Las vacunas constituyen uno de los avances más importantes en materia de salud y desarrollo a nivel mundial, no solo por su función en la prevención y control de más de 20 de enfermedades infeccionas que pueden ser mortales, sino también, por sus aportes en la educación y el desarrollo económico de cada país.

Quizás se pregunte: ¿cómo es esto posible? Pues bueno, la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que las vacunas son un componente esencial de la atención primaria de salud, un derecho humano incuestionable y una de las mejores inversiones económicas a nivel sanitario.

Por sí solas incrementan la esperanza de vida de las personas, disminuyen las desigualdades en la asistencia sanitaria y son económicamente más ventajosas dada la comparación entre la inversión generada por las iniciativas de inmunización versus el derivado de padecer cualquier enfermedad prevenible, cuyo costo es muy elevado desde el punto de vista económico, sanitario y social.

Sumado a lo anterior, es prácticamente un hecho que los menores vacunados, además de crecer sanos y felices, obtienen mejores resultados a nivel escolar, generando beneficios económicos que repercuten de manera positiva en sus comunidades de cara al futuro.

Un retroceso de cuidado

Pese a sus múltiples ventajas, actualmente existe un retroceso importante en la vacunación a nivel global. Con la llegada de la pandemia por COVID-19, además de sus embates a las economías más vulnerables en la lucha contra la desigualdad y pobreza, provocó que, solo en el año 2021, 25 millones de niños y niñas no recibieran sus vacunas —dos millones más que en 2020 y seis más que en 2019—, incrementando su exposición a enfermedades prevenibles por vacunación y potencialmente graves, como el sarampión, tétanos, la difteria y la neumonía.

Con relación a lo anterior, la OMS considera que la neumonía —una infección pulmonar de origen viral o bacteriano, como la generada por el neumococo— es la principal causa individual de mortalidad infantil en el mundo, responsable del 14% de todas las defunciones de menores de cinco años. Y con respecto al tétano, la mayoría de los casos están relacionados con el parto, afectando al bebé y a la madre por igual. Por este motivo la vacunación es un componente indispensable para reducir los riesgos de gravedad (ya sea discapacidad o muerte), así como los costos en términos de atención, tanto para el sistema de salud como para el paciente.

En efecto, ningún otro medicamento ha salvado tantas vidas como las vacunas. No vacunarse o negarles la vacunación a los hijos e hijas es un acto contraproducente, no solo de cara a su propia salud, sino frente a la sociedad en general, pues esto puede suponer el retorno de enfermedades ya olvidadas en muchos países.

El acceso equitativo a las vacunas es esencial

La inmunización salva entre 3.5 y 5 millones de vidas cada año, por lo que resulta trascendental que las personas se vacunen contra las múltiples enfermedades prevenibles y tengan acceso a una mejor calidad de vida. Sin embargo, hoy en día, existen dificultades entre países para llevar las vacunas a sus poblaciones, como por ejemplo la asequibilidad a partir de los ingresos de cada nación.

Para colmar las brechas de vacunación, tanto los programas de inmunización de los países como las autoridades sanitarias, profesionales de la salud y otros actores del sector, debemos suscitar una mayor colaboración conjunta, con el fin de generar esa cadena de vida que nos permita proteger a menores de edad y adultos contra múltiples enfermedades infecciosas, así como beneficiar las economías y la salud pública de las naciones.

Adicionalmente, nuestra responsabilidad como sociedad es velar porque nosotros y las personas de nuestro núcleo familiar, contemos con las vacunas necesarias para nuestro bienestar. Por eso, no debemos desaprovechar cualquier visita al centro de salud para comprobarlo o colocarnos aquellas que nos hagan falta, de acuerdo con el esquema de vacunación de nuestro país.

¡Aún estamos a tiempo para salvar millones de vidas! Lo que nos hace falta es poner en práctica las estrategias y tácticas que garanticen la equidad en la inmunización a nivel global, de lo contrario, podrían presenciarse más personas enfermas, un incremento en brotes de enfermedades prevenibles por vacunación y sistemas de salud sobrecargados.

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