“Cambio Climático”… Un concepto que se ha vuelto extremadamente popular. Se ha visto rodeado por opiniones polarizantes, opiniones sensatas, política, ego y desinformación y muy a pesar del enorme consenso científico, continúa siendo un tema polémico. Generando conversación en foros de distinta magnitud no solo en Costa Rica, sino que en todo el mundo. Desde cumbres internacionales y política nacional, hasta cenas familiares un martes por la noche.

Por lo general, no fomento la práctica de hablar de política y temas incomodos con nuestras familias ya que rara vez logramos convertirlo en una experiencia positiva. Dicho eso, a veces es inevitable discutir temas tales como el Cambio Climático o la sostenibilidad, les presento algunos puntos para hacerlo de una manera productiva y generar aliados, no enemigos.

Primero que nada, conversar civilizadamente con alguien que no comparte nuestra opinión es algo que nos cuesta bastante como sociedad en la era de las redes sociales donde si alguien no comparte mis opiniones, o lo borro o lo insulto o me altero y busco humillarlo en público. Esta actitud es sencillamente contraproducente y lo único que logra es generar enemigos hacia la causa que tanto nos apasiona. Tenemos que aprender a conversar con aquellos quienes desafían nuestras opiniones.

Segundo, es necesario entender que, desde su concepción, el término “Cambio Climático”, es un concepto en apariencia redundante.

Ese hueco semántico abre la puerta al argumento de “el clima siempre cambia” … argumento que en teoría pues… es cierto. Sin embargo, este término es solo la portada de un libro que no trata sobre el cambio del clima en general, sino que trata sobre un cuerpo gigantesco de evidencia científica que demuestra con bastante certeza que las actividades humanas relacionadas a la quema excesiva de combustibles fósiles desde la revolución industrial, han acelerado el ritmo al cual el clima cambia y como esta aceleración puede afectar el desarrollo a futuro de la humanidad al alterar significativamente las fuentes de recursos naturales de las cuales dependen nuestros sistemas de producción de energía, organización urbana, alimento, empleo, salud y recreación. Por esta razón, para definir conceptos con la mayor claridad posible antes de profundizar en conversación, el término “Cambio Climático” se puede quizás replantear como “la aceleración exponencial ciclos climatológicos, causada por la quema excesiva de combustibles fósiles producto de actividades humanas”.

Tercero, hay que reconocer que el Cambio Climático no es el fin del mundo. Sino que mas bien es un proceso que afecta gravemente el futuro de nuestra economía y estilo de vida (también afecta desproporcionalmente a los más vulnerables, como toda crisis). Las industrias y políticas que lo exacerbaran deciden mantenerse en la antigüedad pese a que como sociedad sabemos que hay maneras más modernas de generar energía y producir bienes y servicios. Hay razones para esto… es algo complejo y debemos dar el beneficio de la duda a que es un problema profundo, que toma tiempo y no se resuelve solo con sembrar árboles y comer soya.

Reconociendo esto, se dan los primeros pasos en dirección a presentar argumentos robustos y sensatos. Nos permitimos asumir que la no creencia en el concepto de el “Cambio Climático” proviene de un simple malentendido a nivel de definiciones. Sin falta de hacer a una persona sentir mal, culpable o atacada por su estilo de vida. Al contrario, demostrar integridad intelectual al poder reconocer las carencias de nuestros argumentos, demuestra humildad e inteligencia y por ende, se maximiza la posibilidad de generar aliados y empatía.

Podemos ver entonces que ser confrontativos rara vez genera aliados y una voz radicalizada rara vez es una productiva. Atacar estilos de vida apasionadamente no es efectivo ni es un argumento racional… y es que es muy fácil criticar por criticar, pero pensar en soluciones pragmáticas y tener conversaciones productivas conlleva muchísima integridad y disciplina cognitiva.

No nos conviene generar rechazo a los ideales del desarrollo sostenible, eduquémonos en que significan sus conceptos realmente antes de hablar y cuando hablemos, evitemos el activismo contraproducente… no busquemos debatir sino más bien conversar. Aceptemos donde nuestro movimiento tiene fallos estructurales a nivel de semántica, mercadeo y educación y usemos esas lecciones para darle el giro que todos necesitamos… tanto los que creemos en la evidencia empírica, como los que optan por rutas de entendimiento informadas por cuestiones ideológicas.

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