El movimiento antivacunas ha crecido muchísimo en los últimos años y aún más durante esta pandemia en respuesta a las nuevas vacunas contra la COVID-19 pero ¿por qué? ¡¿Qué está pasando?! Yo creo que mucho se debe a desconfianza de la población general hacia las autoridades, tanto gubernamentales como instituciones de salud, ciencia y tecnología. Esta desconfianza nace debido a poca comunicación eficaz, clara y completa, de estas autoridades hacia la población general; también juega un rol la ignorancia y prejuicios de muchas personas, pero ese es otro tema…

Desafortunadamente, muy pocos científicos expertos en temas relevantes salen a hablar sobre su trabajo, usualmente se les deja este trabajo a los periodistas científicos. Los medios de comunicación juegan un rol fundamental en la comunicación de la ciencia hacia la población general (no científica), pero el problema es que hay pocos periodistas formados en el área científica que puedan comunicar resultados científicos de manera apropiada, clara y eficaz para la audiencia no científica. Consecuentemente muchas veces se malinterpretan estudios y por ende se salen de control los pensamientos y sentimientos de la población hacia ciertos temas de salud como por ejemplo las vacunas. Sin embargo, este último año de pandemia y la urgida necesidad de aclarar los temas, dudas y mitos alrededor de la COVID-19 ha forzado a muchos científicos expertos a salir a hablar apresuradamente sobre el tema para aclarar y tranquilizar a la población, porque los medios de comunicación estaban y están haciendo todo lo contrario.

Esta falta de comunicación clara y directa de la ciencia a la población general no es nada nuevo, ha sido un problema por muchos años que durante esta pandemia escaló a niveles desproporcionados por ser un tema de alta importancia y con tan serias repercusiones. Ambas partes son culpables de esto, por un lado, los científicos no estamos entrenados para comunicar la ciencia de manera apropiada. Muchos científicos cometemos el error de asumir que las palabras técnicas o conceptos son de conocimiento general, y no nivelan el lenguaje al léxico general; no necesariamente ocurre de manera intencional. Simplemente son temas que estudiamos con tanta repetición y por tanto tiempo que se vuelven normales para nosotros. Por ejemplo: tal vez la palabra “anticuerpos” para usted tenga sentido ahora que se ha vuelto tan relevante durante esta pandemia, pero lo que mucha gente no se da cuenta es que este término es técnico y lleva una carga de conocimiento adicional importante. ¿Qué es un anticuerpo exactamente y qué rol cumple? Algo tan sencillo como esto se les escapa a los expertos y fallan en explicarlo, asumiendo que todos saben qué es y para qué sirven los anticuerpos. Y así con muchos otros temas y conceptos.

Por otro lado, los medios de comunicación buscan alcanzar con sus noticias tanto generales como científicas a la mayor cantidad de personas y no necesariamente se preocupan de aportar información clara, real y concisa. Esto ha sido un gran problema en comunicados de ciencia a lo largo de los años principalmente porque el progreso de la ciencia es lento.  En el siglo pasado, por ejemplo, hubieron grandes avances científicos de manera exponencial, y por ende habían muchos titulares llamativos que publicar: ¡Se descifra la estructura del ADN! ¡Humanos en la luna! ¡Se descubren agentes anticancerígenos! ¡Ya podemos tratar infecciones bacterianas! Etc. Pero este ya no es el caso y los desarrollos científicos de la era actual, ya no son un gran descubrimiento que inmediatamente tiene aplicaciones relevantes, sino que son pequeños avances progresivos que llevan a aplicaciones clínicas años después. Esto crea un problema para los medios de comunicación ¡porque no tienen qué publicar! De manera que buscan noticias y titulares llamativos donde no los hay, extrapolando resultados y malinterpretando la ciencia con muy grandes repercusiones.

También sucede que interpretar resultados científicos no es un trabajo fácil empezando porque no toda la ciencia es buena ciencia, hay que ser muy críticos y tener un gran conocimiento de cómo se practica la ciencia en primer lugar para entender si, por ejemplo, el grupo de científicos involucrado hizo los experimentos apropiados para demostrar lo que están tratando de probar/desaprobar. Y si un periodista científico no tiene este conocimiento, pues puede ser muy difícil poder sacar conclusiones concisas.

Entonces al final ¿con qué quedamos? Pues con un grandísimo problema de comunicación científica hacia la población general con grandes repercusiones; lo vemos claro con el movimiento antivacunas. Pienso que una comunicación clara, eficaz y masiva sobre las vacunas, su desarrollo y funcionamiento podrían ayudar a informar a estas personas y aclarar sus dudas, miedos y por ende ayudarnos a salir de esta pandemia logrando mayores índices de vacunación. Aunque recientemente se ha incrementado de forma importante la transmisión de información científica a la población general de parte de científicos expertos, esta no ha sido suficiente. Lamentablemente este movimiento antivacunas es solo un ejemplo, ya que este problema aplica para muchas otras áreas científicas.

Los científicos tenemos la responsabilidad de comunicar efectivamente nuestro trabajo a los demás, informándolo y compartiéndolo para que se convierta en conocimiento general, porque nos involucra a todos. Ayudaría mucho si las instituciones formadoras de científicos reforzaran esto en las aulas; y los medios de comunicación involucren personal con conocimiento científico que evite extrapolar si no se maneja un tema con pericia. Solo así se podrá mejorar la confianza hacia la ciencia y tener una población mejor informada y con más conocimiento de esta.

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