Cada inicio de año para muchas personas representa un borrón y cuenta nueva, un recomienzo, una etapa de reflexión acerca de lo vivido, de lo que puede estar por venir y una proyección a más largo plazo.

El 2022 nos ofrece esa oportunidad, aun y cuando hemos tenido que convivir con la incertidumbre y la desesperanza, con la falta de un rumbo claro sobre el destino del país, alimentado claramente por la pandemia, pero también por la carencia de un liderazgo político que señale con entereza el camino a seguir.

Ningún sector social y económico ha estado exento de sufrir esta parálisis.

Desde los más jóvenes, que ven frenadas sus aspiraciones para conseguir un trabajo, hasta las amas de casa que se enfrentan a una realidad donde la falta de oportunidades para estudiar y emplearse les representa un serio obstáculo.

Ni qué decir de los pequeños empresarios que sufren la orfandad de un aparato público que no está al servicio de sus necesidades y del trabajador informal que carece de las garantías plenas para acceder a un seguro social, a una futura pensión e incluso para pensar en cómo hacer crecer su negocio y generar más fuentes de empleo.

No es para nada halagüeño darnos cuenta de que Costa Rica ocupa el desempleo general más alto de los países de la OCDE o que el desempleo juvenil, que ronda el 40 por ciento, es el más alto de Latinoamérica, el cual, ya venía con porcentajes sumamente altos desde antes de la pandemia.

Muchas cosas que históricamente hemos hecho bien, a lo largo de las últimas décadas, sentaron las bases que nos permitieron fomentar el ascenso de una amplia clase media. Pero también algo se ha hecho mal y ahora, estamos frente a un escenario donde podemos enderezar y mejorar en muchos aspectos, para un futuro que abrace las oportunidades, poniendo en el centro de nuestras prioridades, a las personas.

Fue así como desde la abolición del ejército y con las transformaciones sociales que se impulsaron en los años posteriores a la Fundación de la Segunda República, logramos ahondar en las acciones necesarias para un tejido social y económico fuerte, sólido, solidario e inclusivo, donde el Partido Liberación Nacional ha sido un protagonista de primera línea.

Dimos los pasos necesarios para una eficaz integración de Costa Rica ante el Mercado Común Centroamericano, con una visión de mercado sustentada en los valores socialdemócratas. Corrían los inicios de la segunda mitad del siglo 20 e instituciones que han sido decisivas en el desarrollo nacional y en el fomento de nuestro sistema democrático vieron la luz como la Corte Suprema de Justicia o el Banco Central de Costa Rica.

En paralelo, el desarrollo de infraestructura pública como la construcción de la carretera General Cañas o el puerto de Caldera lograron concretarse, mientras que cientos de escuelas y colegios a lo largo y ancho de todo el país se levantaron con la mística de una visión país que ha priorizado en la educación un pilar fundamental de nuestro desarrollo.

Y me refiero justamente a todas esas escuelas y colegios que hoy sufren el abandono, sobre las cuales pesan hasta 800 órdenes sanitarias producto de la inoperancia, de la falta de planificación y de la ausencia de eficacia en la administración de recursos públicos.

Esta semana justamente el Gobierno anunciaba el reinicio de las clases presenciales en todo el país. ¿Y qué se ha hecho durante los últimos meses a nivel de infraestructura educativa para solventar estas necesidades y asegurarnos así un retorno seguro de nuestros niños y jóvenes a las aulas?

El país transitó sobre la vía segura de la inversión social durante el siglo XX, con la construcción de clínicas y hospitales regionales, el impulso de la cultura y la educación con la creación del Sistema Nacional de Radio y Televisión, el Museo de Arte Costarricense, la Plaza de la Cultura, el Parque La Sabana, la Universidad Estatal a Distancia y el Instituto Tecnológico de Costa Rica, todo ello fruto de los gobiernos de Liberación Nacional.

La crisis económica y social de inicios de los años ochenta puso de manifiesto el reto de recuperar a Costa Rica de un golpe fortísimo. Con sabiduría, se recuperó la moral y la confianza ciudadanas y se logró colocar el nombre del país en un sitial histórico internacional al liderar las negociaciones de paz de una Centroamérica convulsa, afectada por los conflictos militares y donde el ejemplo de un país como el nuestro, acervo de paz, logró encaminar los acuerdos para la pacificación de la región, gracias a las gestiones realizadas por el expresidente Oscar Arias Sánchez.

Hacia finales del siglo XX logramos abrir el acceso a los mercados internacionales a promover una verdadera integración económica de Costa Rica con el resto del mundo, atrayendo inversión extranjera directa, para que empresas como Intel, que arribó al país durante el gobierno de José María Figueres Olsen, hoy sigan ampliando sus operaciones e inversiones en el país, generando empleo de calidad.

Esa tarea titánica fue consolidándose, aunque lamentablemente hoy desde las propias empresas, pequeñas, medianas y grandes, dentro y fuera de la Gran Área Metropolitana, se suman gritos de auxilio por la falta de políticas que promuevan el crecimiento económico, la simplificación de trámites y requisitos, y la disminución de costos que impiden crear nuevas fuentes de empleo.

En momentos en que más de 350 mil personas reciben el 2022 sin un empleo estable, enciende todas las alarmas de una emergencia nacional no declarada, que nos pone al borde de un precipicio al cual no podemos caer.

Caer más abajo podría poner en riesgo logros sociales que nos han convertido en un país modelo en materia social cuando se creó la Red Nacional de Cuido en el gobierno de Laura Chinchilla Miranda. Aunque para un medio de comunicación, esta Red de Cuido es un programa que se debería crear, lo cierto del caso es que ya existe, funciona y opera exitosamente en todo el país, atendiendo a nuestros niños y adultos mayores y dándoles una oportunidad a miles de madres jefas de hogar para que puedan estudiar y salir adelante.

Hoy, la Red Nacional de Cuido tiene sustento legal y en lo que debemos centrarnos es en buscar las formas para fortalecerla y para ampliarla. La Ley 9.941 promulgada en este periodo, producto de un proyecto que presenté, amplía hasta en 20 mil nuevos cupos la capacidad de la Red y amplía sus fuentes de financiamiento. Este es un ejemplo de cómo podemos maximizar los beneficios de políticas públicas eficaces, que contribuyen a disminuir la desigualdad y que tienen un gran impacto social.

Punto y aparte merece el tema de la protección ambiental, donde Costa Rica goza de una trayectoria ejemplarizante, producto de las acciones que se implementan desde el siglo anterior por parte de los gobiernos con sello liberacionista.

La creación del Sistema Nacional de Parques Nacionales, la aprobación de una Ley Forestal, la implementación del Programa de Bandera Azul Ecológica y la reforma del artículo 50 de nuestra Constitución Política, para establecer el derecho de toda persona a un ambiente sano y ecológicamente equilibrado, representan esos bastiones que han posicionado con grandeza el nombre de Costa Rica en materia ambiental.

Hoy por hoy, el abandono estatal, el desastre ecológico y la minimización del problema por parte del actual Gobierno en el tema de Crucitas, es un ejemplo más que claro de la equivocada ruta y de las promesas falsas que revelan una hipocresía sin precedentes en este tema y que hemos denunciado en estos últimos casi cuatro años.

Y es así como desde el punto de vista ambiental, económico y social hemos tenido conquistas que provienen desde el siglo pasado y que nos deben enorgullecer.

El camino que sigue es el camino decisivo. Es el que nos va a determinar cuál Costa Rica es la que queremos: la de la parálisis, la del rezago, la de la visión ideologizada, la que fomenta la ineficiencia y la corrupción o la Costa Rica que aspire a un crecimiento sostenido en su economía y que esta sea la palanca para un crecimiento social equitativo e igualitario.

Decía don Pepe Figueres que “todo trabajo dignifica a la persona” y eso es lo que necesitamos en este país: trabajo y más trabajo.

Pero para alcanzar esa meta y que efectivamente desde todos los sectores de la economía se puedan abrir nuevas fuentes de empleo debemos colocar la primera piedra, y esa piedra es la confianza.

Recuperar la confianza significa decirle al ciudadano que existe experiencia, capacidad y equipo no solo para proponer ideas, sino también para concretarlas.

Tenemos que convertir en realidad el “milagro costarricense”, recuperar la economía, la eficiencia en la Administración Pública y ser y ejercer el liderazgo que el mundo actual nos demanda.

Si logramos reactivar sectores que han estado debilitados y deprimidos como el turismo y la vivienda, nos aseguraremos nuevas fuentes de trabajo que incluso vendrían a beneficiar a comunidades rurales.

El tema de la conectividad tecnológica se vuelve en un tema plenamente imprescindible para dar ese salto cualitativo que el país requiere y que fomenta la atracción de nuevas inversiones, el emprendimiento, la eficiencia y la oportunidad de decirle al mundo que nuestro país está debidamente interconectado.

El mundo se enfrenta hoy a retos globales donde cada país debe asumir su cuota de responsabilidad. Uno de ellos y el más importante de todos, es el cambio climático. El país debe ir, sin dilaciones de ningún tipo, hacia la erradicación de la exploración y explotación de petróleo y gas natural, cerrarles la puerta a los combustibles fósiles y fortalecer la transición hacia las energías limpias y la producción energética sobre fuentes renovables como el hidrógeno verde y la biomasa.

Toda esta visión económica y de atención de retos globales, debe traducirse también en una política pública que fortalezca el sector social.

Una de las prioridades del Partido Liberación Nacional es sacar al país de ese apagón educativo que estamos viviendo y declarar la emergencia educativa nacional que tiene en riesgo el futuro de miles de niños, niñas y jóvenes.

El reto que tenemos en temas de género, para una verdadera inclusión de las mujeres y su incidencia en el desarrollo del país, debe establecer que las mujeres deben estar en el centro de las medidas de reactivación económica, como emprendedoras, con una banca de desarrollo con perspectiva de género, un Ministerio de Trabajo y Seguridad Social que garantice medidas efectivas de protección a las mujeres asalariadas contra la discriminación laboral.

Esto se complementa con acciones tendientes a buscar la formalización del empleo femenino, una mayor incorporación en sectores de la economía vinculadas a las matemáticas, las ingenierías, la ciencia y la tecnología, mejor llamadas carreras STEM, y en educar y promover la construcción de familias corresponsables en el trabajo no remunerado.

Así como en el tema de género, de la población infantil y juvenil, debemos fortalecer el tejido social con acciones integrales centradas en nuestra población adulta mayor, personas con discapacidad y que resguarden los derechos humanos de todos los sectores de la población.

Este mensaje está enfocado no en la nostalgia del pasado, sino en la prominencia del futuro.

Ningún sector de la economía ni ningún sector social debe quedar fuera de esta ecuación.

El desarrollo también debe ser democrático y estamos a tiempo de poder enderezar el rumbo. No todo está perdido, aunque muchas veces lo hemos pensado. Estamos a tiempo para que podamos rescatar y transformar a Costa Rica.

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