La educación es un aspecto primordial en la vida de todo ser humano. Se relaciona no solo con conocimientos teóricos y contenidos académicos. También es sinónimo de ejes transversales que constituyen aquellas oportunidades que el estudiante puede adquirir de forma paralela a su malla curricular y que representa una forma de interrelacionarse de forma efectiva en el ámbito social e individual.

En este punto quisiera hacer una aclaración y es lo que guiará el espíritu del presente artículo. Este escrito va dedicado a los estudiantes, padres de familia, administrativos y en especial a docentes que se muestran valientes y comprometidos ante una tarea tan difícil e importante como lo es la educación

¿Qué si habrá en este grupo de actores algunos que no se ponen la camiseta? ¡Sí! Pero esto no es propio de un sector en específico y a pesar del enojo o la tristeza que esto nos genere vale dedicar un texto a las personas que caminan con las botas bien puestas en el camino ondulante llamado educación.

Cada institución educativa constituye un núcleo donde los estudiantes tienen un cambio tanto físico como emocional.  Las secciones en las que van divididos los estudiantes no solo marcan una organización interna, sino que desarrollan una identidad, puesto que demarcan las relaciones con su grupo de pares y el éxito que tenga con las interacciones sociales el resto de su vida.

Asimismo, es en el centro educativo que se fomentan a través de diversas actividades valores como la solidaridad, trabajo en equipo, respeto tolerancia y empatía. Todos estos valores trascienden un contexto escolar y forman parte de la vida cotidiana y de los diferentes ambientes donde se desenvuelve el estudiante.

En las instituciones educativas se vela por la protección de las personas menores de edad. Prueba de ello es el papel fundamental de orientadores y psicólogos en casos de maltrato. En la parte administrativa directores, auxiliares, asistentes, conserjes, guardas y comités velan por el cumplimiento estricto de los protocolos y los horarios asignados.

Por otra parte, la labor de un profesor va más allá de recitar una lección en clase. Su quehacer diario implica tareas que están fuera del horario laboral establecido tales como: investigación de temas, revisiones, comités, coordinación, reunión con padres y una constante elaboración de guías, instrumentos de evaluación sumativa, planeamientos y estrategias de promoción. En muchas ocasiones dichas tareas se extienden fines de semana. De esta forma, la labor docente implica un gran compromiso y constituye un sello único que marca de forma bilateral a los diversos autores. No solo estudiantes recuerdan al docente que les enseñó, ayudó o clarificó, sino que docentes recuerdan a los estudiantes que hicieron que su labor fuera más compleja, grata o desafiante.

En la educación hay dos lados de la ventana. Por un lado, está el ámbito escolar que exige una formación de calidad, servicio y sobre todo enfocada en el centro de todo aprendizaje: los estudiantes. Por el otro lado cada protagonista tiene una familia, una vida y seres amados a los que desea cuidar. Cada actuante tiene una constante búsqueda por salir adelante en las mejores condiciones posibles.  No hay números reemplazables ni vidas olvidadas. Hay personas que se van y dejan un vacío irreparable.

La vuelta a la modalidad a distancia es una decisión que debe tomar el Ministerio de Educación en conjunto con el Ministerio de Salud, pero debe ser abordada con sensatez, empatía y con un ánimo estratégico tanto en lo académico como en lo emocional.

Finalmente, ojalá que la esperanza no desfallezca para ninguno de los actores, que la vocación nos motive y que desde los escritorios y computadoras asumamos el reto de formar con responsabilidad las acciones para enfrentar este quiebre histórico. Que este inusual fenómeno quede en los libros de estudios sociales, en el historial de vacunas, en los noticieros, pero sobre todo en los testimonios de aquellas personas que no solo cambiaron sus hábitos sino también sus corazones.

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