Comúnmente, se ha llegado a pensar que la democracia se limita a aspectos formales como por ejemplo la habilitación del sufragio como método de elección de las autoridades o bien como los sistemas de pesos y contrapesos que balancean un Estado de Derecho. Sin embargo, es fundamental notar un detalle: la democracia es mucho más que ello. No es suficiente hablar de democracia formal para garantizar un sistema representativo, inclusivo, accesible y equitativo para todas las personas que formen parte de él; es crucial hablar de democracia sustantiva.
Antes de profundizar, es importante definir qué es la democracia sustantiva. En términos sencillos, es aquella democracia que no solo se preocupa por los formalismos procedimentales que conlleva, por ejemplo, la realización de un proceso electoral o la distribución del poder para evitar su centralización, sino que además de esto, busca asegurar efectivamente que todas las personas puedan ser partícipes de aquellos procesos, desde un enfoque integral de derechos humanos, desarrollo sostenible y justicia social. Es decir, la democracia sustantiva se refiere a esa democracia no solo en la teoría, sino en la práctica. Esa democracia donde existe un sólido Estado Social y Democrático de Derecho donde hay una institucionalidad pública coordinada puesta al servicio de las personas, acceso a la participación pública, garantía de los derechos humanos y fundamentales, desarrollo desde la interconectividad de la sostenibilidad, y, sobre todo, una cultura y participación cívica fuerte y sólida. A continuación, abordaré cada uno de los puntos mencionados.
Primero, hablamos de la institucionalidad pública coordinada. Hablamos de servicios brindados por el Estado que aseguren la consecución y cumplimiento de los derechos humanos, en aras de cultivar y lograr un desarrollo sostenible para todas las personas tanto ciudadanas como habitantes. En este sentido, nos referimos a educación de calidad, un buen sistema de salud y seguridad social universal, vivienda digna y accesible, acceso al recurso hídrico, garantía de la protección ambiental y un medioambiente sano y equilibrado, empleabilidad y oportunidades laborales para todas las personas, ciudades seguras y libres de violencia y discriminación, entre otros aspectos que permiten llevar a cabo una calidad de vida digna.
Por lo tanto, cuando decimos que la democracia sustantiva conlleva una coordinación y cooperación entre las instituciones públicas, hablamos que ellas existen no solo para distribuir las tareas del Estado, sino para que todas las personas, independientemente de su condición o situación, tengan la oportunidad de vivir bien. No basta con decir que la democracia es elegir, sino asegurar que, en el marco de esa elección, todas las personas tengan acceso a poder participar de ella.
Esto me lleva a mi segundo punto: acceso a la participación pública. En los inicios de la democracia griega, muchos grupos de población estaban excluidos de la toma de decisiones, afectando la representatividad, pluralidad y diversidad de estas. Esto, me temo, sucede en diversos países y naciones, donde muchas personas, aunque no se les niega la posibilidad de votar o de participar públicamente, no poseen la misma capacidad de acceder como tal vez si lo hacen otras personas, debido a estructuras desiguales. Por ello, es crucial que cuando hablemos de democracia, por ejemplo, no digamos ‘’bueno, vamos a dejar el sufragio universal y listo’’. No, es también decir ‘’bueno, ahora que tenemos el sufragio universal, tenemos que buscar medios para que todas las personas puedan acceder a los medios para participar de él libremente y de manera informada’’.
La democracia sustantiva no es solo asegurar la participación ciudadana desde lo teórico, sino desde lo práctico. No es solo impulsar que exista una igualdad desde lo formal (es decir, desde la ley) sino que también haya una igualdad material, donde las oportunidades de participar se vuelven posibles y accesibles para todas las personas.
En tercer lugar, tenemos la garantía de los derechos humanos y fundamentales. La democracia no es democracia si no hay derechos humanos que propicien espacio para la prevención y erradicación de la discriminación, así como el rompimiento con los sistemas y esquemas de desigualdad estructural que no permiten que las personas puedan llevar a cabo sus vidas dignamente. No podemos hablar de democracia si atacamos o desprotegemos las voces de grupos de población en situación de vulnerabilidad o discriminación sistemática.
La democracia no es solo que la mayoría decida y ya, sino además entender que cuando esa decisión viene a vulnerar minorías étnicosociales o a retroceder en derechos humanos, debe haber un límite. Esto, dado que los derechos humanos no son absolutos; los derechos humanos se balancean y complementan entre sí, por lo que debemos entender que hay límites cuando, por ejemplo, el ejercicio de mis derechos está afectando el de los demás (por ejemplo: cuando mis discursos de odio están violentando o poniendo en riesgo a poblaciones discriminadas).
En cuarto lugar, tenemos al desarrollo desde la interconectividad de la sostenibilidad. El desarrollo sostenible es clave para garantizar la democracia. Cuando las esferas sociales, económicas, ambientales e incluso políticas cooperan y colaboran entre sí, logramos que exista una mejor calidad de vida, y, por lo tanto, una mayor convivencia democrática, por el simple hecho que, a mayor interseccionalidad e interconectividad entre los sectores y actores de la sociedad, propiciamos espacio para un país y planeta más sostenible donde todos los derechos humanos estén protegidos y garantizados.
Para finalizar, pero no menos importante, tenemos el aspecto referente a una cultura y participación cívica fuerte y sólida. La democracia no debe ser construida o comprendida por unas pocas personas; eso sería caer en esquemas aristocráticos, o incluso oligárquicos. Nuestro sistema democrático debe ser construido y comprendido por todas las personas parte de él. Por ello, cultivar la cultura cívica es fundamental. Hacer que las personas puedan cada día aprender, incidir, proponer, involucrarse y participar de la democracia, tanto en lo local como lo nacional, es quizás el punto principal para lograr y asegurar que la democracia sea sustantiva.
Como podemos ver, la democracia es un sistema que, a diferencia de muchos otros, lo construimos todas las personas. Por lo tanto, debemos hacer lo posible para garantizar que éste sea integral, solidario, accesible, universal, inclusivo, interseccional y, sobre todo, que no deje a nadie atrás.
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