Ciertamente, siglos de dominación de los hombres blancos con recursos, han dejado a sus pies una cantidad enorme de afectados que ahora reclaman su sitio y, al hacerlo, aplican métodos que terminan causando nuevos problemas. Más, cierto es también que la sociedad resultante de dicha dominación hoy es una sola; por lo que el hecho de que cada grupo afectado reclame una cuota de poder, lo único que hace es dividirnos cada día más y, en el afán de completar ese rompecabezas, estamos creando una serie de damnificados.

Con los mecanismos legales creados para que cada grupo reciba dichas cuotas, cabe preguntarse aún: ¿están realmente logrando su representatividad? ¿Se están dando esas oportunidades a los que realmente las merecen? ¿Estamos logrando llenar los puestos con la gente más capacitada o simplemente estamos llenando puestos? Personalmente, lo dudo, pues todo eso tendrá inevitablemente un efecto en la productividad y, al final, terminará exacerbando el problema de representatividad que se pretendía solucionar.

De cuotas y víctimas. Mi padre era un hombre muy singular, ahora lo sé. Dentro de sus particularidades, me enseñó a tratar a todos como personas, sin importar su raza, condición social, sexo, edad, profesión, etc. Me enseñó, también, que había personas buenas, malas, inteligentes y no tan iluminadas, y que, según la situación, así se debían valorar; en ese sentido, creo que fui muy afortunada, pues nunca consideré que era menos que alguien y menos aún por ser mujer.

Por esa razón, en esta época en la que a casi nada se le puede llamar por su nombre sin que alguien se ofenda y en la que, a partir de victimizarse así, todos reclaman una cuota de participación en las distintas formas del poder, por el sólo hecho de pertenecer a una de las tan mentadas minorías (sociales, étnicas, sexuales, etc.), no estoy ni puedo estar de acuerdo con tal victimización.  A mí, en lo personal, el enfoque de víctima no me gusta, apenas lo mencionan me pierden; entonces, a cuántas personas más perderemos por estar tratando de exponer un problema proponiendo soluciones que lo perpetúan.

Mi discreta opinión es que una cuota es lo más parecido a que le tengan lástima a uno, sin una razón válida. Por qué me tienen que dar un trato especial a mí por ser mujer, cuando lo que yo deseo como ser humano es que me evalúen por mi capacidad y, si cumplo con los requerimientos solicitados para determinada función, entonces ser considerada en igualdad de condiciones que los demás postulantes. Es decir, lo que yo quiero es una “cancha” pareja, no protecciones ni privanzas que lo único que hacen es crear más distorsiones en la deseada equidad entre hombres y mujeres.

En ese sentido, puedo sugerir algunas ideas sobre cómo atacar los problemas que enfrentan jóvenes, mujeres, personas mayores de 50 años, personas que provienen de barrios marginales, personas étnicamente indígenas, orientales o africanas, pues, aunque no cumplo muchas de esas características, al final a todos nos afecta lo mismo: sufrimos discriminación por algún factor cultural.

Proponiendo ideas. Anoto algunas medidas que me gustaría ver implementadas como políticas públicas, para afectar positiva y directamente la nivelación de la “cancha” social a la cual me refiero:

  1. Ya que hombres y mujeres pagan por igual el seguro de IVM, que el Seguro Social cubra completamente la incapacidad por maternidad. Aunado a eso, cabe permitir contrataciones para cubrir incapacidades con un sistema de seguro temporal que no implique un costo extra para el empleador.
  2. Crear un sistema de guarderías educativas en todo el país, para aprovechar la educación temprana, sin discriminación de estrato social, ingresos, etc.
  3. Orientar vocacionalmente en la educación secundaria para determinar los intereses de los jóvenes, basándose en sus habilidades; orientación acompañada de convenios con empresas para que paralelamente puedan asistir a las empresas de su preferencia a hacer pasantías y adquieran así una experiencia que luego los ponga en igualdad de condiciones con los otros concursantes.
  4. Hacer una modificación en la cantidad de recursos que actualmente se dedican a la educación y destinarlos a centros diurnos de cuido para adultos mayores, para que las personas trabajadoras puedan contar con ese apoyo. Al estar disminuyendo la cantidad de nacimientos no tiene sentido seguir contratando maestros al mismo ritmo.
  5. Implementar desde la educación pre-escolar la concientización sobre las diferentes culturas, religiones y razas, para que estas sean vistas con naturalidad y se pierda el poder de la diferenciación.
  6. Orientar el Ministerio de Trabajo al análisis de la oferta laboral, necesidades educativas y apoyos laborales para que los métodos de contratación y despido sean más sencillos.
  7. Establecer protocolos fuertes contra el bullying en todos los centros educativos, pues si se empieza a exponer a aquellos individuos que lo practican como a parias sociales, a nadie le va a interesar parecerse o ser parte de tal grupo.
  8. Crear sistemas de orientación en la educación primaria y secundaria que permitan detectar qué niños y jóvenes están sufriendo algún tipo de abuso, o si existe la posibilidad de un embarazo juvenil por violación o simplemente ignorancia y tratar de evitarlo. La meta debería ser 0 embarazos antes de salir del colegio.
  9. Instituir la importancia del mentoring en las empresas, para que las personas de mayor edad puedan ser guías de los jóvenes que recién inician su aventura laboral; con lo que, de paso, se aprovecha esa experiencia socialmente construida.
  10. Permitir los trabajos de jornadas variables para que cada quien pueda ajustarlos a sus necesidades o deseos; algo que pasa por eliminar la base mínima contributiva y así pagar, como debe ser, por jornada trabajada.

Para brillar con luz propia. Como esas, hay otras muchas cosas que se pueden hacer para atacar las causas estructurales de la inequidad entre los seres humanos, pero seguir estableciendo cuotas sólo complica más la situación laboral de las personas a las que se supone se trata de ayudar.

De modo que, en lo personal y frente a la victimización al uso, preferiría que trabajemos juntos por una sociedad donde todos seamos evaluados por nuestras capacidades y allanemos así el camino a la equidad social, reconociendo las diferencias objetivas existentes entre los diferentes tipos de seres humanos para poder dar soluciones justas, de modo que todos tengamos acceso a las mismas oportunidades y que cada uno pueda surgir y prosperar.

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