En los años 40 se implementaron una serie de reformas políticas progresistas conocidas como las Garantías Sociales. Estas fueron el nacimiento del Estado Social de Derecho y han marcado el rumbo del país hasta la actualidad. Si la lucha contra el coronavirus nos hubiera golpeado sin una institución como la CCSS, el escenario sería una catástrofe. Aquellas reformas continuan siendo fundamentales para nuestra democracia, por lo tanto, es relevante preguntarnos ¿Cómo deberían ser las grandes reformas de este siglo? Esta pregunta puede generar opiniones distintas, pero de lo que sí podemos tener acuerdo, al menos quienes creemos en la ciencia y el cambio climático, es que necesitan ser reformas verdes.

Los efectos negativos del cambio climático ya son una realidad y las proyecciones para el futuro no son alentadoras. Un diagnóstico realizado por el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) en convenio con el Ministerio de Planificación (Mideplan) determinó que Costa Rica sufrió pérdidas por unos $1.130 millones entre 2005 y 2011 debido al cambio climático, principalmente en zonas costeras. Por su lado, el Centro Agronómico Tropical y de Enseñanza (Catie) afirmó que, debido al cambio climático, la disponibilidad de agua para consumo humano en Costa Rica bajaría hasta un 85% hasta finales del siglo; y el Consejo de Salud Ocupacional (CSO) advirtió que la población que trabaja directamente bajo el sol ya sufre de estrés térmico por calor. La crisis está sucediendo y las soluciones son impostergables.

El Grupo Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático (IPCC) alertó en 2018 que las naciones necesitan implementar "cambios sin precedentes" para enfrentar la crisis. Por suerte, nuestro país sí tiene precedentes de grandes cambios que nos pueden servir de inspiración. Las principales reformas del siglo pasado fueron el Código de Trabajo y la CCSS. Ante la crisis climática, vale la pena usar esas reformas como referentes para los cambios que necesitamos ahora.

Empecemos por el Código de Trabajo. Esta ley establece derechos como la jornada de ocho horas, salario mínimo, derecho a sindicalizarse, pago de horas extra, fines de semana, aguinaldo y vacaciones. Preguntémonos entonces ¿Cuáles son los nuevos derechos por conquistar y cómo nos pueden ayudar en la lucha contra el cambio climático?

Un nuevo derecho a conquistar es el trabajo garantizado. El trabajo garantizado es una propuesta de política económica por la que un gobierno se compromete a ofrecer empleo a toda persona que quiera trabajar. Esta política se basa en el derecho al trabajo contemplado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Una vez implementada, un gobierno debe mantener una reserva de puestos de trabajo disponibles, los cuales se pueden orientar a la lucha contra el cambio climático. ¿No les parece curioso el hecho de que la gente desempleada no está desempleada por falta de trabajo que hacer? Sólo hay que ver a nuestro alrededor, tenemos escases de vivienda, crimen, contaminación, necesitamos mejores escuelas y parques; todas nuestras necesidades requieren trabajo, pero la generación de empleo está orientado sólo al lucro y no a satisfacer necesidades. Para combatir la crisis se necesitan dedicar empleos a infraestructura para la prevención de daños a comunidades costeras vulnerables al aumento en el nivel del mar, infraestructura de acueductos que eviten inundaciones, actualizar redes de energía, modernizar los sistemas de transporte, construir infraestructura peatonal que permita una movilidad ambientalmente sostenible, diseñar una red nacional de carga de vehículos eléctricos, implementar proyectos de reforestación, ampliar el cuerpo nacional de guarda parques y actualizar las fuentes de energía renovables. Hay una enorme cantidad de trabajo por hacer si nos queremos preparar para enfrentar la crisis climática, así que luchemos por el trabajo garantizado y manos a la obra.

Ahora usemos de referente a la CCSS. En la actualidad, la CCSS es considerada una de las mejores y más prestigiosas instituciones sanitarias y de seguridad social del planeta. Además, ha sido líder y protagonista de la lucha contra el coronavirus, salvando miles de vidas y suministrando vacunación. ¿Cómo podríamos aspirar a una reforma como la Caja?

La clave está en que cuando se creó, al mismo tiempo se des-mercantilizó un servicio. Básicamente hizo que un servicio de venta comercial, no se vendiera más y se distribuyera de forma pública. En la actualidad en Costa Rica, el 68% de las emisiones de gases de efecto invernadero provienen del transporte terrestre, así que exigir un transporte público gratuito y de calidad también es una forma de defender el medioambiente. Está claro que des-carbonizar la economía sólo se puede lograr con reformas ambiciosas al transporte, y que entonces tal vez, el servicio por des-mercantilizar ahora sea el transporte público. Sí, me refiero a la radical idea de que el transporte público sea realmente público. Habría entonces que impulsar la conversión del modelo privado de concesiones, a un modelo de propiedad pública y de control democrático. De esta manera podríamos proveer transporte público y eléctrico de manera gratuita al momento de uso, invertir en autobuses eléctricos que permitan conectar a las comunidades, invertir en trenes eléctricos interprovinciales y construir alternativas al uso de vehículos particulares.  Modernizar los sistemas de transporte de esa manera, nos permitiría eliminar las emisiones del sector transporte y finalmente lograr ser un país carbono neutral.

La crisis climática constituye una amenaza directa a la seguridad nacional, al impactar lo económico, ambiental y la estabilidad social. Además, ha exacerbado injusticias sistémicas al afectar desproporcionadamente a comunidades vulnerables, pueblos indígenas, personas racializadas, personas migrantes, comunidades rurales, personas pobres, trabajadores, mujeres y personas adultas mayores. Ante este escenario, las “Garantías Sociales Verdes” serían una oportunidad para crear miles de empleos, contrarrestar injusticias sistémicas, lograr ser un país carbono neutral y asegurar a todas las personas y las próximas generaciones, aire limpio, agua potable, resiliencia climática, acceso a naturaleza y a un ambiente sano.

Yo creo que es bueno imaginar mejores futuros. Después de todo, nuestra institucionalidad democrática y Estado Social de Derecho existen gracias a costarricenses que imaginaron mejores futuros hace unas décadas atrás.

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