Generalmente es posible identificar algunos impactos ambientales desde su fuente: un desfogue ilegal de aguas residuales hacia un río, las emisiones de gases contaminantes emitidas por un automóvil o un residuo plástico dispuesto en la calle por un transeúnte. Sin embargo, existen algunos impactos que no se perciben con la misma facilidad, e incluso pasan tan inadvertidos que podríamos pensar que no existen. Tal es el caso de los impactos generados por la nube que almacena y transfiere los datos del mundo digital.

Cuando se piensa en la nube, la primera imagen que podría pasar por nuestra cabeza es la de un elemento blanco, etéreo e intangible. Sin embargo, no hay nada más alejado a la realidad que esa idea. La nube no es un espacio inexistente en nuestro computador, sino la suma de múltiples elementos tangibles conectados entre sí, que requieren, entre otros recursos, un gran consumo de energía eléctrica.

Cualquiera que sea la utilidad final que se le dé a la nube, toda la información que se procesa y almacena está contenida en complejas cadenas de bits. Mientras viajan a la velocidad de la luz, bajo los océanos, los bits se materializan en cables de fibra óptica más finos que los cabellos humanos. Estos densos paquetes de información, instrucciones para píxeles o caracteres codificados en unos y ceros, crean todo lo que podemos ver a través de una pantalla con conexión a internet.

Digitalizar para la sostenibilidad

Influenciado por la pandemia de COVID-19, a tono con los mecanismos de adaptación en las formas de hacer negocios, el nuevo entorno global ha acelerado el proceso de transformación digital de las empresas. Profesionales en sistemas de redes informáticas indican que la conectividad y las tecnologías digitales, gracias a su capacidad para enlazar objetos y realizar la analítica de datos a escala masiva y detallada, son esenciales para abordar los desafíos de sostenibilidad del mundo. De acuerdo con los expertos, la digitalización promueve que los negocios de los sectores industriales sean más eficientes.

No obstante, cuánto más digitalizada sea la economía, más dependerá de la nube para su funcionamiento y eso conduce a más explotación de los recursos naturales. No hay camino hacia un planeta más sostenible si no se aborda el considerable consumo de energía generado por la nube o los centros de almacenamiento de datos, en la transición hacia la digitalización. Hoy, de forma incluso literal, nuestro consumo energético está por las nubes.

La nube tiene ahora una mayor huella de carbono que la industria aérea. Un solo centro de datos puede consumir la electricidad equivalente a 50.000 hogares. Con 200 teravatios hora (TWh) al año, algunos centros de datos consumen colectivamente más energía que países enteros. Desde el año 2017, se estima que consumen aproximadamente el 7% de la electricidad a nivel mundial. Además, generan contaminación ambiental por el alto uso de gases refrigerantes y agua que utilizan sus sistemas de enfriamiento. Sumado a esto, algunas comunidades se han manifestado en contra de la instalación de los centros de datos en zonas residenciales, debido a la contaminación sónica que provoca los sistemas de enfriamiento de los edificios que albergan la nube.

Un centro de datos ya dejó de ser el cuarto sobrecalentado en la parte trasera de un edificio con uno o dos servidores ruidosos. Ahora, suelen ser edificios construidos especialmente para este fin, con hileras de máquinas especializadas gestionando el tráfico de datos de conglomerados globales como Amazon, Apple y Microsoft, por nombrar algunos. Inclusive la multinacional Microsoft, gracias a su proyecto Natick, ha desarrollado una cápsula especial que almacena servidores bajo el agua que utiliza las corrientes marinas para su enfriamiento.

Como las nubes que observamos en el cielo, la nube digital es implacablemente material. Para que exista, es necesario instalarla en algún lugar del mundo. Como las nubes que se desplazan y se niegan a mantener una forma sólida, la nube digital es esquiva. Su funcionamiento interno es, en gran medida, misterioso para el público en general. Conviene informarse, poner los datos en perspectiva y sumarse a los esfuerzos por mitigar el inmenso consumo eléctrico que produce nuestro mundo digital. La sostenibilidad y la digitalización deben ser aliadas.

Este artículo representa el criterio de quien lo firma. Los artículos de opinión publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de este medio. Delfino.CR es un medio independiente, abierto a la opinión de sus lectores. Si desea publicar en Teclado Abierto, consulte nuestra guía para averiguar cómo hacerlo.