China y Estados Unidos afirman que están dispuestos a trabajar juntos para abordar el desafío del cambio climático. Por fin. Se han comprometido, durante esta década, a discutir acciones concretas para reducir sus emisiones y alcanzar los límites de temperatura firmados en el Acuerdo de París, en el año 2015. Así lo afirma un artículo publicado en BBC News, el pasado 18 de abril.

Desde hace años esperábamos este compromiso. A menos de que las superpotencias del mundo tomen medidas, será imposible revertir el cambio climático. Pero no solo cuentan las acciones de los países que emiten más carbono. El esfuerzo de todos los países, grandes y pequeños, será indispensable para alcanzar ese propósito.

Nuestro plan

En febrero de 2019, Costa Rica anunció su Plan Nacional de Descarbonización. El ambicioso plan declaraba que para el 2050 Costa Rica estaría libre de combustibles fósiles y sería carbono neutral. Es decir, afirmamos que, para esa fecha, seríamos capaces de remover de la atmósfera tanto carbono como el que le agregamos.

El plan representaba la flor en el ojal para el presidente Carlos Alvarado y un movimiento esperanzador para el resto del mundo. Un modelo para el planeta, tal como se indicaba en un artículo publicado poco después en el The New York Times. La ilusión por un mundo más verde y justo nos invadía. Esperábamos que todo lo dicho por el presidente y la prensa internacional se convirtiera en realidad.

La descarbonización de Costa Rica se logrará solo si solucionamos nuestro gran problema de transporte. El 80% de nuestras emisiones de carbono proviene de los combustibles fósiles que utilizamos para trasladarnos de un lugar a otro. Hay demasiados vehículos, las rutas de autobuses están mal trazadas y faltan opciones de transporte público, entre múltiples retos que es necesario abordar.

Esta complejidad no se trasladó al Plan de Descarbonización, que contempló los proyectos del tren eléctrico de pasajeros y la promoción de vehículos eléctricos como proyectos clave, pero excluyó las negociaciones con los autobuseros. Antes de definir el trazado de nuestro anhelado tren eléctrico era necesario reorganizar las rutas de los buses para poder llegar a éste. No hace falta preguntarse sobre la ausencia de esas negociaciones: sabemos que son más difíciles y menos seductoras que el sueño de un tren moderno, brillante y veloz.

Está claro que no hicimos bien la tarea. Desde el planteamiento del proyecto, se sobreestimó la cantidad de usuarios, se calcularon equivocadamente las reducciones de carbono que se producirían a través de su implementación y se cometieron errores al calcular los tiempos de traslado, entre otras inconsistencias y debilidades. En consecuencia, el proyecto no prosperó en el Congreso.

Por otra parte, según la Asociación Costarricense de Movilidad Eléctrica, existen en el país

1400 vehículos eléctricos. Esta cifra está muy por debajo de las proyecciones del gobierno, que estimaban la introducción de 35 mil vehículos de ese tipo entre 2018 y 2022.  La brecha entre expectativa y realidad es muy grande, probablemente porque los incentivos fiscales de estos vehículos han sido insuficientes para volverlos asequibles para muchos costarricenses.

Un largo camino por recorrer

El Acuerdo de París advertía que el calentamiento global debería ser inferior a 1,5 grados en relación con los niveles pre-industriales, para evitar efectos como pérdida de ecosistemas, migraciones masivas y eventos climáticos extremos. Según ese acuerdo, cada país signatario se comprometía a definir su aporte individual a través de las contribuciones determinadas a nivel nacional (NDCs, por sus siglas en inglés).

Costa Rica está ubicado en la categoría de NDC 2 grados, según el Climate Action Tracker que provee un análisis científico independiente de la situación de 36 países.  Esta estimación se realizó asumiendo que se cumplirían todas las acciones definidas en el Plan de Descarbonización. A la fecha, no ha habido una actualización que tome en cuenta lo que realmente se ha ejecutado.

Evidentemente, la categoría 2 grados no es tan ambiciosa como la de 1,5 grados, que fue definida como la meta deseable en el Acuerdo de París. Por otro lado, es muy probable que el incumplimiento del plan nos ubique en un lugar de peor desempeño. En otras palabras, no seremos un ejemplo para el planeta. En cambio, somos el país que actuó primero en la teoría e incumplió primero en la práctica, influenciado por uno de sus habituales discursos verdes. Uno más.

Por otra parte, China y Estados Unidos tienen un NDC críticamente insuficiente: la peor categoría posible. Ambos países presentarán planes concretos para combatir el calentamiento global durante esta semana. El presidente Biden lo hará durante la cumbre climática que se celebra en su país, mientras que el presidente Xi, lo anunciará en un foro dirigido a empresarios y líderes gubernamentales de China.

Hoy, los antiguos villanos del calentamiento global han decidido rectificar su trayectoria. Todavía queda un largo camino por recorrer. Por supuesto, no podemos cantar victoria. Esperamos que realmente definan acciones que tengan posibilidades de concretarse y que no se dejen seducir por lo verdes que puedan lucir en el papel, tal como hizo Costa Rica al presentar su Plan Nacional de Descarbonización.

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