En meses recientes se ha visto el crecimiento en el interés y el uso de la Inteligencia Artificial (IA) en diferentes industrias y campos de la vida diaria, y el gran problema, como en casi todas las tecnologías emergentes, es la falta de capacitación e información sobre su uso, especialmente para las personas no tan familiarizadas con la misma.

En el siglo IX, en plano auge de la revolución industrial, grandes empresarios hicieron inversiones gigantescas en educación, principalmente en Estados Unidos, con el objetivo de formar el recurso humano que se adaptaran a las industrias del momento: la fabricación de productos en cadena.

Este sistema fue tomado por la mayoría de los países de Occidente para estructurar sus propios modelos educativos. El resultado de estas inversiones y de ese sistema de enseñanza nos persigue todavía en la actualidad; sistema de castigos, pequeños descansos entre clases, horarios estrictos por cumplir, enaltecimiento del individuo (el que sigue las reglas y tiene buenas notas), finalización de tareas repetitivas y evaluaciones.

Este paradigma no toma en cuenta los nuevos retos a los que se enfrentan los seres humanos en el actual sistema laboral y mucho menos las necesidades que han surgido en el campo profesional, donde principalmente se necesitan características diametralmente opuestas a las previamente planteadas: personas que sepan resolver problemas cotidianos, trabajo en equipo, adaptación a nuevas tecnologías y formas de trabajo, y principalmente inteligencia emocional, que es difícil de encontrar en muchos de los trabajadores de la actualidad.

Yo, como estudiante desde hace más 24 años, he pasado la mayor parte de mi vida en este modelo educativo obsoleto, pero también, por la naturaleza de mi profesión, me he tenido que adaptar a nuevos tipos de técnicas de enseñanza modernos, como lo es el STEM, por ejemplo, que plantea la integración interdisciplinaria, y que fomenta muchas, si no todas, las características que se necesitan en el sistema laboral actual.

En este sistema se les dan las herramientas necesarias a las personas para ser profesionales más completos y autosuficientes, pero también se impulsa el trabajo en equipo, y la resolución de problemas de maneras más efectivas e integrales, logrando que los mismos lleguen a las oficinas y campos de trabajo con una visión más panorámica de las herramientas que ofrece el mundo para cumplir sus tareas de manera más efectiva. Durante mi estancia en la escuela/colegio, este tipo de características fueron vagamente exploradas, ignorando los retos y ambientes a los que me iba a enfrentar en mis futuros empleos, y sin duda alguna, si hubiera tenido la oportunidad de explorar prácticas como las antes mencionadas, mi adaptación habría sido más sencilla y efectiva.

Hemos visto casos de diputados y estudiantes utilizando de manera incorrecta una herramienta tan valiosa como puede llegar a ser ChatGPT, usándola solo para finalizar una tarea específica, y no como la gran herramienta de apoyo en investigación y redacción que puede llegar a ser si se le da el uso correcto y si se utiliza como un instrumento complementario a una educación global, y no como un camino fácil para el cumplimiento de un solo objetivo. En este tipo de comportamientos se puede notar que es necesario un cambio contundente en la forma en que estamos siendo educados los costarricenses.

La educación en Costa Rica debe dar un giro de 180°, sin duda alguna es un camino largo y exhaustivo, pero más que necesario, para crear costarricenses que estén dispuestos a tomar nuevos retos y oportunidades, como la anunciada hace unos días por el presidente; el diseño y creación de semiconductores, y otras que están por venir en un futuro no muy lejano.

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