Frente al más reciente informe del IPCC sólo puedo decir: ¡tenemos las soluciones! Pero no se limitan a reducir emisiones o adaptarnos a los cambios globales.
La redacción de este informe presenta diferencias “sutiles” en comparación con los anteriores, a pesar de la cruda realidad que nos rodea. El texto establece que “el rango probable de aumento total de la temperatura de la superficie global, causado por el hombre desde 1850-1900 hasta 2010-2019, es de 0,8°C a 1,3°C, con una mejor estimación de 1,07°C”. Este fin de semana escuché a un amigo afirmar que, cuando sólo nos basamos en la estadística, “si nos bañamos con agua caliente en la mañana y fría por la noche, tomamos baños tibios”. ¿Qué significa un grado centígrado para un político, un empresario o un ciudadano cualquiera?
Hace unas semanas, la temperatura en el oeste de Canadá estaba a 49,6°C al mismo tiempo que zonas en el sur de Brasil experimentaron temperaturas extremadamente frías. Debido a altas temperaturas, Siberia lleva más de seis millones de hectáreas quemadas este año mientras que en el pasado fueron 26 millones, más de cinco veces la superficie terrestre de Costa Rica. En Australia, para febrero 2020, se habían quemado más de 16 millones de hectáreas en unos pocos meses.
Las noticias centran su atención en los daños materiales y humanos: número de casas quemadas y personas fallecidas. En el caso de Australia, lamentablemente murieron 33 personas; lo que no se menciona es que esos mismos incendios mataron o hirieron a más de 3 mil millones de animales y el 80% de un sitio de patrimonio mundial fue devastado. En Canadá más de mil millones de animales costeros murieron. En Brasil, las aves quedaron congeladas en las ramas y desconocemos la magnitud de los impactos en vastos territorios.
A pesar de todo esto, escucho a científicos, foráneos y nacionales, afirmar que no se puede decir que es cambio climático y prefieren hablar de variabilidad climática. En la Pre-COP25, llevada a cabo en el país, propuse al Consejo Científico de Cambio Climático, del cual era miembro, que realizáramos un evento paralelo sobre captura de carbono en suelos, la propuesta fue rechazada. Si analizamos el resumen para tomadores de decisión del AR6, no hay mención alguna del potencial de los suelos de revertir el cambio climático. Es extraño, porque sabemos que el planeta se tornó habitable para la vida como la conocemos, por el paso del carbono de la atmósfera al suelo.
Una diferencia del informe reciente es que finalmente se atreven a afirmar que: “muchos cambios debidos a las emisiones de gases de efecto invernadero pasadas y futuras son irreversibles por siglos a milenios”. Sin embargo, siguen proponiendo soluciones que no han funcionado, enfocadas en reducción de emisiones y aprender a vivir en un planeta en colapso. Los carros eléctricos y otras soluciones tecnológicas tendrán un impacto en la reducción de emisiones futuras, sin embargo, ya superamos los niveles de gases de efecto invernadero que permitían mantener la vida como la conocemos.
El problema con la ciencia contemporánea es que no logra entender la complejidad, limitándose a aproximaciones reduccionistas. Es necesario desaprender y migrar hacia un enfoque holístico, sistémico e incluso ecosistémico. Algunos científicos estamos haciendo la transición, sin embargo, la resistencia es grande; la academia establecida prefiere no salirse de su zona de confort. Pero ha llegado la hora de actuar y Costa Rica Regenerativa lo está haciendo. Seguimos las enseñanzas de Buckminster Fuller que afirmaba que, si queremos cambiar un sistema, sólo debemos crear uno mejor que haga obsoleto el anterior. Con acciones en terreno y un monitoreo científico preciso, podemos demostrar que tenemos la capacidad de salvar el planeta y volver a niveles de CO2e en la atmósfera compatibles con la vida, y esto en muy pocos años. Lo único que tenemos que hacer es cambiar la forma en que producimos nuestros alimentos. Así es, la agricultura y el pastoreo regenerativos nos permitirían regresar a niveles preindustriales de CO2e en la atmósfera antes del 2050.
Lo más interesante es que, si actuamos en la escala debida a nivel global, antes del final de esta década estaríamos por debajo de las 400 partes por millón, ganándonos tiempo crucial para lograr todas las medidas propuestas actualmente. Científicos más conservadores como Ratan Lal afirman que podemos reducir en 157 ppm los niveles de CO2e hasta finales de siglo mientras Jeff Moyer y colaboradores afirman que cada año podríamos secuestrar 68% más de lo emitido actualmente a nivel mundial. ¿Estando con una enfermedad terminal, no valdrá la pena dejar los egos y dogmas y probar una alternativa diferente?
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