En nuestro país durante años hemos estado orgullosos que el dinero no utilizado en tener una fuerza armada formal se invierte en la educación, incluso los datos de la OCDE nos señalan como un país con un importante aporte en este rubro (en relación con nuestro Producto Interno Bruto), pero desgraciadamente no significa que el país cuente con una estructura idónea para todos sus ciudadanos.

Al respecto, el IX Informe del Estado de la Educación, realizado por Estado de la Nación, demuestra que el país vive un apagón educativo que profundiza la crisis de las estrategias del aprendizaje y amplía las brechas nacionales. Las constantes interrupciones de los ciclos lectivos, el hacinamiento y falta de inversión en infraestructura, así como la falta de una plataforma de información y de equipos idóneos, sumado a la pandemia y políticas educativas que parecen sacadas de la chistera de un mago, altamente improvisados han condenado nuestro sistema educativo a la decadencia.

Y no se trata algo solamente de este gobierno; como posiblemente lo tenemos claro, ni tampoco es un tema donde la crisis mundial haya sido la responsable, han sido varios gobiernos (sumado este) que han puesto el sistema educativo por los suelos. Incluso, el propio informe del menciona que en la década previa a la pandemia, el sistema educativo registraba un desempeño inercial con importantes rezagos en acceso, equidad y calidad de sus servicios” (p.35) por lo tanto la situación se viene arrastrando desde varios ministerios anteriores, y si bien se menciona década previa a la pandemia, lo cierto es que la catástrofe educativa se viene trazando desde hace más tiempo.

No son pocos los informes sobre el deterioro de instalaciones educativas, tanto en centros educativos del Gran Área Metropolitana (GAM), con mucha más severidad en las instituciones que están fuera de este. Sumado a lo anterior, hay materias donde se ve una desmejora constante, matemáticas, por ejemplo, que ha sido un tormento para muchos estudiantes y los procesos de mejora en el aprendizaje muy limitados.

De igual manera la enseñanza del español, estudios sociales y la preparación para el desarrollo de una estrategia sobre la educación bilingüe que ha sido una eterna promesa de los gobiernos pero que no se ha logrado convertir en hechos reales y que, de nuevo, si existe un problema en las escuelas y los colegios de la GAM, se multiplica mucho más en zonas rurales y ni se diga en lugares como reservas indígenas o regiones fronterizas.

Y es que, no se trata solamente de la preparación de los docentes; que en muchos casos sobrepasa sus capacidades en cuanto a la formación y el esfuerzo que realizan (habrá excepciones por supuesto). Sino que en ocasiones los insumos recibidos son limitados, los presupuestos no alcanzan, los edificios están deteriorados, y en algunos casos hay cuestionamientos de la forma en la que actúan algunas juntas administrativas con respecto a los presupuestos.

Sí tiene razón este gobierno de decir que esto es algo que heredaron de administraciones anteriores, lo mismo pudieron decir otros, pero no resta su responsabilidad y hecho que se requiere que hagan algo para buscar una salida que vaya más allá de los “dimes y diretes” con el que se sacuden y dicen “esto no me toca a mí”.

De igual forma, se espera más de las otras fuerzas vivas del país que están vinculadas al tema de la educación; sindicatos, asociaciones y organizaciones civiles, etc., por lo tanto, medidas como arrastrar materias entre años, proponer pruebas de evaluación sin contenido técnico adecuado, más otras ocurrencias, no han sido respuesta, sino cucharadas de veneno que tiene el sistema en cuidados intensivos.

En la actualidad se ha hecho mayor el cisma que hay entre lo privado y lo público, pareciera que en lo primero las cosas funcionan porque hay plata de por medio y en la otra, como los fondos provienen del Estado, la oferta obligatoriamente debe ser “pobre” y poco sustanciosa. Es como si estuvieran empeñados en reventar el sistema y acabar con el Estado de derecho que por años ha sido nuestro orgullo; lo mismo ocurre cuando se habla de la salud y el deseo de ver la CCSS quebrada, mientras que lo privado se robustece, lo cual por supuesto no sería un problema si esto no afectara a las poblaciones con menos recursos y que difícilmente podrán acceder a este tipo de instituciones por sus propios medios, ampliando además la brecha entre ricos y pobres.

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