Respuesta corta: porque no hay suficientes vacunas. ¿Por qué no hay suficientes vacunas? Respuesta corta: Porque no somos un país rico.
Esta es, por supuesto, una gruesa generalización (y por ende con obvias excepciones) pero a nivel general, a eso se reduce el tema: en países ricos sobran vacunas, en el resto, faltan.
A eso hay que agregar que a nivel mundial, claramente, no se están produciendo suficientes dosis. Es decir, hay dos problemas: #1. Los países ricos acapararon las vacunas #2. No se están produciendo suficientes vacunas para atender la demanda global.
Ahora sí, elaboremos. Trataré de explicar lo mejor posible el escenario global y luego el escenario local. Pero empecemos por el punto ya aludido: país rico vs país no rico. Usaré el ejemplo más inmediato...
Estados Unidos, COVAX y la inmunidad de rebaño
Mientras a Costa Rica han ingresado a cuentagotas un promedio de 66.202 vacunas por semana desde el primer envío en diciembre. Se estima que Estados Unidos (que va a un ritmo de entre 2.5 millones y 3 millones de vacunas aplicadas al día) va a terminar con un excedente de cientos de millones de vacunas. Canadá, no anda muy lejos, pues tiene aseguradas al menos 316 millones de dosis para una población de menos de 38 millones de personas...
Para entender cómo sucedió esto, les solicito invertir 9 minutos de su tiempo viendo el video de Vox titulado Cómo los países ricos están haciendo que la pandemia dure más. Recuerden activar los subtítulos en español.
En resumen: al inicio de la pandemia los países ricos podían darse el lujo de invertir en múltiples vacunas al mismo tiempo, de modo tal que si incluso alguna fallaba, tenían plan B, C, D, etc. Los laboratorios, a cambio de los recursos, les garantizaban prioridad a la hora de recibir las vacunas.
Los países de ingreso bajo y medio tuvieron que esperar a tener el panorama más claro para decidir dónde poner su dinero (apostar a la segura, con vacunas que ya estaban avanzadas en los estudios clínicos). Así las cosas, cuando llegaron a tomar su ficha... ya las naciones ricas habían acaparado millones de millones de vacunas que estaban comprometidas a su nombre. En esa larga lista de espera, donde caen las vacunas a cuentagotas, está Costa Rica.
Ahora bien, el famoso programa de COVAX (asociado a la Organización Mundial de Salud) pretendía evitar esta situación asegurando el financiamiento de los laboratorios sin que este implicara una cola de espera para los países en desarrollo. En teoría, el método lograba precisamente eso, un acuerdo multilateral para garantizar que las vacunas llegaran a todo el mundo, sin que los países “VIP” las acapararan por completo.
La OMS y las otras organizaciones que le dieron forma al acuerdo, tenían claro que una pandemia global no se combate tomando acciones solo a nivel local. En teoría, COVAX funcionó, los países ricos se apuntaron y metieron dinero en COVAX, que también les ofrecía beneficios por esa inversión.
En la práctica, sin embargo, COVAX se quedó corto: para cuando se formalizó este acuerdo multilateral (un mes después del inicio de la pandemia) ya los países ricos habían amarrado sus acuerdos bilaterales. Dado que continuar con COVAX sin los recursos de los países ricos era imposible... COVAX les permitió honrar esos acuerdos previos... y así llegamos a la situación global en la que estamos actualmente.
Estados Unidos, por ejemplo, ha donado más dinero que ningún otro país a COVAX. Pero, al mismo tiempo, tiene la primera ficha en la lista de entrega de dosis gracias a sus acuerdos bilaterales. Y por eso... le sobran vacunas.
En resumen, citando a la BBC: “Los países desarrollados han donado dinero para COVAX también han comprado todas las dosis de vacunas y COVAX no ha podido cumplir su objetivo de entregar vacunas a los países de bajos ingresos”.
Tanto Estados Unidos como Inglaterra ya han dicho que donarán a COVAX sus vacunas “sobrantes” pero no han dicho cuándo... es decir, estas naciones deciden quién, cuánto y por qué.
Así las cosas, salvo un milagro es casi imposible que COVAX alcance su meta original de entregar 2 mil millones de vacunas a 92 países de ingreso bajo antes de fin de 2021... especialmente si tomamos en cuenta que para abril recién habían entregado 45 millones... (de las cuales 43.200 le tocaron a Costa Rica...).
En palabras de Gavin Yamey, profesor de Salud Global y Política Pública de la Universidad de Duke, Estados Unidos: “Ha sido sumamente deprimente ver cómo las naciones ricas han vaciado las estanterías. Se han arrebatado las vacunas básicamente diciendo 'yo primero' y 'sólo yo' y esto no solo es muy injusto, también es una actitud terrible de salud pública”.
El que mucho abarca...
Estados Unidos, ciertamente, está en una posición más que favorable, cada vez más cerca del ansiado retorno a la “normalidad”. Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergia y Enfermedades Infecciosas, dijo que si la vacunación continúa al ritmo actual (se han administrado casi 250 millones de dosis), en cuestión de semanas el país entrará a un muy esperanzador punto de giro.
A pesar de ese notable avance, el resto del camino empieza a mostrarse un poco más empedrado. Ahora mismo, mientras aquí cientos de miles de personas esperan desesperadamente por su dosis... allá empieza a registrarse más oferta que demanda.
Este domingo John Oliver dedicó su programa a rogarle a la ciudadanía que vaya a vacunarse porque ya en abril se registró un descenso del 20% en el promedio diario de personas vacunadas y... ¿adivinen qué? No es por falta de vacunas. Es por falta de gente que vaya a vacunarse. Reportes aludidos en el programa desde distintas localidades del país hablan de miles de citas disponibles no reclamadas.
Deténgase un segundo a pensar en ese contraste de realidades: aquí estamos desesperados por la poca cantidad de vacunas disponibles para avanzar a la velocidad deseada, allá empiezan a desesperarse porque les sobran las vacunas pero la gente no está yendo a vacunarse con la velocidad deseada.
Una consecuencia obvia de este contratiempo para los estadounidenses es que el camino a la ansiada inmunidad de rebaño se pone cuesta arriba. Justo este lunes el New York Times publicó un artículo titulado “Expertos ahora creen que es poco probable alcanzar la inmunidad de rebaño en EE. UU.”. El problema no se limita a quienes no se vacunan, sino que incorpora también el desafío más que angustiante al que nos someten las nuevas variantes del virus.
También recomendamos: La inmunidad colectiva podría proporcionar una salida a la pandemia, publicado este lunes por la DW. Activen los subtítulos en español.
“Es muy probable que el virus se convierta en una amenaza manejable que seguirá circulando en los Estados Unidos por años, causando hospitalizaciones y muertes, pero en números mucho menores. Qué tan menores es todavía incierto y dependerá mucho de cuántas personas se vacunen en el país y en el mundo, y de cómo evoluciona el coronavirus. Ya está muy claro, sin embargo, que el virus está cambiando muy rápido, las nuevas variantes se esparcen fácilmente y la vacunación avanza demasiado lento como para alcanzar inmunidad de rebaño a corto plazo”, dice el artículo.
El texto también detalla que el famoso número mágico de la inmunidad de rebaño (entre 60% y 70% de población vacunada) que inicialmente se manejó, fue estimado tomando en cuenta la capacidad de contagiar de la variante original. Pero, por dar un ejemplo, la variante B.1.1.7, identificada primero en Inglaterra (y que es la que circula de forma más activa en EE. UU. en este momento) es un 60% más transmisible que la original.
Como resultado, los expertos ponen la inmunidad de rebaño ahora en el 80%. Si siguen apareciendo nuevas variantes o incluso si los científicos determinan que las personas inmunizadas todavía pueden transmitir el virus... ese cálculo se podría tener que revisar “a la alza” de nuevo. Malas noticias para un país como Estados Unidos en el cual cerca del 30% de la población sigue reacia a vacunarse (causando una inmensa frustración en Oliver, que también dedicó su programa a fumigar mitos en torno a la vacuna, así que les recomiendo verlo completo).
El otro problema que tiene Estados Unidos es que, por más que hayan acaparado muchas más vacunas de las que requerían, eso no servirá de mucho en aras de alcanzar la inmunidad de rebaño (cuando recordamos ese otro lugar que las potencias no tuvieron muy presente cuando decidieron acaparar vacunas al por mayor: el resto del mundo).
Como bien lo señaló al Times Natalie E. Dean, bioestadística de la Universidad de Florida en Gainesville, “cualquier variante que surja en otros lugares del mundo eventualmente llegará a Estados Unidos”. Esa posibilidad sí que puede motivar a las potencias a encontrar formas de acelerar el proceso de vacunación en el resto del planeta, pues un país como India, que actualmente está sufriendo un brutal embate de la pandemia, apenas tiene vacunado a menos del 10% de su población.
También recomendamos: COVID en India: la escasez de suministro obstaculiza la campaña de vacunación, publicado el 30 de abril por la DW. Ayuda a entender cómo uno de los principales exportadores de la vacuna se encuentra hoy día en la situación que atraviesa. Activen los subtítulos en español.
“No alcanzaremos inmunidad de rebaño como país, o como estado, ni siquiera como ciudad, hasta que alcancemos suficiente inmunidad de la población como un todo”, dice Lauren Ancel Meyres, directora del COVID-19 Modeling Consortium, en la Universidad de Texas, Austin. Y cuando dice “como un todo” se refiere no a los estadounidenses, sino a la humanidad.
Ahí es donde estamos perdiendo la partida a nivel global. Con el paso del tiempo, si no tenemos suficientes personas protegidas, variantes más contagiosas podrían seguir surgiendo e incluso romper la barrera de la protección que da la vacuna... lo que implicaría una vez más el colapso hospitalario incluso para países que tengan su esquema de vacunación más que avanzado. “Ese es el escenario de pesadilla”, dice el epidemiólogo Jeffrey Shaman, de la Universidad de Columbia.
Ahora bien, ese escenario de pesadilla no tiene por qué concretarse pero para trabajar en evitarlo es fundamental acelerar el ritmo al que avanza la campaña de vacunación a nivel mundial, una tarea que ha probado ser monumental, por no decir, al menos por ahora, casi imposible.
El reto mundial, las patentes y Bill Gates
La portada del Times de este domingo 2 de mayo tituló: “Pandemia alcanza un nuevo pico global” y señaló que el planeta está sumando más de 800.000 casos al día en promedio, la cifra más alta desde del inicio de la crisis sanitaria.
Brotes en India, Europa del Este y Sudamérica son los más preocupantes en este momento. Costa Rica, como bien sabemos, no fue excepción, superando todos los récords negativos de la pandemia a lo largo de la semana pasada una y otra vez.
Ante este panorama desolador, dentro y fuera del país la humanidad se hace la misma pregunta: ¿Cómo podemos acelerar la vacunación? Aquí las aguas se ponen más espesas y pasamos a un muuuuy extenso debate ético, científico, sanitario, ideológico, político, moral y por supuesto, económico. Sería imposible abordarlo aquí a profundidad, por lo que si me lo permiten, trataré de súper-resumirlo.
Como es sabido las vacunas contra la COVID-19 están protegidas por propiedad intelectual. Es decir, tienen patente, razón por la cual no se pueden fabricar versiones genéricas que podrían ayudar a bajar el precio y subir la oferta para abarcar la demanda.
A razón de la situación global, cada vez más se calienta la discusión en torno a “liberar la receta”. Recién hace un par de semanas más de 170 exjefes de Estado y de Gobierno y Premios Nobel pidieron al presidente de Estados Unidos, Joe Biden, que apoyara la eliminación de los derechos de las patentes para las vacunas y que busque una vacuna asequible a todos los países del mundo para acabar con la pandemia.
En la carta abierta se le solicitó a Biden que apoye la propuesta que desde el año pasado Sudáfrica e India presentaron ante la Organización Mundial del Comercio (OMC), para que se suspendan temporalmente los derechos de las patentes relacionadas con las vacunas y los tratamientos contra la COVID-19, a fin de permitir la fabricación de genéricos en todo el mundo.
“Lo que plantean India y Sudáfrica es que hay laboratorios farmacéuticos y hay fábricas de producción que se podrían poner en marcha si se compartiera el conocimiento . Si no se comparte el conocimiento ahora mismo las únicas compañías que pueden fabricar la vacuna son las que tienen la patente”, explica a la BBC Raquel González, responsable de relaciones externas de la organización Médicos Sin Fronteras.
En declaraciones al mismo medio, Rory Horner, profesor del Instituto de Desarrollo Global de la Universidad de Manchester, Inglaterra, dijo que “no creo que la suspensión de patentes sea la respuesta”. Agregando: “estamos hablando de barreras técnicas, además de las barreras legales, para poder aumentar la producción de vacunas de COVID”.
Para no cansarlos con el cuento Te lo resumo así no más... Dependiendo de a quién le pregunten...
- Si se liberan las “recetas” igual no habría capacidad de producción porque los estándares de manufactura no pueden ser alcanzados fuera de los laboratorios que actualmente producen la vacuna.
- Si se liberan las “recetas” sí hay capacidad de producción, pues existen laboratorios en países de renta media más que capaces de fabricar la vacuna.
Lo mismo aplica para otro “frente” del debate. Dependiendo de a qué persona experta se consulte contestará qué:
- No se deben suspender las patentes porque el sector privado perdería incentivo para investigar y desarrollar generando un atraso en el progreso de la ciencia y la medicina.
- Sí se deberían suspender las patentes porque el sector privado recibió miles de millones de fondos públicos para desarrollar la vacuna contra la COVID-19.
Lo dicho: es un pleito enorme y cargado de infinitas complicaciones y muy diversas opiniones. Sin ir muy lejos, este lunes el analista político y candidato a diputado del PUSC, Juan Carlos Hidalgo, subió una foto tras vacunarse y escribió: “Gracias a la ciencia y al sistema de propiedad intelectual que permitió el desarrollo y la distribución de múltiples vacunas en tiempo récord”.
A lo que el Dr. Tomás de Camino (especialista en biología matemática y quien, hay que decirlo, ha trabajado en varias organizaciones para desarrollo de tecnología e innovación y fue consultor para la Organización Panamericana de la Salud) contestó: “La propiedad intelectual como la manejan las farmacéuticas, de hecho no permite desarrollo rápido, es la propiedad intelectual compartida o abierta la que permite mejorar mucho más rápido las aplicaciones técnicas de la ciencia”.
Ya ven: hasta en Costa Rica se discute el asunto.
Por cierto, Hidalgo recomienda el artículo de la Dra. Alejandra Castro (profesora de ULEAD y directora legal de patentes y cumplimiento para Bayer) sobre el tema, titulado Patentes y vacunas en tiempos de COVID, que pueden leer en este enlace y en el que la doctora fundamenta su posición: “hoy más que nunca la pandemia ha ayudado a aclarar que el atacar la propiedad intelectual no va a cambiar los retos de acceso que existen”.
Ahora bien, hecha esa introducción, con referencia criolla incluida, entra en escena el “villano inesperado”: Bill Gates. No, por amor de Dios, esto no tiene nada que ver con “nanochips” escondidos en vacunas. Tampoco con su súbito divorcio anunciado este lunes (o al menos eso creo...).
A ver, Gates es el poseedor de la cuarta fortuna más cuantiosa del mundo (y por obvias razones defensor de la propiedad intelectual) quien, como recordarán, había salido muy bien parado en su papel de salvador de la Tierra en un reciente documental de Netflix del cual yo mismo fui gran fan.
Pues bien, tras una publicación de The New Republic titulada Cómo Bill Gates impidió el acceso global a las vacunas COVID el hombre no quedó muy bien parado, pues básicamente el reportaje indica que al inicio de la pandemia existió con bases sólidas la ilusión de un combate global “de ciencia abierta y cooperativo”... cosa que no terminó sucediendo pues Gates atravesó el COVID-19 ACT-Accelerator y se trajo todo aquel momentum abajo.
“Los defensores de la ciencia común y abierta, que parecían ascender e incluso lucían imparables al principio de la crisis, fueron superados por el hombre más poderoso de la salud pública mundial".
El reportaje es muy extenso, pero por ahí va el asunto.
Días atrás Sky News le preguntó directamente a Gates si consideraba que quitar la restricción de patente a la vacuna podría ser de ayuda para acelerar el proceso de inmunización a nivel global.
Gates contestó que liberar la “receta” no sería de ayuda porque pondría en peligro la manufactura de la vacuna y no se podría garantizar su seguridad con el nivel de control que ofrecen los laboratorios que actualmente las fabrican. Pueden ver el intercambio en el minuto 2:35 del siguiente video:
Esto como es de esperar, levantó nueva polémica. La periodista Krystal Ball (de The Hill) dedicó un editorial completo en el programa Rising a confrontar los argumentos de Gates, aludiendo, por ejemplo, a una nota de AP titulada Países instan a las empresas farmacéuticas a compartir conocimientos sobre vacunas, en el que se alude a tres fábricas que The Associated Press encontró en tres continentes cuyos propietarios dicen que podrían comenzar a producir cientos de millones de vacunas COVID-19 en poco tiempo si tuvieran los planos y los conocimientos técnicos.
Ball también cita una nota the The Guardian titulada El mundo está desesperado por obtener más vacunas contra COVID; las patentes no deberían interferir, en la cual John Fulton, vicepresidente de Biolyse (pequeña farmacéutica canadiense), dice: “Nos han pasado por alto. Tenemos esta capacidad de producción y no se está utilizando. Si hubiéramos comenzado esto el año pasado, ya podríamos haber enviado millones de dosis. Se supone que esto es como un esfuerzo de guerra, todos juntos. Pero ese no parece ser el caso”.
Contexto: The Hill es el medio gringo independiente más grande de los enfocados en política. Como fuente de noticias políticas es la segunda más leída en el país después de CNN. Se presenta a sí mismo como no partidista. Ball es demócrata y el copresentador del programa (Saagar Enjeti) republicano. A lo largo de esta edición a la que aludo (28 de abril) debaten algunos de los puntos más polémicos en torno al tema de las patentes (incluyendo el tema del financiamiento a los laboratorios).
Como ven, el tema está “en boga” precisamente en este momento (en buena medida a razón de lo que está pasando en India). Recién este 29 de abril la DW (televisión estatal alemana) también le entró con un pequeño videoreportaje titulado: ¿Puede una exención de patente acelerar la campaña mundial de vacunación contra COVID?
Reitero la misma recomendación, véanlo y activen los subtítulos. De nuevo, se contrastan opiniones a favor y en contra de la propuesta de Sudáfrica e India.
La revista Nature, por su lado, desde el 30 de marzo se posicionó editorialmente con un artículo titulado Es hora de considerar la suspensión de la patente de las vacunas COVID.
Mi recomendación es que lean y vean estos y tantos otros reportajes y artículos como puedan y lleguen a sus propias conclusiones...
Lo que puedo decirles es que por ahora, no se vislumbra una solución cercana, los retos son demasiados, la trabas son demasiadas y los contratiempos... ni hablar. Además, la situación cambia semana con semana. Por ahora, en lo que definitivamente una mayoría puede coincidir es en lo que dijo el Dr. Fauci días atrás: “El mundo le falló a India”:
En palabras de Arundhati Roy (escritora, periodista y activista india) publicadas por The Guardian: se trata de un crimen contra la humanidad.
En fin, todo lo que aquí he tratado de explicar se aborda (si bien con un estilo muy particular) en un texto de Umair Haque publicado en Medium y titulado La verdadera razón por la que el mundo no está siendo vacunado al que llegué tras leer un tuit de la persona costarricense en la que más confío cuando de COVID-19 se trata, la Dra. Eugenia Corrales Aguilar, quien escribió: “Aquí se resume porqué no se va más rápido con la vacunación en CR, por qué otros países ni han empezado y se logra entender lo triste de que ni la pandemia nos haya hecho mejores”.
Esa última parte, en particular, me descolocó. Pues, si me permiten el breve momento de reflexión editorial: era una de mis grandes esperanzas. Lo sigue siendo. Pero sí: este es el panorama actual y por todo esto que he tratado de resumir la vacunación no avanza más rápido.
Costa Rica
Me sentí moralmente obligado a dar el contexto global, pero tengo claro que muchos de ustedes lo que realmente quieren entender es el proceso de vacunación en Costa Rica, pues todavía hoy persiste la idea en algunos sectores de la población de que la Caja Costarricense de Seguro Social no va tan rápido como debería.
Dado que se leyeron toda la situación mundial y tengo claro que era un texto larguísimo, lo menos que puedo hacer es tratar de explicar este tema. Yo sé que estamos frustrados, yo sé que estamos desesperados y yo sé que en ese estado cualquier duda se dispara con facilidad. Pero lamento decirles, una vez más, que la Caja va tan rápido como puede: ni siquiera está operando a su mayor capacidad porque no faltan manos para poner vacunas, faltan... vacunas.
No existe tal cosa como “vacunas ociosas”. Cuando se habla de “reserva” se debe recordar que desde el 23 de marzo la Comisión Nacional de Vacunación y Epidemiología instruyó a las autoridades empezar a vacunar con un sistema mixto (es decir aplicar 1 dosis y 2 dosis al tiempo) y con solo 1 semana de reserva (y no 3 como se ejecutó al inicio de la campaña).
En dos platos: actualmente la “reserva” implica “apartar” 1 semana de primeras y segundas dosis. Lo que garantiza esa reserva es poder colocar la siguiente semana las segundas dosis que tocan así como tener las suficientes para seguir avanzando con las primeras de quienes todavía no la tienen.
Esta decisión (pasar de 3 semanas de reserva a 1) se tomó cuando la pandemia empezó a apretarnos más y parte de que Pfizer va a mantener las entregas constantes, como se ha comprometido a hacerlo (luego del susto de febrero cuando paralizó envíos y las tres semanas de reserva nos salvaron). Recordemos que la cantidad de vacunas que nos llegan semanalmente de aquí hasta cumplir contrato no la exige, demanda o pide Costa Rica. La determina Pfizer.
Veamos entonces los números. La semana pasada habían ingresado 1,214.655 dosis de Pfizer, de las cuales se habían despachado 944.683 (77%, de las cuales 818.844 ya habían sido aplicadas antes del lunes 26 de abril), 164,346 (13%) estaban al miércoles en almacén y 118.170 (10%) en tránsito. Por otro lado, las dosis que se espera lleguen hoy de Pfizer, no son parte de la reserva de esta semana, sino que estarán disponibles para ser aplicadas hasta el lunes próximo
¿Qué es en tránsito? Sencillo: las vacunas llegan a Costa Rica el martes en la noche. Entre miércoles y viernes se gestiona el traslado a los 14 puntos locales en donde a la vez hay que hacer los controles de calidad del caso para verificar que están listas para ser aplicadas (que no hubo problemas con la gestión de la temperatura, etc). Dicha aplicación arranca el lunes siguiente.
Si sumamos almacén y tránsito obtenemos 282.516 dosis (equivalente al 23% de lo recibido). Pues bien, hoy lunes salieron para ser aplicadas esta semana 139.200 dosis, es decir, quedan en almacén 143.316 dosis que ya expliqué por qué se reservan.
Mañana martes (hoy para quienes están leyendo esto en el reporte) entra un nuevo cargamento y el ciclo continúa... Así las cosas, de aquí hasta que termine la campaña nunca vamos a estar en “stock cero”. La propia mecánica de la vacunación lo impide, aquí y en China.
Entonces, si han seguido los números, esta semana se aplicarán 139.200 dosis de Pfizer y en almacén quedan 143.316. Los números de lo que se aplica durante la semana son similares a lo que se reserva en almacén (como dije, 1 semana de reserva). Esto permite vacunar las personas que corresponden a segundas dosis (las de 3 semanas atrás) y empezar con primeras dosis.
Es comprensible la confusión que se ha generado porque la gente tiende a sumar a las de “almacén” las que entran los martes (las de “tránsito”) y parece que tenemos ahí una reserva “ociosa” cuando no es el caso. Esas son las dosis que salen el lunes siguiente para aplicarse nuevamente contemplando el equilibrio de una semana de almacenamiento.
Esa diferencia entre despachado y aplicado es lo que se va poniendo durante la semana, es decir, las dosis que se descongelan y salen hacia los servicios para aplicarse en el transcurso de la semana, que por ende no cuentan como dosis “almacenadas” ni (todavía) como “dosis aplicadas”.
Eso es, a grandes rasgos. Siempre hay otras variantes claro, (y aparecerán nuevas). Por ejemplo, al inicio los viales que ingresaban (léase “frasquitos”) traían 5 dosis, ahora traen 6, lo que genera una diferencia de 12.544 dosis que termina de redondear los números.
Entonces: no vamos más rápido porque no podemos. No podemos porque no tenemos suficientes vacunas, nos llegan muy pocas. Y nos llegan muy pocas porque... bueno, asumo que se leyeron toda la parte inicial del artículo.
Por hoy es todo, he decidido hacer este editorial abierto para que lo pueda leer tanta gente como sea posible. Espero sea de ayuda. Por favor, recuerden lo de siempre: cuídense mucho. Ojalá al final de esta pandemia de verdad podamos decir que nos hizo mejores. Un abrazo.