Hoy, 22 de noviembre, se celebra el Día de los Educadores y para conmemorar esta fecha, la campaña “Aquí estamos, presentes” del Magisterio Nacional, nos invita a conocer las historias de siete trabajadores de la educación que han logrado sobreponerse a los obstáculos y continuar haciendo lo que aman: compartir su pasión por la enseñanza.
“Aquí estamos, presentes” busca visibilizar el aporte y la importancia del trabajo de los educadores para el país, y estas son sus historias:
Yenori Pitar es docente y directora de la Escuela Volio-Watsi, en Bratsi de Talamanca, un puesto que también perteneció a su madre.
A pesar de las limitaciones y retos que enfrentan a diario como institución, ella tiene muy claro que su misión es poder darle una educación a todos los niños de la zona, especialmente los que viven más lejos.
Para demostrar que la distancia no se antepone a la vocación, Alonso Cordero decidió mudarse de Tres Ríos, Cartago a Boca de San Carlos, donde se desempeña como profesor de educación física.
Aún con algunos retos, como aquellas personas que tilden el deporte de “vagabundería”, él continúa inamovible en su misión de promover la salud física en las escuelas de la zona.
A otros la distancia los lleva al Melico Salazar, como es el caso de Marjorie Solano, profesora de educación musical. En su carrera ha trabajado en zonas indígenas y áreas rurales vulnerables de difícil acceso. A través de su experiencia ha logrado que los estudiantes se “enamoren” de la música, y para ello ha tenido que ser creativa.
Entre sus estrategias, destaca un proyecto en el cual sus alumnos pueden crear música con bolsas, botellas, y otros materiales reciclados. La misma iniciativa que llevó a su banda a presentarse en el prestigioso teatro Melico Salazar. Desafortunadamente la pandemia frenó este proyecto, pero no así sus ganas de continuar compartiendo el amor por la música.
La creatividad es una habilidad inherente de los educadores, y una pieza fundamental para sobrellevar los retos de su carrera. Para el profesor Enrique Quirós, de la Escuela Hellen Keller, la tecnología ha sido su gran aliada para la formación académica de estudiantes que como él, tienen una discapacidad visual.
Jéssica Espinoza, es maestra de preescolar y oriunda de Isla Chira. Una malformación congénita en las manos le hizo pensar que llegar a escribir sería solo un sueño. Sin embargo, los sueños sí se cumplen y actualmente es la profesora de dos escuelas unidocentes en Guacimal de Puntarenas.
Las personas que la conocen coinciden en dos cosas: es una mujer apasionada por su trabajo y su positivismo se contagia con cualquiera que hable.
Para los sueños no hay imposibles, una historia que comparte la orientadora Damaris Solano. Una discapacidad a edad temprana la obligó a usar silla de ruedas permanentemente, pero esto no le impidió seguir su pasión y estudiar orientación. Una carrera que eligió para poder estar cerca de los procesos emocionales de los niños y jóvenes.
Actualmente no ejerce como orientadora pero se mantiene al frente de diversas agrupaciones defensoras de los derechos de las personas con discapacidad.
No todos los héroes están en una clase, y así lo ejemplifica el caso de Marvin Muñoz, un conserje del Liceo de Hatillo. A raíz de la pandemia sus responsabilidades se han visto incrementadas, al punto de llegar a desinfectar hasta 500 pupitres diarios, esto aunado a su trabajo en las demás instalaciones del Liceo.
Con más de 20 años en el ámbito educativo, Marvin sigue demostrando en sus responsabilidades diarias que su amor por la educación sigue tan intacto como el día que empezó.