Sin duda un mes lleno de color para los costarricenses. Farolitos en los corredores de las casas, desfiles escolares, banderas blanco, azul y rojo en virtud de la celebración del bicentenario de nuestra independencia. Esta topografía democrática viene de nuestros abuelos y bisabuelos que nacieron y vivieron con la idea del trabajo digno. Sobra decir que fue un brillante esfuerzo de labores primarias de una clase gestora de paz y nada circunstancial. La emoción me lleva a pensar que la democracia es casi como un mundo privado, contenido, que pulimos con los años y que tenemos que cuidar como nuestra propia casa. Cada detalle cuenta, incluso si las plantas de la sala necesitan un poco de agua.
El entusiasmo no impide darse cuenta de que cualquier sistema político de libertad es frágil o es quizá un sentimiento de simpatía protectora considerando que muchas otras democracias se han derrumbado en los últimos años. En Costa Rica, hay, por suerte y con mucho agradecimiento, una democracia que nos permite florecer con cierta independencia.
Quien sí ha dedicado muchos años a defender la fragilidad de todas las libertades es uno de los pensadores más influyente del momento, el Dr. Jordan Peterson. Psicólogo clínico y profesor de la Universidad de Toronto. En su literatura advierte sobre cierto posmodernismo infantil y en el libro “12 reglas para vivir: Un antídoto al caos” describe la capacidad humana y aptitud de enfrentar las adversidades y transcender la victimización.
Entre otras reglas señala: camina derecho, házte amigo de quienes quieran lo mejor para ti, no te compares con los demás, compárate contigo mismo, la regla No. 6, desde luego, me pareció muy apropiada: ordena tu propio cuarto antes de criticar lo que sucede fuera de él. Sugiere la ética personal que debe de reinar antes de opinar sobre la sociedad en la que vives. “Son los jóvenes que no pueden ni mantener su habitación en orden, pero son los primeros en pretender cambiar el mundo”. Esto no quiere decir que no vayas a opinar sobre las cosas, dice el escritor, pero si lo vas a hacer, que por lo menos hayas resuelto lo que refiere al espacio que ocupas con mayor frecuencia en el mundo. “Busca un trabajo, discúlpate con las personas que hayas ofendido, haz buenos amigos y probablemente, después de ello, seas una persona mucho más útil para la vida en sociedad. Crea una revolución molecular desde tu cuarto hacia el exterior”.
Después de tantos años vemos que la democracia no es ningún pasaje secreto; es un trabajo arduo con ingredientes de honestidad, esfuerzo y complicidad. Ahora, el esfuerzo a cuentagotas por esta democracia, tan propia de los ticos, merece admiración. Costa Rica, ese pedacito de tierra que habitamos, avanza en materia de ciencia, tecnología, educación y recursos sostenibles cuando resultamos ser la mejor versión de nosotros mismos. Una receta, como caldo de cultivo idóneo, para avanzar por el camino hacia la soberanía.
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