La leucemia linfoblástica aguda tipo B (LLA-B) es el cáncer infantil más frecuente en el país.

La investigadora y doctora, Melissa Granados Zamora, ayuda, a través de su proyecto de posgrado en Microbiología Clínica de la Universidad de Costa Rica (UCR), a la detección a tiempo de cuáles pacientes pediátricos con leucemia presentan un mayor riesgo de recaída en el país.

La leucemia linfoblástica aguda tipo B (LLA-B) es el cáncer infantil más frecuente en el país. Cada año, entre cincuenta y sesenta niños son diagnosticados con esta patología. No todos los casos evolucionan igual: una parte importante de los pacientes enfrenta un mayor riesgo de recaída, con implicaciones serias para su salud y supervivencia.

Fue precisamente esta necesidad clínica la que motivó la tesis de maestría de Granados, titulada “Marcadores pronósticos de leucemia linfocítica aguda B en niños de Costa Rica: deleciones en el gen IKZF1 y altos niveles de expresión del gen CRLF2”, bajo la tutoría de Carlos Santamaría Quesada, jefe del Laboratorio de Diagnóstico Molecular del Hospital Nacional de Niños (HNN).

Durante su investigación, la científica identificó la presencia en la población costarricense de alteraciones en el gen IKZF1, asociadas internacionalmente a un pronóstico más desfavorable. Este gen fue originalmente descrito en el año 2009 por Charles Mullighan, investigador del St. Jude Children’s Hospital en Memphis, uno de los centros líderes en el estudio de cáncer pediátrico a nivel mundial.

Granados comentó en una entrevista de la UCR que su primer objetivo era conocer si estas alteraciones genéticas estaban presentes en los pacientes pediátricos con LLA-B en el país.

El segundo, comprobar si estaban asociadas con un peor pronóstico, y finalmente de esta forma clasificar mejor a los pacientes para que reciban el esquema de tratamiento adecuado, con el propósito común de contribuir a que la enfermedad no regrese, disminuyendo así recaídas y muertes”.

El estudio incluyó a 126 niños con LLA-B tratados en el HNN, cuyos casos fueron seguidos durante al menos cuatro años. Los resultados fueron claros: la alteración en el gen IKZF1 se asoció efectivamente con un mayor riesgo de recaída, y su detección temprana permite a los médicos ajustar el tratamiento y el seguimiento de cada paciente.

Gracias a esta evidencia, desde 2019 la prueba para detectar esta alteración genética forma parte del protocolo rutinario en el Hospital Nacional de Niños. Así, cada niño diagnosticado  se somete a este análisis, lo que permite identificar desde el inicio de la enfermedad a quienes requieren un manejo más intensivo y un seguimiento más estrecho.

La UCR detalló que, desde el punto de vista clínico, este hallazgo permite tomar decisiones más precisas. Los niños con esta alteración reciben un tratamiento más fuerte y un control más frecuente, con el fin de detectar precozmente cualquier signo de recaída y actuar a tiempo.

Para Flor Jiménez Segura, decana del Sistema de Estudios de Posgrado (SEP) de la UCR, este tipo de logros refleja el aporte que realiza el SEP al país:

Durante estos cincuenta años, el Sistema de Estudios de Posgrado ha sido un espacio donde se genera conocimiento que aporta soluciones reales para la sociedad”.

Agregó:

Este es un ejemplo claro: gracias a la calidad de nuestros programas y al trabajo articulado con diferentes instituciones, hoy contamos con herramientas que mejoran la atención de los niños con leucemia. Nos enorgullece ver cómo el trabajo de nuestras y nuestros estudiantes se traduce en beneficios concretos para el país”.

Además de su aporte clínico, el estudio validó el uso de una metodología accesible y adaptable a países en desarrollo, lo que ha permitido su aplicación efectiva en el contexto costarricense.

Actualmente, Granados continúa su trayectoria académica como estudiante del Doctorado en Ciencias de la UCR, con el objetivo de ampliar el perfil genético que ayude a predecir con mayor precisión el comportamiento de la leucemia en cada paciente.

Para el Sistema de Estudios de Posgrado (SEP), este proyecto es un ejemplo tangible del compromiso con la excelencia académica y con la generación de conocimiento al servicio del país.

Granados concluyó:

Ampliar el conocimiento genético nos permite ofrecer a cada paciente un diagnóstico más completo, y, con ello, contribuir a tratamientos más efectivos para mejorar oportunidades de vida”.