En mayo de 2020, Costa Rica dio el gran paso en igualdad de derechos y reconoció el matrimonio civil entre personas del mismo sexo, un paso firme para dejar atrás la discriminación del Estado por la diversidad sexual. En ese entonces, en medio de la pandemia, el #Pride consistió en la celebración de aquel hito histórico, ¡y valga la celebración!

No obstante, la lucha por alcanzar la igualdad de derechos en una democracia como la nuestra en la que las conquistas sociales se han obtenido gracias al trabajo pluralista y en conjunto de miles de personas, está lejos de acabar y por el contrario, en el marco del Día Internacional del Orgullo LGTBI y el Mes del Orgullo, los colectivos sociales y todas aquellas personas que creemos y apoyamos la diversidad, debemos nuevamente unirnos a partir de ese pasado lleno de logros y luchas para darle continuidad a una agenda progresista necesaria para que en esta democracia quepamos todos y todas y vivamos mejor todos y todas.

¿Cuál agenda? El matrimonio igualitario legalizado el año pasado, ciertamente constituyó la victoria más profunda con uno de los mayores cambios jurídicos más importantes del país en materia de diversidad sexual; sin embargo, aún hay camino que abrir y aún hay batallas que librar frente a una corriente anti-derechos humanos que ronda en la región y en Costa Rica.

Parte de esas batallas que debemos librar causada por ese sector anti-derechos es el intento de que el Estado institucionalice mecanismos de discriminación a partir de la nefasta cláusula de objeción de consciencia en el proyecto de Ley Marco de Empleo Público. Los colectivos LGTBI y aliados de la igualdad y el respeto de los derechos humanos, debemos categóricamente alzar la voz por no permitir que los funcionarios públicos, simples depositarios de la autoridad del Estado según el principio legalidad establecido en el artículo 11 de la Constitución Política, antepongan sus intereses discriminatorios frente a las funciones asignadas en representación de un Estado que es para todas y todos.

De igual manera, la lucha por la igualdad de derechos y por conseguir una democracia donde respetemos la orientación sexual de todas las personas, pasa por un reto que Costa Rica ya no puede dejar de ignorarlo y resolverlo de una vez por todas, frente a miles de lamentables, tristes y tortuosas historias de muchas personas víctimas: las terapias de conversión para homosexuales.

Hay que prohibirlas. Para ello, en la Asamblea Legislativa se encuentra el proyecto de ley 20.970. En la Declaración sobre Orientación Sexual e Identidad de Género de las Naciones Unidas firmada por Costa Rica y otros 96 países en 2008, el Estado costarricense reconoció que los derechos de las poblaciones LGBTI son derechos humanos universales consagrados en el ordenamiento jurídico internacional que nuestro país ha suscrito y ratificado y en el año 1990 la Organización Mundial de la Salud (OMS), eliminó la homosexualidad de la lista de trastornos mentales, lo que dejó sin sustento o justificación ética y jurídica a las intervenciones médicas y psicológicas que, sin base científica, pretendían “curar” o “corregir” esta orientación sexual; sin embargo, en Costa Rica continúan siendo legales, violentando así el principio de la no discriminación consagrado en el artículo 33 de la Constitución Política.

Afortunadamente, hasta hace unos días, Canadá aprobó la prohibición de estas terapias. Sigamos su ejemplo y levantemos la voz.

Por otra parte, siendo Costa Rica una de las democracias más promotoras del respeto a las libertades fundamentales y los derechos de las personas, es urgente que continuemos la lucha por la aprobación de la Ley Marco Para Prevenir, Eliminar y Sancionar Toda Forma De Discriminación, Racismo E Intolerancia. Esta ley, según su propuesta de artículo 1, pretende constituir “el marco legal para garantizar el respeto, la protección, así como el cumplimiento y promoción del derecho a la equidad e igualdad de las personas que habitan en el territorio nacional, a través de la prevención, eliminación y sanción de toda forma de discriminación, racismo e intolerancia, contrarios a la dignidad humana; a fin de contribuir a su plena inclusión, integración y participación en la sociedad”, es decir, penalizar, por fin, los crímenes de odio y establecer sanciones efectivas para los tipos de discriminación, incluida por la orientación sexual.

No puede ser posible que en un país como el nuestro, no exista ordenamiento jurídico que busque acabar con la discriminación y que los delitos que sean cometidos por ese motivo, sean llamados como tal. El derecho regula las conductas a partir del comportamiento de la sociedad, es decir, si en él no existe norma, quiere decir que en la sociedad no existen conductas, por lo que un paso firme para acabar con toda discriminación es visibilizándola y por supuesto, penalizándola. Avancemos en esa línea.

Finalmente, Costa Rica debe avanzar hacia un Estado laico y ella debe ser lucha a mediano plazo que los colectivos LGTBI y los aliados debemos librar. Un Estado sesgado por intereses religiosos, los cuales han promovido históricamente la condena a la diversidad sexual, no puede caminar hacia una democracia libre, igualitaria y respetuosa de los derechos para todas las personas. Para ello, debemos de una vez por todas, solicitar el avance del expediente 21.380 en la Asamblea Legislativa para reformar los artículos 75 y 194 de la Constitución Política, cuyo fin es declarar el país como laico en el que la única responsabilidad del Estado sea asegurar el contexto de respeto para que todas las personas ejerzan o no su religión según sus convicciones. Solo así, el Estado, libre de ataduras generadas por motivos religiosos que deben únicamente competer a los particulares, logrará convenir una sociedad democrática y garante de los derechos humanos.

El panorama es claro, pero la ruta también: aún hay derechos que nos faltan y aún hay derechos por los cuales luchar. Que nuestras victorias pasadas, aquellas memorias de Stonewall de 1969,  nos sirvan como inspiración plena para no bajar la voz y nunca más entregar nuestras banderas. ¡Feliz Mes del Orgullo!

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