Dentro de dos semanas se inicia el Campeonato Mundial de Fútbol, Catar 2022. Un mundial que se ha visto envuelto en controversias relacionadas con los niveles de inversión -se habla de una inversión total que supera la de Rusia 2018 en casi 12 veces-; con la muerte de miles de trabajadores durante, o como consecuencia de su trabajo en los gigantescos proyectos de infraestructura, de corrupción ampliamente documentada en dos documentales recientes en plataformas de streaming, y una programación, por razones climáticas, que ha afectado la celebración y resultado de múltiples torneos nacionales, regionales y hasta globales, pues no está muy claro cómo se celebrará el Mundial de clubes en medio de todos estos cambios de programación.
Se habla de que los favoritos a llevarse el título son “los de siempre”: Brasil y Argentina desde la perspectiva latinoamericana; Francia como potencia reciente del fútbol mundial; y con menos chance, pues son selecciones venidas a menos en esta ocasión, Inglaterra, Alemania y España. En el extremo se piensa que hay otras dos naciones europeas que son Bélgica y Dinamarca que podrían tener un chance de cambiar la historia, pero sus probabilidades son pocas. Algunos modelos de simulación ven casi inevitable una final Brasil—Argentina, de pronóstico reservado. Nosotros, como latinoamericanos fiebres tenemos nuestra preferencia y alguna esperanza de que se repita la gesta de Brasil 2014 y la “sele” avance cuando menos a octavos de final.
Pero no es de todo esto que queríamos escribir.
Como representantes del Centro Latinoamericano para la Competitividad y el Desarrollo Sostenible de INCAE Business School, decidimos correr cuatro simulaciones —respetando la estructura de los grupos conformados para Catar 2022, así como la regla de los cruces entre grupos para octavos de final— en que se “juega el mundial” con base en los índices de: progreso social (del Social Progress Imperative), competitividad (del World Economic Forum); desempeño ambiental (del Instituto de Política Ambiental de la Universidad de Yale); y de Ecología Integral Humanista (desarrollado por una alianza entre INCAE y la Universidad Católica de Costa Rica, con base en la Encíclica Papal Laudato si’).
Estos cuatro mundiales nos dan los siguientes resultados:
En progreso social, la final se jugaría entre Dinamarca y Suiza, con Dinamarca alcanzando la copa; en el partido por el tercer lugar Holanda superaría por poco a Japón. Alemania, Inglaterra, Australia y Corea del Sur ocuparían las posiciones 5 a 8; mientras que Canadá, Bélgica, Gales, Portugal, Polonia, Argentina, Serbia y Ecuador ocuparían las posiciones 9 a 16. En esta últimas ya afecta el grupo en que jugaron la primera ronda, pues Ecuador, Serbia y Argentina salen por encima de naciones con mejor desempeño, pero a los que les tocó competir en grupos más exigentes. Costa Rica ocupa la posición 21, apenas superada por Francia, España, Estados Unidos y Croacia, que en este mundial tampoco clasifican por lo exigente de sus grupos. Costa Rica y España —pese a un desempeño aceptable— son eliminados por Alemania y Japón, claramente naciones de desempeño superior en progreso social.
En desempeño ambiental, la clasificación —utilizando los mismos grupos y reglas de cruce que en el Mundial— es la siguiente: Dinamarca, nuevamente, alcanza el campeonato, con Gales disputándole la final, seguidos de Suiza y Croacia (que llega a estas instancias ayudada por los cruces favorables). Participaron en cuartos de final Francia, Alemania, Inglaterra y Portugal, y les siguen Holanda, Bélgica, Japón, Polonia, Corea del Sur, Ecuador, México, y Serbia, los últimos cinco favorecidos por la debilidad de sus grupos iniciales. Costa Rica nuevamente aparece en la posición 21, atrás de Australia, España, Estados Unidos y Canadá, en ese orden.
En competitividad, la clasificación es diferente. La final la juegan Estados Unidos y Holanda y Estados Unidos resulta campeón, y son seguidos, en orden, por Suiza, Alemania, Japón, Dinamarca, Corea del Sur y Francia. A los octavos de final clasificaron además Inglaterra, Canadá, Bélgica, Catar, Portugal, Arabia Saudita, Polonia y Brasil. Costa Rica cae a la posición 22, superada además por Gales, Australia, España, México y Uruguay.
En la ecología integral humanista, Australia es campeón mundial, con Dinamarca en segundo lugar, seguidos por Canadá y Suiza en tercero y cuarto. Les siguen en orden Gales, Inglaterra, Alemania y Corea del Sur —ayudada por cruces favorables—, Japón, Holanda, Bélgica, Portugal, Polonia, Serbia, Argentina, y Ecuador, los últimos cuatro ayudados por la estructura de sus grupos y cruces favorables. Costa Rica es nuevamente 21, precedida por Francia, España, Estados Unidos y Croacia.
Los últimos de cada clasificación son en orden inverso (del último al antepenúltimo): en progreso social Ghana, Camerún y Senegal; en desempeño ambiental Ghana, Marruecos y Camerún; en competitividad Camerún, Senegal y Ghana; y en ecología integral humanista Camerún, Senegal y Ghana. Es claro que África Occidental se queda corta en las diversas dimensiones de desarrollo en que se “jugaron nuestros mundiales”.
Si se promedian los cuatro índices para obtener la nación más desarrollada en términos de bienestar colectivo, sostenibilidad ambiental, productividad agregada y por sus acciones en pro del bien común y del cuido de la casa común, el país más avanzado es Dinamarca, seguido por Gales, Suiza y Japón. Costa Rica está en la posición 21 precedida por Estados Unidos y Croacia y seguida por Uruguay y Argentina.
Se dirán ustedes que es más fácil simplemente hacer una clasificación de mejor a peor desempeño. Y claro, es lo que hacen los índices. Pero generalmente la vida no es “tan lineal”, intervienen en el desempeño de los países factores regionales —en nuestro caso qué naciones clasifican por mérito deportivo—, factores de competencia coyuntural —como la que se da en los grupos, donde se compite con naciones de otras regiones, culturas y características—, competencia directa en algún momento del tiempo, como son los cruces circunstanciales en octavos y cuartos de final, donde depende de con quién se cruce y de las circunstancias particulares del momento, si el país logra sus metas de posicionamiento, inversión, crecimiento, etc.
Las semifinales y finales ya son otra cosa. Ahí la competencia es uno a uno entre los que las alcanzaron y esto lleva la metodología a decantarse por los de mejor desempeño, tal y como suele ocurrir en deporte profesional. Un buen jugador, como Messi o Cristiano equivalen a la “buena suerte” de tener, en el momento del análisis, un buen presidente y gobierno.
Hay varios mensajes que resaltar. Los modelos de desarrollo de Europa Central y del Norte parecen estar mucho más avanzados y mejor balanceados que los de Norteamérica, Oceanía y Asia. Las naciones más exitosas son pequeñas, no gigantes geográficos o demográficos, salvo en el tema de competitividad, donde el acceso a un mercado grande y rico parece muy determinante. Costa Rica muestra una constancia impresionante, más no un desempeño muy alto en los diversos criterios; lo que seguramente indica que hay sinergias importantes entre los diversos temas: por ejemplo, un alto progreso social contribuye a la competitividad y los dos juntos contribuyen a la sostenibilidad. Latinoamérica tiene un desempeño en general mediocre, superando a Asia Central y Sur y a África, pero por detrás de Norteamérica, Europa, Oceanía y el Este de Asia.
En otras palabras, y usando al mundial de fútbol como referencia, los países que llegan al mundial pueden dividirse en 3 grupos: los que son contendientes, aquellos que pueden ganar; los que son animadores, aquellos que pueden competir y dar una sorpresa en su grupo asignado; y los que sólo están para participar. Y más allá del fútbol, en competencias globales de alta importancia para el desarrollo, los datos muestran que los países de nuestra región son principalmente del tercer grupo, meros participantes, sin poderse destacar en los temas que de verdad importan para el desarrollo.
Los campeones previstos del mundial de futbol, según las predicciones, no se desempeñan bien en los campos de nuestro análisis. Brasil y Argentina apenas si clasificaron a octavos una vez cada uno, pese a que son las superpotencias en futbol. Esto tiene dos implicaciones; una sobre lo que se prioriza, a qué se le da importancia, en cada país; y otra sobre cómo es posible lograr excelencia en algunos campos —en este caso en fútbol—, aún en ambientes en general mediocres.
Finalmente, Costa Rica sigue siendo “promesa incumplida”. Estamos entre los líderes regionales en CONCACAF, muy cerca incluso de naciones de mucho mayor riqueza como son Estados Unidos y Canadá y superando a gigantes demográficos como México; pero seguimos teniendo que celebrar nuestra mediocridad, superior a la de los que nos rodean, en vez de aspirar a un mundial como el de 2014 —superando a verdaderas potencias— en las cosas que de verdad importan…
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