Nada sorpresivos son los resultados del Estado de la Educación 2021, pues las deficiencias señaladas eran esperables tras cuatro años de intermitencia de los cursos lectivos. Ya se conocen las causas: las huelgas y la inesperada situación de pandemia que obligó a cerrar instituciones y migrar a improvisados sistemas de formación a distancia, puestos en marcha a pesar de las ostensibles limitaciones tecnológicas que caracterizan a algunos sectores de la sociedad.

Específicamente los datos sobre las prácticas y la comprensión de lectura tampoco son noticia nueva. En el Informe de 2017 se había expresado, tan solo como ejemplo que, en un grupo de 184 docentes de educación preescolar, se encontró que solo un 37% practicó la lectura en voz alta. En los últimos cuatro años no se pudo aplicar ningún plan remedial, de dimensiones nacionales, ya que ha resultado imperativo atender problemas, considerados de mayor envergadura, como las ya señaladas huelgas o el cuido de la vida debido a la emergencia sanitaria mundial.

Generalmente se piensa que la ausencia de la lectura, considerado un acto autónomo e independiente, solo afecta aprendizajes pertenecientes al área de español como la adquisición de léxico o la comprensión de normas gramaticales. El asunto es mucho más serio pues una persona que no lee difícilmente comprende el pensamiento ajeno o dimensiona la grandeza cultural acumulada durante siglos. Es grave pensar que un ser humano pase por la escuela o el colegio sin recorrer páginas que estimulen la imaginación y el fantaseo, sin la posibilidad de enfrentarse con situaciones que despierten la divergencia, la curiosidad, la seducción, el humor, la ira o el ensueño. Probado está que si, una niña o un niño lee, tiene mayores posibilidades de creer en un mundo tolerante, propositivo, solidario, distanciado de fanatismos y manipulaciones.

Queda claro que la Política de Fomento de la Lectura, aprobada por el Consejo Superior de Educación en 2013, no ha sido divulgada y mucho menos puesta en práctica. Es un documento, elaborado con buenas intenciones, que se encuentra disponible en la página electrónica del Ministerio de Educación Pública (MEP) y que no resulta mayormente estudiado y mucho menos aplicado; la mayoría de los estudiantes sigue considerando la lectura como un acto tedioso y obligatorio.

Debe señalarse que en Costa Rica se han llevado a cabo muchas iniciativas para fomentar el gozo de leer; se han gestionado en el MEP, el Ministerio de Cultura y Juventud, las universidades públicas, las editoriales estatales y privadas y algunas organizaciones civiles, todas ellas, a pesar de su valor, se encuentran desarticuladas. Ha faltado un ente rector que convoque a estas personas, facilite el intercambio de sus fundamentaciones teóricas y metodológicas y ayude a unir esfuerzos para lograr un impacto de mayor relevancia en la sociedad costarricense.

No todo es deplorable: en los centros educativos públicos existen profesionales de la educación y la bibliotecología que han puesto en práctica innovadoras y creativas propuestas para fomentar la cultura del libro. Si un eje común tiene esas personas es que son lectoras pues es necesario leer, de manera apasionada para despertar el interés por el mundo letrado. El MEP debería reunir a estos educadores y divulgar sus ensayos, tropiezos y logros con el fin de entusiasmar al resto del personal a seguir su ejemplo; sin embargo, estos trabajadores de la educación permanecen en el anonimato y llevan a cabo su labor de manera silenciosa.

Las universidades públicas y privadas no pueden permanecer indiferentes. Es urgente que instauren la lectura como un eje fundamental de sus carreras educativas, no como un área que atañe específicamente al currículo de materias relacionadas con lengua pues bien se sabe que, si no se lee, se carece de pensamiento crítico y difícilmente se puede comprender cualquier área del conocimiento. El magisterio debería ser prioritariamente lector.

Recientemente, en la Asamblea Legislativa, se aprobó la Ley para el fomento de la lectura, el libro y las bibliotecas, y ese es un acto esperanzador en medio de la incertidumbre. Esperemos que no se trate de un documento inerte y que se convierta en uno de los ejes de desarrollo pues un pueblo que no lee, al perder su capacidad para entender otredades y no priorizar el humanismo, también puede olvidar fácilmente su condición democrática.

Este artículo representa el criterio de quien lo firma. Los artículos de opinión publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de este medio. Delfino.CR es un medio independiente, abierto a la opinión de sus lectores. Si desea publicar en Teclado Abierto, consulte nuestra guía para averiguar cómo hacerlo.