Es una verdad de Perogrullo decir que el Partido Liberación Nacional está en la peor crisis de su historia. Tiene serios problemas estructurales, de conducción política, de vacilaciones ideológicas y, muy particularmente, de credibilidad ante la inmensa mayoría de la población.

Justamente, recuperar la confianza de la ciudadanía debe ser el objetivo número uno del PLN si quisiera recobrar la vocación de poder y ser nuevamente una opción creíble de gobierno. Toda su acción política interna y externa debe ir orientada hacia ese cometido.

Sin embargo, como es usual en las estructuras de poder, hay resistencias considerables al cambio verdadero. Algunas figuras que ven amenazada su capacidad de incidencia y que además han sido corresponsables del estado en que se encuentra Liberación Nacional, procuran mantener su mano firme en la conducción del partido. Presentan candidaturas que aparentan renovación porque nunca han ocupado formalmente un puesto de dirección dentro del PLN, pero que en el fondo son defensoras del statu quo y pretenden seguir viviendo de las glorias del pasado.

Muchos de los miembros de la Asamblea Nacional del PLN son conscientes de lo que sucede y, por ello, saben que se encuentran en una encrucijada. De cara a la renovación del Comité Ejecutivo Nacional este mes de octubre, las autoridades tienen la responsabilidad histórica entre elegir personas que genuinamente procuren un nuevo rumbo para el partido; o bien, elegir a aquellos que hablan de un cambio, pero que sus propuestas no son más que reformas cosméticas que conducirán a Liberación Nacional a nuevos fracasos.

¿Cuál es entonces el camino de la reforma urgente que necesita el PLN y que debe ser impulsada por el nuevo Comité Ejecutivo Nacional? La ruta pasa por atender la transformación de lo ético, lo estructural, lo ideológico y lo electoral en al menos los siguientes puntos:

  1. Integrar de inmediato una comisión de altísimo nivel para que revise y proponga reformas al código de ética del PLN, estableciendo mecanismos para juzgar actuaciones de sus miembros que sean contrarias a la ética y que no dependan de procesos judiciales en curso.
  2. Reformar el estatuto, pero con una amplia participación de las bases y no solo entre unos pocos. Se debe tener un cronograma y los mecanismos transparentes para que las y los liberacionistas podamos incidir en las reglas que nos regirán en el futuro. El PLN requiere de unas normas que fortalezcan su presencia como partido nacional y no que busquen reflejar intereses individuales o de pequeños grupos.
  3. Coordinar con la Fracción del PLN y entablar negociaciones con otros partidos políticos para realizar una reforma al Código Electoral, con el fin de permitir que cada agrupación pueda establecer su propia organización interna, siempre y cuando se respeten los principios democráticos. Lo que existe hoy, de obligar a todos a usar un mismo traje, no funciona y debe variarse.
  4. De cara a las elecciones municipales, debe trabajarse de cerca con las dirigencias locales para generar mayor participación; transiciones ordenadas de liderazgo en los casos que deban darse cambios producto de la ley recién aprobada que limita la reelección en puestos municipales; y, ajustar la normativa interna para cumplir con la olvidada resolución del TSE que obliga a la paridad horizontal en las cabezas de lista para regidurías y concejalías de distrito. Liberación Nacional debe tener como un objetivo estratégico mantener, al menos, los gobiernos locales que ya tiene y buscar ampliarlos, procurando hacerlo con liderazgos frescos y creíbles dentro de los cantones.
  5. Además de realizar visitas a las distintas regiones del país para recibir los insumos de la dirigencia liberacionista, también deben generarse los mecanismos de diálogo con personas que se declaran sin afiliación partidaria, con el fin de mejorar la oferta liberacionista y atender las inquietudes de estos ciudadanos sobre la acción política del partido.
  6. Organizar y desarrollar un verdadero Congreso Nacional de tipo ideológico, que permita definir con absoluta claridad el pensamiento político del partido para los próximos años y sobre los cuales deben estar sujetos sus candidatos en el futuro. Las vacilaciones ideológicas y programáticas del PLN son recriminadas contantemente y eso debe acabar.
  7. Coordinar con la Fracción del PLN y el Directorio Político Nacional una agenda legislativa común que sea proactiva, seria, coherente con los principios del partido y enfocada en el fortalecimiento de la clase media. Igual trabajo debe hacerse con los gobiernos locales, con el fin de que la acción política liberacionista abarque todo el territorio nacional y todos los estratos de toma de decisión.
  8. Dejar de hablarle a las personas como si fueran ingenuas y no sepan lo que pasa. La nueva dirección del partido debe asumir un compromiso con la verdad y la transparencia, tratando a la ciudadanía y al liberacionismo con el respeto que se merecen.
  9. Reforzar y mejorar la oferta formativa para militantes que actualmente tiene el partido, para que incluya, además de elementos históricos y doctrinarios sobre el PLN, una capacitación práctica sobre los diversos puestos de organización existentes.

Estos son solo algunos de los elementos para cambiar de rumbo y buscar la confianza de la población. En tiempos de alta volatilidad política y de un debilitamiento de los partidos, Liberación Nacional está llamado a recuperar su fuerza y ser un actor fundamental para la democracia costarricense. Aferrémonos a la esperanza de que la Asamblea Nacional sabrá tomar el camino correcto.

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