajo protesta, la muni lleva rato de violar la Ley de Archivos, de manera que los expedientes son manipulados de acuerdo a intereses especiales: a menudo hay expedientes perdidos total o parcialmente y, al extender copia de un expediente, la misma viene certificada como copia auténtica del original, pero no hay ningún funcionario que certifique que el original contiene todo lo que debe contener.

A estas alturas no estoy segura de saberme todos los chismes necesarios para seguirle la pista a la telenovela municipal. Gracias a esos datos, uno llega a entender mejor la maraña de pensamiento y decisión de cada funcionario y sus seguidores. Si uno se pierde una sesión y desea saber qué ha pasado, tal vez tenga que remontarse a antes de que “mis” municipales boicotearan las comisiones de estudio. Más que la parte legal, hay que seguirles el tejemaneje político: ese carácter de telenovela es otra razón para no perdernos ni un minuto de lo que acontece en Munilandia.

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