Las protestas en Irán no se detienen. Miles de jóvenes y mujeres continúan manifestándose contra la República Islámica y su sistema de dominación al grito de “mujer, vida, libertad”. La detención y posterior muerte de Mahsa Amini a sus 22 años, a manos de la policía de la moral por llevar el velo de forma inadecuada, han desatado una serie de protestas a lo largo y ancho del país en las últimas 4 semanas.
La ONG Irán Human Rights, con base en Oslo, ha registrado 108 muertes, incluyendo 23 menores y miles de detenidos. La muerte de Amini, representada como un símbolo de rebelión ante un sistema de dominación, se ha convertido en una lucha por la apertura real que nos recuerda a las lejanas primaveras árabes las cuales con la excepción de Túnez, fracasaron estrepitosamente.
La República Islámica cuenta con un sistema político muy bien estructurado y dividido entre lo que se llama el Estado democrático: Un Poder Ejecutivo elegido cada 4 años en elecciones, un parlamento de 290 miembros y una Asamblea de expertos (86 miembros, clérigos) que eligen al líder supremo o Ayatolá; el Estado no democrático: Un consejo de guardianes (12 miembros, elegidos por el líder supremo), los cuales pueden vetar leyes contrarias a la revolución y un Consejo de discernimiento (35 miembros, elegidos por el líder supremo); y el Estado Profundo: Incluye a los guardianes de la revolución, un grupo político militar que se encarga de proteger al régimen, el poder judicial y las llamadas instituciones caritativas, las cuales controlan las subvenciones del gobierno, controlan 1/5 de la economía y cuentan con 5 millones de empleados.
En Irán el activismo feminista de carácter reformista ha representado una amenaza para el régimen en los últimos años. El gobierno iraní siempre ha manifestado qué dicho activismo proviene de la influencia extranjera que busca destruir la revolución y por ende su respuesta ha sido la represión ante la debilidad democrática del país. El régimen entiende que el fin de la obligatoriedad del velo en Irán, a pesar de que es una ley no escrita, abriría la puerta a la modernidad occidental y por ende al fin de la revolución.
El control del cuerpo de las mujeres se ha utilizado como un principio nacionalista en Irán. Dicho refuerzo del patriarcado ha sido contestado por un grupo diverso sin una sola figura que busca un cambio fundamental en la República Islámica. A pesar de que las protestas no iniciaron en la capital se han ido extendiendo rápidamente por todo el país. La evidencia nos sugiere que dichas manifestaciones representan las de mayor apoyo en los últimos años, a pesar de la dificultad de conocer con exactitud la proporción de simpatizantes.
A pesar de que Irán es un país acostumbrado a lidiar con diversas protestas, incluidas las multitudinarias manifestaciones por la crisis económica del 2019, el régimen se encuentra ante un escenario que difícilmente se detendrá sin la aplicación de cambios profundos en la República Islámica.
Este artículo representa el criterio de quien lo firma. Los artículos de opinión publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de este medio.