Un niño, una niña, un joven con buena autoestima, no se deja afectar tanto por el bullying

Estoy de acuerdo con la ministra: la autoestima alta – o buena, como ella indica- sí es uno de los factores protectores frente a diferentes formas de violencia escolar y, en general, ante situaciones diversas de la cotidianidad. Pero el bullying escapa de estas situaciones. El momento es oportuno para clarificar algunos aspectos.

Algunas precisiones

La autoestima es una construcción dinámica que se forja a lo largo de nuestra vida en la relación con los otros, y parte del autoconcepto que también es subjetivo y socialmente construido. La autoestima se modifica a lo largo de nuestra vida en relación con las interacciones en diferentes situaciones y circunstancias. Es uno de los aspectos afectados en situaciones de bullying.

El bullying no es una broma pesada, ni un conflicto o enfrentamiento puntual entre estudiantes, o cualquier situación de violencia o agresión entre ellos, como las que se pueden presentar en actividades deportivas de contacto como el futbol o el básquet, por ejemplo. Tampoco es un problema de disciplina o de disrupción en el aula, ni un problema psicológico o relacionado con un trastorno psicopatológico, y mucho menos es provocado por la persona que lo sufre.

El bullying es el último eslabón de una cadena de agresiones que pueden presentarse de diferentes formas según el contexto y el grupo de pares (física, psicológica, social, patrimonial); su objetivo es causar daño mediante la acciones intencionales y reiteradas de una o varias personas contra otra que se encuentra indefensa y que no cuenta o tiene escasa ayuda de otros, lo que limita sus posibilidades para salir de esa situación por sí misma. Por esto el bullying, como proceso dinámico y cambiante, se sustenta en el uso de poder, el dominio y el miedo para ejercer control sobre alguien. Atenta contra la dignidad y los derechos fundamentales de quien lo vive, minando su óptimo desarrollo integral. Intervenir en estos casos reclama un proceso esencialmente educativo.

¿Un asunto de resistencia?

Ninguna persona debe vivir una experiencia como ésta, reiterada, intencional y, generalmente, de plazo extendido, desconcertante porque no requiere de provocación ni de un conflicto previo entre las partes, y que afecta todos los órdenes de su vida (académico, físico, afectivo-emocional, social y familiar). Los estragos psicológicos son mayúsculos.

De allí que no es la persona que sufre la agresión quien debe resistirla pues está en condición de indefensión por múltiples aspectos. El atribuirle la responsabilidad de cualquier forma, es un mensaje erróneo que revictimiza a quien ya se encuentra en una situación vulnerable y dolorosa.

La responsabilidad sí es de todos los componentes del sistema educativo, que  deben prevenir y atender este tipo de situaciones. Las autoridades de gobierno, la institución educativa en su totalidad,  la familia y su contexto inmediato deben actuar para propiciar una convivencia sana y pacífica en el entorno escolar, procurando minimizar la aparición de situaciones de violencia y atendiéndolas de forma oportuna y adecuada.

El enfoque es, entonces, formativo y preventivo, orientado a la promoción del  bienestar escolar y el desarrollo de habilidades para la vida y la convivencia.

Transformación cultural

Puesto que es un proceso dinámico y aprendido, el bullying puede desaprenderse apoyado en acciones pedagógicas más que en sanciones y castigos. No es necesario esperar a que se presenten conductas violentas para intervenir, sino que de forma proactiva debe cultivarse la convivencia escolar democrática, inclusiva e intercultural desde la perspectiva de Cultura de Paz, Competencias Ciudadanas y promoción de Derechos. También se requiere valorar los factores de riesgo y protección de la población estudiantil en general y de niños, niñas o adolescentes en específico. Porque, como dice una querida colega, la mejor forma de detener el bullying es enseñarle a nuestro estudiantado a no hacerlo.

Nota: Desde mi universidad, pública y benemérita de la Educación, tengo muchos años de aprender y coordinar acciones puntuales con el equipo de profesionales del Programa Convivir del Ministerio de Educación Pública. También conozco a algunos de los 150 equipos interdisciplinarios de diversos centros educativos y a equipos colegiados como el del Colegio Costarricense de Profesionales en Psicología. Señora Ministra, con ellos y con nosotras, las instituciones públicas de Educación Superior, puede contar para trabajar en la construcción del futuro desde la educación, pilar histórico de nuestra democracia. Es un buen momento para que ser escuchadas y poner manos a la obra. Es una oportunidad de oro para el país.

Este artículo representa el criterio de quien lo firma. Los artículos de opinión publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de este medio. Delfino.CR es un medio independiente, abierto a la opinión de sus lectores. Si desea publicar en Teclado Abierto, consulte nuestra guía para averiguar cómo hacerlo.