La incorporación de Costa Rica a la Alianza del Pacífico ha servido a los sectores más estatistas de la política nacional para mantener vivo el debate ideológico sobre los beneficios del comercio exterior, el proteccionismo y la soberanía alimentaria desde que la presidenta Chinchilla anunció la intención de Costa Rica para adherirse a dicho mecanismo de integración en el 2014.

Durante los siguientes 8 años las administraciones Solis y Alvarado evitaron deliberadamente la incorporación del país a la alianza, so pretexto de una supuesta afectación a los sectores de la economía primaria de Costa Rica, pero es el excandidato a diputado, Rogis Bermúdez, quien expresa mejor que nadie los motivos de esa decisión cuando expuso durante la pasada campaña electoral que “ese PAC imprescindible es el que evitó el ingreso del país a la Alianza Pacífico, ese acuerdo que tanto afectaría a nuestros productores, a nuestras organizaciones y a nuestras familias productoras en las zonas rurales. A la mujer rural, eso que estaría afectando tanto a los derechos laborales de nuestras y nuestros trabajadores”.

Esa visión detractora del acuerdo es acompañada por la actual bancada frenteamplista, que ante el anuncio del presidente para retomar ese proceso de adhesión, anunció que el ingreso a la Alianza “sería una sentencia de muerte para el sector agropecuario”, visión compartida por las organizaciones de izquierda que conforman el foro de Sao Paulo, el cual sostiene que dicho proceso es un mecanismo para traer de nuevo el consenso de Washington a América Latina y del que considera es una herramienta para la intervención y contención del avance de la izquierda en la región.

Lo cierto es que la Alianza del Pacífico no es nada de eso, ni desde el punto de vista técnico, ni desde el punto de vista comercial, ni desde el punto de vista político.

Desde el punto de vista técnico, el Acuerdo Marco de la Alianza del Pacífico es un Tratado, pues así lo define la Convención de Viena sobre Derecho de los Tratados de 1969, al indicar que se entiende por “tratado” el acuerdo internacional celebrado por escrito entre estados y regido por el Derecho Internacional, cualquiera que sea su denominación particular.

Estos tratados internacionales pueden ser cerrados o abiertos, es decir, que permiten o no la adhesión de nuevos signatarios que no tomaron parte del grupo constitutivo del mismo. Al respecto, Edmuno Vargas Carreño indica, en “Introducción al Derecho Internacional”, que “la adhesión se efectúa mediante un instrumento formal en el que el Estado adherente manifiesta al depositario del tratado su voluntad de llegar a ser parte” del mismo.

Dicha posibilidad queda patente en el artículo 11 del Acuerdo Marco de la Alianza que regula, precisamente, la adhesión de nuevos Estados Partes.

Así las cosas, el Acuerdo Marco de la Alianza del Pacífico es un tratado internacional abierto, que define en su artículo 3 el objeto del mismo, al indicar que busca construir un área de integración profunda para la libre circulación de bienes, capitales, servicios y personas; impulsar el desarrollo de las economías parte para superar la desigualdad socioeconómica de sus habitantes y convertirse en una plataforma de articulación política, de integración económica, comercial y de proyección al mundo con especial énfasis al Asia Pacífico.

De tal suerte que no estamos frente a un tratado de libre comercio —como se ha querido hacer creer a los incautos—, sino frente a una alternativa más integral.

Desde el punto de vista comercial, el supuesto peligro para algunos sectores de la economía local queda en nada frente a lo exigido por el mismo Acuerdo Marco, que, en el también artículo 11, señala que para poder hacer uso de la opción de adhesión al tratado, los estados solicitantes deberán tener un acuerdo de libre comercio vigente con cada una de las Partes de la Alianza.

Es decir que, para ser parte de la Alianza del Pacífico, Costa Rica debe tener tratados de libre comercio vigentes con México, Chile, Perú y Colombia, los cuales rigen el comercio con esos países desde 1995, 2002, 2013 y 2016 respectivamente. De tal manera que las condiciones de libre comercio con esos países ya están dadas, con o sin Alianza del Pacífico.

Desde el punto de vista político la Alianza del Pacífico tampoco se formuló como un mecanismo de contención para el avance de la izquierda, pues nació como una respuesta pragmática que le podía dar América Latina a las crecientes necesidades de consumo que estaba experimentando Asia, en cuyo caso, la visión del Ex presidente del Perú y promotor de la iniciativa, Alan García, era que los países miembros abastecieran conjuntamente las necesidades derivadas del crecimiento económico de la región Asia-Pacífico.

Es decir: visualizaba a la región como el granero de Asia, mediante la integración y la facilitación del comercio con esa zona en crecimiento; sin interferir en la dinámica de la política interna de los países, que en los 10 años de existencia de la Alianza han sido gobernados por presidentes de distintas ideologías políticas.

No obstante, pese al pragmatismo con el que se ha manejado la Alianza el presente debe ser visto con cautela, pues la cabeza del sistema que es la cumbre de presidentes estará integrada por Gabriel Boric, Andrés Manuel López Obrador, Pedro Castillo y Gustavo Petro, cuatro influyentes líderes de la izquierda latinoamericana que podrían cambiar el curso del proyecto como ya se ha visto en la agenda de trabajo tendiente al abordaje de una programación más progresista, ecológica y con enfoque de género, agenda que el actual gobierno de Costa Rica parece no compartir.

Dicho eso y dejando de lado los discursos políticos, la Alianza del Pacífico ha conseguido beneficios importantísimos para la economía de los estados socios, sobre todo, en el proyecto de integración del que cabe destacar: la desgravación del 98% del comercio interregional y el 2% restante para el 2030; la apertura de 8 embajadas conjuntas en África, Asia y Europa; la constitución del mercado integrado latinoamericano (MILA) que representa la integración de las bolsas de valores de los estados parte; supresión de visas de turismo y trabajo entre los cuatro países; movilidad de estudiantes entre los 4 países; cooperación en la asistencia consular y, finalmente, en el plano del comercio internacional firmó un TLC con Singapur a principios de este año.

Para la consecución de esos importantes avances en el proyecto de integración, los países parte suscribieron el “Protocolo adicional al acuerdo Marco de la Alianza del Pacífico” en el que lograron establecer las reglas básicas para la homologación de normas en materias como: accesos a los mercados mediante la eliminación de aranceles y la regulación de medidas no arancelarias que impidan la facilitación del comercio, regímenes aduaneros especiales comunes y acuerdos sobre el sector agrícola; este protocolo también abarca reglas de origen, cooperación aduanera, medidas sanitarias y fitosanitarias, contratación pública, comercio transfronterizo de servicios, inversiones, servicios financieros y marítimos, comercio electrónico y telecomunicaciones.

Sin embargo, estos son acuerdos entre los 4 países miembros, no de los miembros con otros países de la cuenca del Pacífico, por lo que se puede observar que el proyecto de integración ha avanzado más exitosamente que el comercial, cuyo énfasis, como fue dicho, estaba concebido para atender en bloque las crecientes necesidades de consumo que experimenta Asia a raíz del crecimiento de sus economías.

Eso último es precisamente lo que no ha pasado, la dinámica comercial de los países de la Alianza con Asia es producto de sus relaciones bilaterales y no de su actuación en bloque, México mantiene constantes disputas con China y sus exportaciones a Asia no alcanzan el 3% del total de sus movimientos al extrangero; individualmente, Chile tiene en China a su principal socio comercial —es su principal comprador de minerales— y es el país más integrado con Asia al poseer acuerdos de Libre comercio e Integración Económica con Corea del Sur, China, Japón, Turquía, Malasia, Vietnam y Hong Kong, lo mismo que Perú, con menos acuerdos comerciales bilaterales, pero con una dinámica exportadora al Asia dominante en su balanza comercial, mientras que Colombia tiene los principales destinos de sus exportaciones en Occidente.

Así las cosas, la Alianza del Pacífico ha sido sumamente exitosa en el proyecto de integración regional, pero no ha podido responder con la misma positividad a la visión fundadora del mecanismo para poder satisfacer conjuntamente la demanda que surgiera del crecimiento de Asia.

De tal suerte que si el gobierno de Costa Rica piensa que el ingreso de nuestro país a la Alianza del Pacífico será la puerta de entrada a Asia está exactamente en las antípodas, pues el ingreso a la Alianza del Pacífico es la puerta a una mayor integración de nuestra economía con la de México, Chile, Perú y Colombia punto. Si se quiere un acuerdo de libre comercio con un bloque más amplio de la cuenca del Pacífico, lo que hay que hacer es ingresar al Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP por sus siglas en inglés) que, aunque lo integran 3 países miembros de la Alianza del Pacífico, es un proceso aparte y no es requisito ser parte de uno para acceder al otro.

Para penetrar en Asia ya Costa Rica posee importantes instrumentos comerciales y una institucionalidad que debe volver a ocuparse para los objetivos del comercio internacional y en este punto quisiera llamar la atención del empresariado promotor de este ingreso sobre lo siguiente: durante 8 años les hicieron creer que el ingreso de Costa Rica a la Alianza era un signo de victoria del sector sobre el gobierno de izquierda y perdieron de vista que esos gobiernos desnaturalizaron la principal institución del comercio que tiene este país para convertirla en la burocracia local de la OCDE, que por la materia de su especialidad debería estar en Mideplan de acuerdo con el diseño de nuestras instituciones y sus funciones.

Me refiero a COMEX, el cual es indispensable reorientar para satisfacer los objetivos de su fundación, que aparejado con PROCOMER y CINDE, pueden sacarle el mejor provecho a los acuerdos comerciales vigentes con China, Corea del Sur y Singapur, así como liderar el ingreso del país al TPP e iniciar las negociaciones con otras potencias de Asia como Japón, Vietnam, Malasia y la India, así como con los Emirato Árabes Unidos que se convertirá en un actor clave del comercio entre África y Asia. De lo contrario, como en los anteriores 8 años, Costa Rica continuará ayuna de una verdadera política comercial para Asia, que en el SXXI pasa por información e inteligencia para dotar de mejores oportunidades de negocios al sector productivo de este país, que no es solamente exportador, también necesita proveedores más competitivos.

Dejen de pensar en derrotar viejos discursos vacíos y recuperen COMEX, el país lo necesita para alcanzar mejores estadios de desarrollo económico y social.

Este artículo representa el criterio de quien lo firma. Los artículos de opinión publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de este medio. Delfino.CR es un medio independiente, abierto a la opinión de sus lectores. Si desea publicar en Teclado Abierto, consulte nuestra guía para averiguar cómo hacerlo.